Y con el silencio, la amargura.
La tristeza de guardar esta duda.
El momento inoportuno.
Del segundero en mal estado.
Buscas y buscas un alivio.
Una forma distinta de ver el mundo.
De tantísimas perspectivas.
Que te muestra la vida.
Escoges solo algunas maneras.
Unas simples formas de leer.
De aprender a coser heridas.
A guardar recuerdos en cicatrices.
Y sin pensarlo dos veces.
Mezclas agua con aceite.
Esperando obtener resultados distintos.
Esperando tener lo que nunca tuviste.
Por una mera idea de esperanza.
Una ilusión que te llena de ganas.
De entender que el destino.
En apariencia sin forma.
Tiene maneras distintas.
De aparecer en la fórmula.
Como una constante más.
Que juega a desaparecer.
Pero que define los conceptos.
Y los puntos de vista.
Con tantísimas maneras de vivir.
Unos intentan, y otros logran seguir.
Porque cuando caes.
Y sientes que te cuesta levantarte.
Llevas implícito un obsequio.
Un regalo del mundo.
Que te enseña a valorar.
A medir bien el tiempo.
Porque cada día que pasa.
Cada sol en el atardecer.
Aparentemente sin importancia.
Y sin nada que aprender.
Es una forma de la vida.
Que te habla al oído.
Para contarte que la felicidad.
Es una forma del camino.
Y que cada sonrisa que das.
Se convierte en caricia.
Prepárate para el final.
Toma tus últimos respiros.
En cada estrofa escurre bien tus pensamientos.
Cada sentimiento que pintas de colores.
Aprende a leer entre renglones.
Para escuchar el susurro de las emociones.
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