jueves, 10 de marzo de 2011

Fin.


Cuesta dar los últimos respiros a estas ideas del día a día, poco a poco mientras escribo estas líneas voy asimilando el hecho de que son las últimas para cerrar el círculo; por durante un año entero me dediqué a trazar líneas de mis pensamientos y hacerlos palabras, construir en párrafos tantos sueños, ideas, emociones; incluso tanto dolor e injusticias que a todos nos toca ir percibiendo.

Hubo momentos donde escribir era complicado, donde armar el rompecabezas que había en mi mente era algo realmente difícil; en otros momentos las ideas simplemente brotaban y se plasmaban con mis manos en cuestión de minutos. Al final de cada día, tenía la increíble satisfacción de leer lo que escribía y saber que en secreto entregaba un poco de mí en la lectura. De verdad resultó siempre gratificante saber que muchas de las cosas escritas en este año ayudaron a muchas personas a sentir algún tipo de identificación, una empatía con lo que leían, que, como dije desde el principio, fue una de las principales razones de este proyecto.

Siento que escribir se fue convirtiendo para mi en un medio de aprendizaje, un motivo diario para seguir, para conocerme más, para interiorizar cosas que creía que ya entendía. Escribir es como verse en un espejo formado de oraciones, con verbos, tildes, rimas y colores; por eso pueden encontrar piezas de mí en cada poema, en cada cuento, en cada ensayo, en cada simple escrito; porque las cosas que he vivido me han permitido acercarme más a mí, las cosas que escribo es una forma de repetir para aprenderme de memoria las enseñanzas de la vida.

Nunca fue una cuestión de sencillamente cumplir, este proyecto siempre se trató de crecer, crecer yo como persona y ayudar a las personas en su mismo viaje de conocimiento, porque lo que yo siento no es nuevo, es lo que todos sentimos en determinados momentos de nuestra vida; pues en un entorno repleto de emociones y sentimientos, lo que nos hace falta a todos es acercarnos mucho más a ellos para escuchar el susurro del alma en cada detalle, cada pequeña cosa que creemos que no tiene sentido, es una pista en clave de sílabas para responder preguntas que guardamos en nuestro interior.

Muchas veces, me tocó cerrar los ojos en el silencio para ponerle atención al ritmo de mi corazón, donde en cada latido sonaba el grito de un sentimiento, uno que juega a ser el más grande de todos. Con el amor, la inspiración se resume en un rostro y en recuerdos, en la memoria y un mar de emociones que ahoga cualquier tristeza en este mundo. Escribir para el amor es como respirar en la vida; quien no comparta esa delicia de sentimiento no puede llamarse ser humano. Por eso siempre le tomé la mano a mis recuerdos, a mis ideales de amores perfectos e incluso los que están lejos de serlo, porque cada amor protege un reflejo de rayo de luz que viene del sol, para darnos calor y vida; cada amor es una puerta que nos lleva a un sueño repleto de bendiciones y alegrías; porque cada amor deja la huella de un beso tatuado en nuestro corazón, y en la memoria deja rastros para volver atrás en el camino y ser capaces de opacar cualquier sentimiento negativo que intente empañar nuestra ventana.

Quisiera que cada palabra escrita durante este año logre vencer la guerra del tiempo, para así dejar un recuerdo de mi vida estando o no en ella. Quiero poder imaginar que muchos años luego de morir, las cosas aquí escritas sigan sirviendo a muchas personas. Incluso quiero que estas cosas me ayuden a mí mismo en mi futuro, para recordar en cierta forma como me fui convirtiendo poco a poco en la persona que soy, y cómo me he desarrollado para llegar a ser la persona que quiero ser.

Duele terminar. Duele dejar atrás algo que ha sido parte de la vida de uno por tantísimo tiempo. No sé si parezca sencillo, pero escribir prácticamente todos los días durante un año exige mucho trabajo a la mente, para mantener un estado de inteligencia emocional que le permita a uno tener ideas sin importar el estado emocional en el que uno esté. Muchas de las cosas que he escrito en este año fueron escritos en momentos donde jamás hubiera pensado que podría escribir; sin embargo, quería enseñarme a mí mismo una lección de perseverancia y convicción; sin importar si estaba de ánimos o no, sabía que escribir tenía que ser parte del día, y me aferré siempre a la idea de saber que de una u otra forma tenía que cumplir con mi promesa, con mi intención. Parte de las cosas que he aprendido en este año ha sido a que las luchas internas y externas nos mantienen conscientes de quiénes somos y cuáles son los principales valores y principios que rigen nuestra vida; y no solo eso, sino que hacemos una base mucho más sólida de todos ellos.

Entiendo que los conceptos muchas veces pueden brincar de un lado a otro entre distintas personas, pero en el fondo, cada idea se mantiene como parte de una programación colectiva que nos permite a todos relacionarnos de manera directa o indirecta con infinidad de situaciones. Sé que nunca intenté descubrir el agua tibia con mis palabras, solo intenté subrayar párrafos de la vida que todos tenemos que pasar, párrafos que guardan entre comillas los secretos para nunca fracasar. Siento que cada letra escrita se mantiene pegada con el cemento de la coherencia para la eternidad y que de una u otra forma he ido convirtiendo un puñado de ideas en formas diferentes de aceptar nuestra realidad.

De antemano sobra decir que existen personas en esta vida que anclan momentos disfrazados de felicidad, y sin la compañía de ellos este camino jamás sería el mismo. La soledad puede atacar cada una de nuestras venas hasta llevarnos al punto de sufrir más de la cuenta; pero escondido en el silencio de una noche está el recuerdo de un pensamiento positivo dispuesto a despertar y luchar, pensamiento que debemos de cuidar como al mayor tesoro de nuestra vida, con la simple intención de sonreír cada nuevo día.

Siento el peso cada vez más fuerte de mis dedos al escribir, pues me voy dando cuenta que esto llega a su fin. No puedo despedir sin agradecer a tantísimas personas que me motivaron día a día a seguir; por el apoyo incondicional y las lecturas constantes, tengo que decir "¡Gracias!" a cada uno de los que han sido parte de este proceso, porque han representado ese aire que le da vida a mis fuerzas, representan las ganas de escribir una vez más; "¡Gracias!" porque así como la luz del sol le da vida a las plantas, estos escritos cobran vida con sus lecturas, pues de no ser así, tantos verbos y rimas, tantas consonantes y sílabas se ahogarían en el silencio del vacío. ¡Gracias!

Y ahora que escribo éste último párrafo, recuerdo con alegría tantos momentos que he vivido en este año. Tantas lágrimas y sonrisas; preocupaciones y caricias, tantos momentos de estrés para entender los dictados, muchas veces ambiguos de mi corazón, y la forma casi mágica en que escurrí entre mis dedos las ideas de mi mente. Ahora, espero que todo lo que queda aquí encuentre nuevos destinos, nuevas formas de mejorar perspectivas, porque si hay una cosa que tiene que quedar de enseñanza es que sonreír es la forma perfecta de mejorar en algún sentido la vida de los demás.

"Muchas veces por estar metidos en nuestros propios problemas se nos olvida el mundo que está ahi afuera. Y muchas veces somos groseros, maleducados y desinteresados con las personas que nos rodean, por lo que siento que la teoría de sonreír aún en los malos momentos es una buena forma de comenzar a mejorar el mundo" 10 de Marzo del 2010

Cierro los ojos luego de tanto escribir, y repaso en mi mente los reflejos de mi corazón, para entender poco a poco que el alimento de esta vida se consigue con las acciones que traigan orgullo y felicidad; quiero atar en una esquina del mar todos los pensamientos que me impiden crecer, quiero romper de una vez por todas las ataduras del ayer.

En silencio y con frescura, el viento por la mañana, quiero entorpecerle el camino a la locura, para lentamente abrir las puertas a la vida, aprender a valorar en cada instante cada detalle, porque la vida es rápida y el paso de los años se aniquila contra el tiempo. Quiero poder sentir en mi pecho el calor de un sentimiento que me golpee, quiero caer y levantarme tantas veces como sea necesario, para cultivar cicatrices que me recuerden lo que viví.

Sentado en este balcón y con la mecedora rechinando, escucho cantar al viento con el susurro de la paciencia, cada nube y cada árbol se conjugan en esta pieza que hace música en mis oídos, como quien intenta recordarme que el final ha venido. Guardo una última sonrisa que me repleta de emoción, que me hace brincar en la quietud de este momento tan nostálgico.

Percibo tantos sentimientos acorralándome contra la vida, en un intento de expresarse una vez más. Quiero gritar, reír, cantar y bailar; quiero descontrolar mis motivos y razones. Quiero escribir una vez más y hacer alboroto con la imaginación, la que por tantísimos días ha sido compañera de mi vida. Quisiera componer un poema de amor y dedicarlo a un recuerdo en específico, quiero escribirle una carta al dolor para agradecerle por ser escultor de mi alma.

Pero el tiempo se termina y con él viene el silencio de mis palabras. Todo, absolutamente todo se acaba en esta vida, excepto el recuerdo que deja empañado el espejo de la alegría. Y aunque esta etapa se acabe, y en apariencia se escondan mis pensamientos, quiero guardar en el bolsillo de mi camisa el sabor y los colores de este cuadro que he pintado; quiero en el futuro ver hacia atrás y encontrarte a ti en cada uno de mis escritos...quiero encontrarme sonriendo en la memoria de mi pasado.

Un silencio adorna este momento con la satisfacción de haber cumplido. Un suspiro se cobija con las respuestas que he encontrado. Un par de lágrimas se secan con la brisa que regala una simple esperanza. Ahora cierro los ojos, repaso, repito, aprendo; cierro los ojos una vez más y escribo lo que nace aquí adentro, y con esta última línea despido una etapa dibujada para la eternidad, en trazos de pinceles con formas de felicidad.


¡Gracias!



FIN

miércoles, 9 de marzo de 2011

Las últimas palabras de amor.


Sobra decir que fue el brillo de tus ojos el que hizo posible en su reflejo que cada palabra inspirada en el amor fuera escrita en estas páginas. No debería de hacer falta decir que me inspiró el aroma de tu cuerpo y la sonrisa que tienes al despertar; tus ojos, tan achinados por las mañanas, jugaron a enamorarme siempre, a regalarme ilusiones y rimas.

Ahora que dejo de escurrir mis sentimientos en palabras, quiero que sepas que cada historia de amor tiene un rostro y una risa tatuadas dentro del significado real que me llevó a escribir cada día, cada noche, pensando en nadie más que en ti, pues no existe forma de silenciar la voz de tus latidos, que en música riman con los míos.

Quiero dedicarle frases una última vez a tu mirada, y poder sentir tus labios, besos exquisitos que envenenan, que atan, que le dan vida a mi ser. Como cada noche que dormí a un lado de tu respiración, donde encontré escondido dentro del calor de tu cuerpo la razón más preciosa para vivir cada día; cada abrazo, cada caricia son regalos del amor que hoy, hoy que no estás aquí, cuido como el tesoro de mi vida.

Creo que te lo dije varias veces: no existen palabras capaces de describir de forma clara lo que me haces sentir. Sin embargo aquí estoy, tratando de coser con adjetivos, sentimientos; intentando al menos poder desahogar este amor maniatado por la diferencia de tiempos, por la distancia a pesar de estar tan cerca.

Puede que no haya manera de volver el tiempo atrás, y corregir los malos pasos que le dieron a esta cuento su punto final, pero la paciencia de la mano con el tiempo, quieren ser compañeros de esta historia que no acaba, por la terquedad de dos corazones enamorados, la necedad que nos mantiene juntos a pesar de estar separados.

Al menos de esta forma le tomo una foto a este sentimiento, de manera tal que nunca voy a olvidar lo difícil que fue dejarte atrás. Es un juego constante en mi mente, un juego que me engaña y me miente. Pero creo estar seguro, que lo que siento por ti no se compara con nada en este mundo, y aún sabiendo que no te puedo tener ahora, en silencio lucho por un futuro a tu lado.

Cierra los ojos y recuerda cada instante que compartimos; cierra tus ojos y siente en tus labios mis besos una vez más; puedes escuchar al viento diciéndote al oído lo que grita mi corazón, y con la brisa, una caricia, te dedico en este cuento cada detalle de amor; y la ternura de una noche en tus regazos se convierte en el sueño que me desvela.

martes, 8 de marzo de 2011

Cada pieza.


Porque a pesar de que la soledad machaca mis sentidos como martillo que lastima, que hiere con la crueldad que guarda la indiferencia al pasar, yo mantengo firme la idea de que por el corazón se tiene que luchar. Hay muchas formas de comprender el movimiento de una estrella fugaz y cómo de repente parece que deja de existir, pero solo hay una manera de leer en su polvo estelar las palabras que recitan la forma coherente de amar.

No vale simplemente decir, porque sería quedar en la antesala del hacer, donde demuestras con cada centímetro de tus sentidos aquello que le da rienda suelta a tu imaginación; una iniciativa que se convierte en el pasillo de la certeza, tan justa y necesaria en momentos donde las mentiras se regalan en todas las esquinas.

Recuerdo muchas tardes que miraba fijamente el paisaje, y trataba de gritarle al viento lo que sentía, plasmando palabra tras palabra en un hoja de papel y al terminar le permitía al viento llevarse consigo mis pensamientos. Era un ejercicio que relajaba mi mente, se fue convirtiendo poco a poco en la manera más exacta de permitirle a mis ideas empaparse de constancia.

Duele, realmente duele ver que no eras la persona que parecías ser. Creo que lo que más golpea es el hecho de que no consigo tejer las líneas que atan un sentimiento sin nacer, busco y por más que busco no encuentro dónde dejaste perdidas aquellas palabras del ayer, donde me decías con la seguridad del amanecer que me querías a tu lado, que no me dejarías ir.

Ahora no queda más que seguir, encontrar el camino que me aleja de ti. A pesar de que guardo en un rincón de mi memoria las fotos que congelan la imagen de tu amor, tengo por cierto que el tiempo y la distancia me permitirán abandonar esta carga; doy fe de que no existe mayor decepción en esta vida que destapar una cruel mentira, y de la mano con las falsas palabras fuiste preparando sin piedad la muerte de este amor; heridas de ilusión que cultivaste en mí, veneno y traición.

Puede que la nostalgia llegue, y me encuentre tan desolado, tan vulnerable. Puede que la tristeza no se apiade de mí y me devore como presa en desamparo. Pero la vida, en sus vueltas inciertas, con un destino empadronado en la consciencia de los cielos, se comprometió en el pasado a crear un pilar de fortaleza, uno que me permite respirar con fuerza, porque sé, y tengo plena confianza en que hacer bien las cosas es una manera de sembrar alegría.

Ahora todo parece caer, cada pequeña pieza de este lego sin final se desacomoda en lo temporal de la circunstancia. Y entiendo, leyendo entre líneas, que muchas veces intentamos apurar lo que no se debe apresurar, obligamos a ciertos sentimientos a expresarse sin querer; cada rompecabezas debe ser desarmado cuando la última pieza no entra, para encontrar la forma distinta de hacer que las cosas calcen naturalmente; podemos forzar situaciones para que entren en nuestras pretensiones, pero definitivamente ese nunca va a ser el mejor resultado.

lunes, 7 de marzo de 2011

Unos intentan, y otros logran seguir.


Y con el silencio, la amargura.
La tristeza de guardar esta duda.

El momento inoportuno.
Del segundero en mal estado.

Buscas y buscas un alivio.
Una forma distinta de ver el mundo.

De tantísimas perspectivas.
Que te muestra la vida.

Escoges solo algunas maneras.
Unas simples formas de leer.

De aprender a coser heridas.
A guardar recuerdos en cicatrices.

Y sin pensarlo dos veces.
Mezclas agua con aceite.

Esperando obtener resultados distintos.
Esperando tener lo que nunca tuviste.

Por una mera idea de esperanza.
Una ilusión que te llena de ganas.

De entender que el destino.
En apariencia sin forma.

Tiene maneras distintas.
De aparecer en la fórmula.

Como una constante más.
Que juega a desaparecer.

Pero que define los conceptos.
Y los puntos de vista.

Con tantísimas maneras de vivir.
Unos intentan, y otros logran seguir.

Porque cuando caes.
Y sientes que te cuesta levantarte.

Llevas implícito un obsequio.
Un regalo del mundo.

Que te enseña a valorar.
A medir bien el tiempo.

Porque cada día que pasa.
Cada sol en el atardecer.

Aparentemente sin importancia.
Y sin nada que aprender.

Es una forma de la vida.
Que te habla al oído.

Para contarte que la felicidad.
Es una forma del camino.

Y que cada sonrisa que das.
Se convierte en caricia.

Prepárate para el final.
Toma tus últimos respiros.

En cada estrofa escurre bien tus pensamientos.
Cada sentimiento que pintas de colores.

Aprende a leer entre renglones.
Para escuchar el susurro de las emociones.

sábado, 5 de marzo de 2011

Dejo de contar segundos en mi mente.


Con el sol en mis pies siento el calor que me hace recobrar la cordura, puede que sea un simple reflejo a través de la ventana, incluso puedo percibir una mentira en mi almohada; un dolor que respiro en el aroma de tu perfume, extraña sensación donde la melancolía juega cartas con la memoria. Descalzo, disfruto tiernamente de este descanso que me da la vida, donde recobrar energía comienza a ser parte de la ecuación.

Ya puedo distinguir en el horizonte el barco del que hablaban, el que tantas veces escuché mencionar en las historias que recita el tiempo; un velero que acompaña cada tristeza con la fuerza del viento, y con cada golpe, cada ola, con la esperanza que se dispersa en el calor, puedo toparme de frente con una verdad sin miedo, que me dice al oído la razón por la cual seguir.

Una lágrima que viaja por el océano intenta cubrir el alimento de la vida; una amargura envuelta en el papel de la ilusión es tal vez una extraña manera de entender la ironía de este cuento. Pierdes cada detalle de tu vida, pierdes tus sueños y alegrías, sin embargo te mantienes fuerte y constante, te mantienes siendo quien siempre has sido; en instantes todo pierde sentido, pero al siguiente minuto encuentras los motivos disfrazados en medio del movimiento del mar, con la sequedad en tu boca y el increíble deseo de ver más allá del infinito, te propones que a pesar de las heridas vas a seguir, intacto de alma, haciendo alarde de una paciencia que no creías tener y convenciéndote a ti mismo de que esto merece la pena.

El sol llega ahora a mi pecho mientras el atardecer se prepara, tan lento y a la vez tan rápido, que cuando quieres quedarte viendo fijamente al sol en cuestión de un pestañeo ya no hay nada que ver, solo ese color rojizo del cielo que se confunde con la delicadeza de un pintor mientras hace su obra; como jugando a ser Dios en medio de tanta zozobra.

Y piensas, y sientes, te dedicas a contar los segundos en tu mente. Sabes y tienes presente que la vida no es un juego como muchos creen, pues a pesar de ser corta, es precisa y justiciera, pues cuando menos creemos obtenemos lo que cosechamos. Por eso he ido guardando silencios que me tranquilicen en esta bulla; he ido guardando caricias que me calmen en esta angustia; sobre todo he escondido dentro mío un secreto que me mantiene vivo, una idea convertida en ilusión. Es un simple motivo para darle impulso a mis pulmones, una forma de decirle palabras de amor a mi corazón para que no deje de latir; creo que a pesar de tantos golpes en mis pies, hoy puedo sonreír con la tranquilidad que guardo en uno de mis bolsillos.

Ahora el sol llega a mi rostro, y tengo que cerrar los ojos por el golpe de los rayos de luz. Aprovecho este descanso para agradecer por cada uno de mis pasos, porque ahora, ahora que ya veo aquél barco en el horizonte, me doy cuenta que ha llegado la hora de partir, de terminar con esta situación y seguir. Ahora, mientras siento las olas muriendo en mis pies, mientras el sol me abraza con su precioso calor, entiendo que es un buen momento para dejar de contar los segundos en mi mente; quiero soltar el peso que cargo por el bolso en mi espalda, y sustituir cada mal recuerdo por la certeza de saber que no pasaré desapercibido, y que estas palabras encontrarán un nuevo destino.

viernes, 4 de marzo de 2011

Tu café descafeinado.


Por todo esto que he comentado es que le pierdo la pista a la preocupación, a la que lastima. Al menos intento convencerme de que la distancia entre tu corazón y el mío es un simple obstáculo que el tiempo se encargará de solucionar, porque hoy más que nunca estoy seguro que cada latido mío hace rima con uno tuyo.

Ahora te sientas, a mi lado, y tranquila tomas tu taza de café, descafeinado, como siempre, como de costumbre, como aprendí a conocerte del otro lado de tu espejo, que con tu mirada reflejaba la felicidad que sentías, a mi lado, y que hoy, a pesar de saber que la distancia es un puente, sonríes al recordar, al oler una vez más el café, el mismo, el descafeinado.

Puedes empezar a dormir, lentamente comprender, analizar, sembrar y esperar para cosechar. Quizás en un rincón del silencio logres escuchar con claridad el susurro de un pensamiento triangular, donde cada ángulo juegue a buscar tus labios, para besarte y disfrutar de ellos una vez más; donde cada espacio vacío en tu memoria se complete con la emoción de sentir adentro tuyo la esperanza de un momento como ayer, de un momento que mejora y que alivia con el paso de los días.

Mientras eso pasa le haces cariño a la nostalgia, una tarde amarga, sin sabor, con la desesperación de perder la elección, la oportunidad de sonreír, de verte una vez más. Y hay momentos donde no encuentras luz, donde cada motivación se esconde tras una idea sin razón, pero que explica, y que finalmente te hace entender, entender todo aquello que quieres tener.

Por eso encontrarme dentro de tus ojos nunca fue tan difícil, porque tu mirada, fija, en su austeridad incierta y preocupante, transmitía sentimientos de colores, que pintabas con cada una de tus sonrisas, y que me enseñaste a calcar en mi vida, como quien pretende hacer del recuerdo, una alegría.

No permitas nunca dejar atrás el pasado, sin al menos tener presente los puntos que son importantes. Porque cada detalle que te produjo dolor, al mismo tiempo te dió una lección. Gracias a cada errar en esta vida y tu forma de enfrentarte a tus miedos, hoy puedes sentir el orgullo de mantener la frente en alto, y dejar la cobardía en el frío de la inexistencia.

Una vez más llega la noche, y me buscas con intensidad, traes tu taza, te preparas el café, sales a la terraza, aquella vieja terraza donde hace años te enamoré; descafeinado como siempre, y ese olor característico en el ambiente, al lado de la frescura del viento por la noche; me buscas, te sientas a mi lado, como recordando el pasado. Y en la tranquilidad del silencio, un susurro se escribe en tu mejilla, pidiendo en un beso, una caricia; duerme preciosa, y recuerda quiénes fuimos, duerme y toma tu café, descafeinado...a mi lado, como siempre lo hiciste.

jueves, 3 de marzo de 2011

Suspiro de felicidad.


Conforme pasan los días siento cómo se va acercando el momento de dejar todo esto, de terminar un ciclo importante y abrirle la puerta a un nuevo destino, un nuevo plan de vida que se muestra como una linda oportunidad para seguir la ruta a encontrarme, a crecer y vivir con nuevas perspectivas e ideas, distintas formas de mejorar en algún sentido la vida de quienes quiero.

Tengo muchos sueños que he deseado cumplir, existen deseos que se cuelan en mis días como agujas tercas y necias, que procuran hacer de mi una persona con ambición y pensamientos positivos. No es fácil vivir en un ambiente denso, y aún así mantener una tendencia de ventaja mental, de perseverancia; es y siempre ha sido importante para mí ser consciente de que mi presente nunca determinará mi futuro; y que mi pasado lo aprendo a utilizar de manera que me beneficie, y jamás al contrario.

Porque si bien es cierto que la vida es difícil y cuesta recuperar las fuerzas que perdemos en cada lágrima, luchar es un increíble medio para sentir el orgullo de que cada acción en esta vida tiene una recompensa, de que existe un plan maestro precioso y preciso que muchas veces no entendemos, pero llega el momento donde cada pieza toma su lugar y convertimos cada lágrima en un sonrisa sin final, porque no hay mayor satisfacción en este mundo que, a pesar de que las cosas no vayan resultando como queríamos, mantenernos constantes en quienes somos y lo que creemos y al final, con un simple detalle y sorpresa descifrar el código que había sido nuestra tormenta, convertida hoy en la más dulce victoria.

Por eso insisto en tener constancia, en definir claramente nuestra forma de llevar la vida, creando una base fuerte que sea capaz de sobrepasar incluso los peores momentos sin tambalear su estructura. No podemos perderle el valor a los principios, pues son la primer arma con los que podemos combatir nuestra personalidad; no es más importante el que más calza, sino el que más logra defender sus creencias, sin importar lo que otros digan o crean.

No creo tener una verdad absoluta, pero al menos transmito mis ideas en lo que escribo, en representación de mi forma de ver la vida, y buscando poder ayudar a otras personas a formar un criterio con distintas perspectivas. Puedo verme en mis escritos igual que en un espejo, sin denotar ninguna distorsión en la imagen, porque la idea de ser transparente es una buena forma de cosechar credibilidad, y la credibilidad ofrece confianza y seguridad; tal vez dos de las cualidades que hemos ido perdiendo mas no debemos darlas por perdidas.

Recuerda que la vida es un detalle con detalles, que el secreto más oculto lo tiene una flor en su aroma, o en los rayos de sol por las tardes, tal vez en la frescura de la brisa o en el sonido de un piano. El secreto de esta vida no es ningún secreto en realidad, es sencillamente encontrar una manera de aprender a valorar cada pequeña cosa que hay a nuestro alrededor, y encontrar formas de mejorar el mundo. Y creo que ha quedado más que claro que una manera de mejorar lo que parece ya destrozado es una cálida sonrisa, una caricia o incluso un suspiro de felicidad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Para reír, se tiene que llorar.


Por cada nuevo paisaje siento esta explosión de pensamientos que invaden mi cabeza, como recordando que un final se acerca y que es momento de acurrucar una vez más en mis regazos el deseo puro y transparente de crecer como persona, de acercarme a mí mismo y de tomar los últimos respiros exhalados en forma de palabras.

Voy recordando paso por paso el increíble camino que me ha traído a hoy; realmente una colmena de aventuras que sobrepasa cualquier pretensión, cualquie pequeña pero gran idea de lo que realmente es algo que jamás creí que fuera. Puede que se pierda en un rincón de mi reojo, las ideas claras y concisas de lo que no quiero que sea algo que ya es. Un laberinto de frases juegan a en mi mente colarse, y hacer de tripas, corazón.

Perdido muchas veces en el vaivén de este barco, he viajado por los mares de la tristeza y la decepción, pero jamás le he permitido a las nubes hacerme dudar de la existencia de las estrellas, pues en los peores momentos de este proceso he encontrado una puerta de escape en estos párrafos que hoy se detienen eternamente.

Cada momento que he creado con mis acciones han ido constituyendo una institución de enseñanza con la potestad de crear en mí a una persona mejor cada día, abierta a entender que las perspectivas no se limitan a las circunstancias que vivimos, sino que se moldean con la actitud y los pensamientos que vamos sintiendo. Por eso, ciertos puntos de vista se muestran hoy como las mejores alternativas a un camino enredado, maldoso y con espinas que en tantas ocasiones jugaron a matarnos, a hacernos perder un poco de nosotros.

Pero la verdad es que en lo que escribo está lo que pienso, y trazo una línea clara que me lleva a la persona que quiero poder ser; un cuadro pintado con los colores de mi vida, una pintura en la que utilicé pensamientos como pinceles; ahora que el tiempo pasa y dejo atrás muchas cosas, voy entendiendo lentamente el sentido de los errores, el sentido de las desviaciones; entiendoo que en esta vida para reír, se tiene que llorar.

martes, 1 de marzo de 2011

Crítica


Creo que en esta vida nunca vamos a realmente entender cada cosa que nos quita la paz, tal vez podamos ser capaces de sobreponernos y a terminar aceptando ciertas cosas que creemos sin sentido; pero al final, el diseño subjetivo que va adquiriendo año tras año el mundo, se convierte en una puerta de salida para las locuras que encuentran su lugar en el vacío.

Puede que con palabras más o palabras menos pueda decir lo mismo, pero el mecanismo de sociedad que tenemos mantiene un bajo perfil en cuanto su lógica matemática y calculadora de un planeta que alardea con ser tecnológico y avanzado. Tantos secretos guardados en tan pocos cerebros; tal vez si el mundo conociera con detalles cada aventura del ser humano en su intento por jugar a ser omnipotente, podríamos en conjunto buscarle solución a este misterio sin juicio.

Incoherencia tras incoherencia, vamos haciendo caminos marcados con boronas de pan, tal vez para algún día retomar el sendero justo, el equitativo; palabra que no existe en el diccionario de los exitosos, como otras que también podría escribir en este mismo párrafo, pero las reservo para no sesgar la opinión del que lee. Piénselo.

Un día, de repente, una persona juró tener la idea de la historia, para suplantar en esta tierra la humildad con la avaricia. Nadie reclamó, y si lo hizo creo que murió. Gracias a la construcción de este orden mundial hoy podemos ser testigos de las mayores plagas y mafias de la historia; ladrones de cuello blanco, corruptos de saco y corbata; violadores con la cruz en el pecho.

Y no era difícil de suponer que hacia eso nos llevaba el tren, un destino evidente que se ha convertido en una realidad elocuente. Ahora las paradas en este transporte solo se dirigen hacia un mismo norte, donde vale más un papel impreso que la lágrima de un niño hambriento; donde vale más una casa vacía que una familia sin hogar.

Podemos darnos el lujo de tener unas cuantas personas sumergidas en absurdas cantidades de dinero, mientras un continente entero suplica por agua potable; podemos permitir que los bancos se roben las casas, de aquellos que la han luchado por años.

Pero aquí no ha pasado nada, y el poder es el mismo con distinta máscara. Los que están arriba, quieren seguir subiendo; los que están abajo mueren por al menos respirar. Creo que mientras no cobren el aire que inhalamos todavía nos quedan ciertas esperanzas de seguir luchando.