domingo, 1 de enero de 2012

Conversar sobre el ayer.

Hoy, como en otras noches, me dedico a alinear ideas en el horizonte. Es un cuadro de pinceles claros donde le doy colores oscuros a la tristeza, la que embriaga. Y pinto, cual ladrón de ideas a un paisaje tranquilo, y convierto en palabras cada detalle, cada esquina sin sabor. De repente, el sudor se mezcla con sangre. Ahí, donde se esconden las ideas nuevas, puedes encontrar la frescura de la mañana, la que, en medio de esta encrucijada, se cuela como receta para el alma.

Harto de metáforas sin salida, cansado de palabras que se repiten. Ahora le tapo los oídos a mis emociones, y limpio de recuerdos mis sentimientos. Nuevas palabras por venir, nuevas ideas para escribir. Y me gustaría dedicarle unas rimas a un corazón triste, sacarle sonrisas a una mirada perdida; quisiera borrar del recuerdo una memoria amarga, y endulzar con mis palabras el paladar de tu circunstancia.

Pues siempre fue la idea, intentar apañar con mis labios los besos que vas dejando perdidos, las caricias que se duermen. Quiero llegar a cubrirte del frío, y que encuentres en mis manos el cariño que te prometo. Pero no puedo dejar de pensar en tu mirada, y sin la frescura del descanso, mis palabras pecan de nostalgia idiotizada. Ahora el destino come de mi mano, como el dueño de sus movimientos me dispongo a dormir la circunstancia, y ponerle atención a disparates que me atan.

Y se vale soñar despierto, se vale jurarle a lo eterno que le prometo lo imposible. Así, mientras me fallo a mi mismo, voy apuntando detalles de la vida para aprender a olvidar los vicios de las rimas. He puesto tantas trampas de amor, para intentar al menos llamar tu atención, que ahora justifico cada idea vencida con la ternura de estas palabras tranquilas. Es imposible mentirle a un corazón terco, que en su necedad se olvida de mantenerse cuerdo; por eso el bufón se dedica a reír, para calmar las lágrimas que intentan salir.

Toca refrescar ideas, renovar pensamientos. Es momento de detenernos por un momento para escuchar silencios, colorear emociones. Y de alguna manera quiero esconderte secretos, para que aprendas a conocerme. Pues entre verdades se escapan mentiras que distorsionan las perspectivas en circunstancias distintas; sin ser tan mezquino con la forma de recitar, solo pretendo que leas lo que deberías de olvidar.

Ahora todo vuelve a terminar, con el ánimo de algún día volver a empezar. No dejo lo que no puedo dejar, como las ideas que no quiero olvidar. Y, a pesar de que los días sin escribir se convierten en momentos que se borran, quiero abrirle un campo a mi locura para pensar mientras actúo. Hora de dormir una tristeza amarga, una palabra muda; es momento de soñar en el descanso, de justificar los motivos; y con una taza de café, la tarde fresca, el cielo azul, hoy me voy para volver, para conversar sobre el ayer; y si guardas con alegría estas palabras en el viento, la paciencia en silencio se resuelve con el tiempo.