domingo, 28 de agosto de 2011

De recuerdos e ilusiones.


Es una manera de cerrar los ojos, una forma de soñar despierto. Es una idea que nace aquí adentro, una idea que se mezcla en lo incierto. Lo piensas como un sendero del destino, como el secreto que esconde el camino. Muchas veces sientes que te pierdes, que te borras. Sientes que el sonido del viento es un estorbo, duermes y olvidas por instantes el sabor de una sonrisa en tus labios.

Un simple gesto, la mirada que motiva, que calienta. Es un susurro de la felicidad, como la pertinencia de saber leer en tus lagrimas los trucos para limpiar tus miedos. Pues cuando el dolor agita tu corazón, y tus latidos pierden el ritmo, un deseo puro por sonreír se pierde en el arrebato de un sentimiento sin alma. Por eso, cierro cicatrices con los pensamientos que me motivan. Por eso aprendo de los errores para entenderme como humano. Y cuando la tristeza llena sus pulmones con tu respiración, hay tres motivos inacabables que te persiguen para hacerte feliz.

Una ilusión que llueve fuerza, que regala energía. Una ilusión que trafica felicidad cuando menos lo esperas. Es como mirar en el reojo el detalle de la vida. Como suspirar sin entender el por qué. Es un motivo que se convierte en hilo, que cose heridas, que sana recuerdos. Es una excusa para dejar atrás tus miedos, para vivir sin complejos. Y en ese instante, cuando más hundido te sientes, aferrarte a la dulzura que trae la ilusión de un futuro que se parezca más a tus sueños. Una simple idea, un simple cobijo emocional. Es el destino coqueteando con el presente, es tu tristeza muriendo en una carcajada.

Un amor que lastimó, que te enamoró. El mismo que te hizo soñar, que te hizo llorar. Con el que aprendiste a querer, a amar. Las lecciones de tu corazón, esa forma casi mágica de pedir perdón. De equivocarse, de tener miedo de perder, de fallar. Un amor puro, que se obvia, se olvida. Un sentimiento que se creía muerto, una emoción que te incita a seguir, a luchar. La delicadeza de un beso en tus labios; la caricia incansable de tus ojos. Una carta de amor que resucita corazones vencidos, donde desangras para siempre a la soledad. Aquella tarde en mis regazos, aquellas risas y peleas. El dolor de dejarte ir, de separarme de ti. El desconsuelo de un corazón roto. Pero el más grande de todos los sentimientos.

Los recuerdos, los que te enseñan. La escuela de tu mirada, el arrebato de tu sonrisa. Es el dolor que se convierte en armonía, es la tristeza adornando tus logros. Es la herida que sangra y sonríes, es el duelo de todo lo que pierdes. Como hacer de tripas, corazón. La coartada perfecta entre la alegría y la depresión. El repaso de los cuadernos de la vida, es el examen final para el orgullo que sientes. Los recuerdos grabados en tu mente, que te han enseñado a disfrutar y ser consciente. A dejar de creer que el mundo termina en tus pies. A crecer, a luchar, a sonreír a pesar del dolor.

Y de una forma u otra, nos aferramos a lo que no es, a lo que será. A lo que creemos que puede ser. Como soñar despiertos. Como enamorados de la vida. Pero realistas, precavidos. Buscando de cada dolor, una salida. Una forma delicada de salir adelante, de no quedarnos en el suelo. Estrategas del camino. Analistas del destino. Aceptando canjes de felicidad, robando sonrisas, dedicando palabras, escuchando canciones, compartiendo sueños. Es lo que es. El deseo impotente de ganarle al dolor. Es esa sonrisa que dejas escapar cuando te sientes mal. Es esa intención que te motiva a intentarlo una vez más. Es sencillamente aprender a volar.

domingo, 21 de agosto de 2011

A la distancia.


Ahora la distancia se hace física, y construyo puentes con palabras que me permitan llegar a ti, a tú corazón. Quisiera mover el mapa de su sitio y correrme al Norte unos centímetros. Quiero alcanzar la realidad de este sueño que nace, de este sueño que ilusiona. Lo sabes. Lo sé. Porque estas cosas se sienten, se viven, se luchan.

Sí, la distancia se hace física, pero le pongo fuerza a mis intenciones, porque a partir de hoy mi lucha tiene un nuevo rumbo. A pesar de los kilómetros, quiero acariciarte por las noches con la inspiración que me dan tus ojos. No te puedo ver, no te puedo oler; mas el deseo inexplicable de besarte me motiva a de alguna forma alcanzarte. Duerme, y sueña que estamos juntos, como solo en sueños podemos estarlo.

Porque a pesar de que el tiempo vuela, y el destino se entretiene con nuestra historia, sabemos que las probabilidades juegan en nuestra contra. Pero es tan terco el amor, que el corazón se convierte en el lienzo con el que pinto sonrisas en tu rostro. Tan necio este pensamiento de, sin conocerte, sentir que te llevo dentro. Y ahora, mis pensamientos tienen un rostro en fotografía, una imagen paralizada. Solo una voz, una simple voz capaz de motivarme a seguir, a soñar, a pensar y creer.

Quisiera que la lógica hiciera silencio, y las oportunidades abrieran un sendero hacia tus labios. Por ti caminaría kilómetros enteros, por el simple deseo de enamorarte con mis besos. Te escribiría en la piel mil cartas de amor, las que convertiría en realidad cada mañana a tu lado. Pintaría besos en tu frente, dibujaría corazones en tu mente. Quisiera que la lógica hiciera silencio, sin embargo se me complica la noche. Se me complica por no tenerte, por no besarte.

Quiero conocerte, enamorarte. Quiero que de mi vida seas parte. Por eso, y no por otra cosa, te he tatuado en mis pensamientos, en mis descansos. Hipotequé mi sonrisa a la tuya, y mi felicidad esta esposada a tu alegría. Tan poco te conozco y siento que eres mía. Tan poco te conozco y ya te quiero en mi vida. Por eso cierra tus ojos y abre el corazón, tengo un beso que regalarte, tengo una caricia que entregarte.

Cierra tus ojos. Abre el corazón. Que vengo a entregarte mi amor. Mira hacia adelante, no mires hacia atrás. Vengo a compartir mi felicidad. Y si el tiempo ha sido duro y las circunstancias te han lastimado, vengo a cobijar tus heridas, vengo a cambiar tus llantos por sonrisas. Y el dolor, el que te ha robado el tiempo, lo vengo a transformar en fuerza, en intención; una razón más para vivir, para soñar. Sí, soñar. Solo déjame entrar ya. Solo dame la oportunidad.

domingo, 14 de agosto de 2011

Perder con sabor a ganar.


Empezaba a olvidar tus últimas palabras. Justo antes de dormir, repasé mis circunstancias. Creí que sin tenerte en mi vida me iba a ser imposible escribir de nuevo. En eso, mis pensamientos motivaron ideas que ahora dejo tejidas en este papel. Una forma, una simple manera de recordarte que vivir para mi no es soñar despierto, sino perseguir mientras duermo las realidades que prefiero.

Es como quien encuentra inconscientemente su alma, y busca entre sus ideas reconocer sus errores. Una tarde cualquiera, una tarde de café, comprendí que el silencio es el regalo de un instante intenso, para pensar, para unir puntos, entender. Y de repente, cuando crees que caes, despiertas, y te sientes tan motivado como antes, como cuando los chispazos de felicidad eran menos tenues, más seguros, y donde comprender un secreto se convertía en la debilidad de un verso.

Cierto, no estás más aquí. Pero ahora todo lo que vivo tiene más sentido. Cierto, te alejaste de mi, y por eso no pienso compartir mis palabras con tu mirada. Quiero poder ver hacia las estrellas y buscar reflejos de felicidad, quiero calentarme con muestras de amor y dejar el frío que sentía en tus brazos. Ahora, estas palabras cobran vida, y se mezclan con todas las circunstancias para recitar poemas de dolor.

Y sin embargo dibujo en el atardecer el camino a olvidar, pretendiendo que la distancia la puedo silenciar en estos renglones. Deseo tanto poder descansar, poner mis latidos a dormir. Acostar mi vida contra una almohada, y escuchar el canto de grillos por la noche. Como esa eternidad vuelta real, como la sensación de tranquilidad que tiene el viento en el mar. Sin embargo, descanso. Imaginando que algún día puedas entender. Que algún día me vuelvas a querer.

Al final de cuentas no escribo para que tus emociones despierten. Escribo para que tus sentimientos te motiven. Las palabras devuelven el sabor de la noche, y es en párrafos donde escondo secretos que se pueden leer entre líneas. Como jugando a olvidar todo lo que se aprende. Tengo un cuaderno en mi mente donde tomo apuntes para vivir, lo que olvido, lo recuerdo luego de sonreír.

Una carcajada arrebatada por el deseo de ser feliz. Un momento de placer, un instante donde aprendo a crecer. Y duermo, acurrucado en los regazos de mi circunstancia, escuchando en el silencio, enseñanzas. Cierro los ojos para descansar la mirada pero el pasado me descobija. El pasado. Lo que dejó de ser. Por eso le recito poemas de amor a tus oídos, en forma de delicados besos, disfrutando, como nunca, el sabor de tus labios, mujer.

Y la melancolía se disfraza de noche, y las estrellas me incitan a soñar, a creer. Por eso guardo en cada noche mi esperanza, para dormir cobijado. El futuro. Lo que llegará a ser. El intento de volar, como fracasar y volverse a levantar. Por eso, dejo boronas de recuerdos en mi vida, para nunca olvidar a quienes me quieren, para regresar cuando ya no pueda avanzar. Como perder con sabor a ganar. Como tu adiós y no sufrir jamás.

domingo, 7 de agosto de 2011

Muero, pero vivo en tu mirada.


Muchas veces me he preguntado cómo hace tu voz para encontrar una sonrisa en mis labios. Hoy me propuse descubrir entre tu mirada la razón que me mantiene despierto. Hoy quiero robar dos estrellas al cielo para iluminar tu belleza y convertir tu sonrisa en pura delicadeza. Hoy, justo antes de morir, quiero saber una vez más de ti, y compartir mis últimos pensamientos a tu lado.

Siempre fuiste la que inspiró mis palabras, fuiste el aire que le daba trabajo a mis pulmones; el sonido de mis latidos pidiéndote que no me abandones. De repente, te convertías en todo lo que temía, en cada rasguño de dolor, cada momento de tristeza. Incluso, y lo sabes muy bien, fuiste la mayor decepción de mi vida. Pero con la ternura de tus lágrimas fuiste cobijando mis heridas, y con besos reviviste lo que hace un tiempo sentía.

A pesar de todo, de las cosas buenas y las malas, a pesar de que hace un tiempo te alejaste, hoy la vida nos dedica este instante de dolor, de emoción, de saber que después de aquí no hay nada, donde el recuerdo se acurruca en la almohada y duerme, duerme en un sueño profundo donde puedes ir cuando quieras. El recuerdo, a partir de ahora, se convierte en el recreo de mi muerte, donde juntos viviremos una vez más el amor que tuvimos, donde juntos dejaremos de ser dos para ser solo uno.

Ahí, donde cada tarde será infinita, donde el amanecer nunca se termina. Donde puedes dibujar nuestro amor entre las nubes y pintar el paisaje de colores. Donde podremos vivir sin preocupaciones, correr y reír sin rencores. Ahí, en el mismo lugar en que quedamos unos años atrás, cuando decidiste alejarte, cuando decidiste dejarme. Pero morir es una forma de vivir, de recobrar el tiempo que perdí. Es una manera de tenerte junto a mi, de besarte una vez más, de saborear tus labios sin esperar.

Muero, pero vivo en tu mirada. Muero pero me aferro a ti, mi enamorada. Dejar de respirar no impide que deje de sentir; sin latidos me tendrás junto a ti, en cada brisa, cada tormenta, en cada noche, en cada instante. Viviré incluso más, pues cuidaré de tu camino, y mi destino será abrazarte, sin descuido. Pues cada paso que des, cada pequeña imagen de reojo, cada calor, cada sensación, cada respiro; pues cada instante de soledad estaré contigo, sin fallar.

Ahora, presiento que muero. Y con una sonrisa me despido de tu olor, sintiendo el calor de tus manos unidas a la mía, como descansando en una tierna cobija. Y disfruto del color de tus ojos una vez más; disfruto tanto poderte amar, que en el último respiro me llevo conmigo un poquito de nuestro amor, para cosechar en la tierra semillas de esperanza. La vida no se acaba, no cuando dejas recuerdos en memorias. No cuando sientes que amar vale la pena. ¡Que amar es mucho más que la vida entera!

Muero, pero con cada respiro tuyo reacciona una sonrisa mía. Con tu mirada he construido alegría. Quiero sentirte conmigo, sentirte mía, quiero abrir los ojos y cobijar el miedo. Pero es tarde, y el tiempo me apuñala. Lo que fue se acaba y lo que no, se apaga. Las discusiones, los besos, preocupaciones y deseos; la vida escurrida en instantes imprecisos, en silencios, en gemidos; en la desesperación que domina lo incierto.

Pero tus manos, las que besaba por las noches antes de dormir, se convierten en mi fuerza, en mi fuerza al partir. Ese susurro delicado de tu voz, tus labios, el olor, la ternura de tu aroma y la magia de tu amor. Y tus ojos, las lágrimas, la pureza de tu mirada, escondite de tus secretos. Con una sonrisa hipócrita me calmas; me dices que me amas y un sonido en el fondo me relaja. Un último intento de mis latidos por rimar tu nombre antes de morir; me abrazas, te suelto, y con mi muerte, dibujo un adiós en el tiempo, para dejar una marca en tu memoria que te haga sonreír en silencio.