viernes, 4 de marzo de 2011

Tu café descafeinado.


Por todo esto que he comentado es que le pierdo la pista a la preocupación, a la que lastima. Al menos intento convencerme de que la distancia entre tu corazón y el mío es un simple obstáculo que el tiempo se encargará de solucionar, porque hoy más que nunca estoy seguro que cada latido mío hace rima con uno tuyo.

Ahora te sientas, a mi lado, y tranquila tomas tu taza de café, descafeinado, como siempre, como de costumbre, como aprendí a conocerte del otro lado de tu espejo, que con tu mirada reflejaba la felicidad que sentías, a mi lado, y que hoy, a pesar de saber que la distancia es un puente, sonríes al recordar, al oler una vez más el café, el mismo, el descafeinado.

Puedes empezar a dormir, lentamente comprender, analizar, sembrar y esperar para cosechar. Quizás en un rincón del silencio logres escuchar con claridad el susurro de un pensamiento triangular, donde cada ángulo juegue a buscar tus labios, para besarte y disfrutar de ellos una vez más; donde cada espacio vacío en tu memoria se complete con la emoción de sentir adentro tuyo la esperanza de un momento como ayer, de un momento que mejora y que alivia con el paso de los días.

Mientras eso pasa le haces cariño a la nostalgia, una tarde amarga, sin sabor, con la desesperación de perder la elección, la oportunidad de sonreír, de verte una vez más. Y hay momentos donde no encuentras luz, donde cada motivación se esconde tras una idea sin razón, pero que explica, y que finalmente te hace entender, entender todo aquello que quieres tener.

Por eso encontrarme dentro de tus ojos nunca fue tan difícil, porque tu mirada, fija, en su austeridad incierta y preocupante, transmitía sentimientos de colores, que pintabas con cada una de tus sonrisas, y que me enseñaste a calcar en mi vida, como quien pretende hacer del recuerdo, una alegría.

No permitas nunca dejar atrás el pasado, sin al menos tener presente los puntos que son importantes. Porque cada detalle que te produjo dolor, al mismo tiempo te dió una lección. Gracias a cada errar en esta vida y tu forma de enfrentarte a tus miedos, hoy puedes sentir el orgullo de mantener la frente en alto, y dejar la cobardía en el frío de la inexistencia.

Una vez más llega la noche, y me buscas con intensidad, traes tu taza, te preparas el café, sales a la terraza, aquella vieja terraza donde hace años te enamoré; descafeinado como siempre, y ese olor característico en el ambiente, al lado de la frescura del viento por la noche; me buscas, te sientas a mi lado, como recordando el pasado. Y en la tranquilidad del silencio, un susurro se escribe en tu mejilla, pidiendo en un beso, una caricia; duerme preciosa, y recuerda quiénes fuimos, duerme y toma tu café, descafeinado...a mi lado, como siempre lo hiciste.

1 comentarios:

Majo dijo...

Me estas molestando Alejo??? O: like por 25millones de veces, creo que es de las cosas más profundas que he leído! Que lindooo :')