Pero quedan preguntas haciendo eco; dudas que pretenden ser esquivas sin remedio. Podría enamorarte con un beso y ponerte a soñar con una rima; intentaría al menos despertarte con sonrisas y dedicarte mis horas y mis días. Me sentaría cada noche a verte dormir mientras escribo, mientras me inspiro en tus sueños; la luz de las estrellas cobijando nuestros miedos y un beso en la frente para que entiendas que te quiero.
Podría
escribir toda la vida a esos ojos que te delatan, a la sonrisa que se
te escapa. Puedo, porque quiero, que la duda se convierta en certeza. Al
poema escrito en tus labios le haría rima con los míos, y, si me dejas,
robaría todos tus besos y los guardaría en mis labios.
Esa
sonrisa que te nace mientras lees es mi sueño y mi intención. Como cada
día, cada hora que compartimos. Me gusta ser terco si se trata de
sentir tus manos con las mías y no me importa que despertar sea difícil si
en el sueño fuimos uno. La frustración se vuelve vida y mis recuerdos
tienen tu forma como sombra. Gracias por hacerme sonreír sin estar; por
la ilusión que no depende de si te quedas o te vas.
En
alguna esquina de tu corazón va a quedar escrito este amor que nunca
empezó y que fue todo a la vez; como un libro de páginas vacías,
esperando por una historia que tal vez nunca se escribirá. Voy a
esconder el olor de tus besos debajo de mi sonrisa, para ser feliz cada
vez que te recuerde. Voy a hacerle trampa al tiempo y a encarcelar lo
que siento en el papel.
Te
regalo todas las palabras del mundo para que escribas cuando sueñes. Y
si me dejas, te regalo en secreto una ilusión dormida, una oportunidad
sin vencimiento; por si algún día quieres volver y escribir con tu
sonrisa este cuento sin sentido.
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