martes, 25 de diciembre de 2012

Que finjas una sonrisa para mi.


Siempre intenté escuchar al viento y traducir sus versos en caricias al corazón. Muchas lunas pasan, dejando recuerdos que se olvidan; yo, como tantas veces, me disponía a dibujarle una sonrisa al pasado, un bosquejo de ternura al dolor que más duele. Y, sin darme cuenta estaba aquí, una vez más, estos párrafos y yo, jugando a ser escritor sin emociones.

Entonces te encontré, perdida en el instante, buscando una ilusión que moría o simplemente un suspiro que refresca. Supe robar tu sonrisa, y sin dudarlo la hice mía; escondí un secreto en tu mejilla y guardé un beso para tus ojos. Cada mañana, al oírte despertar, te secaba la tristeza al sol y escribía versos que te pusieran a soñar.

Crecías, tan rápido que no me alcanzaban los días para explicarte lo que sentía. Y, conforme te hacías más linda, yo envejecía en silencio, escribiendo cuentos de princesas en medio de tantas lágrimas y tristeza. No importaban las horas con tal de arrebatarte una sonrisa y ver aquellos ojos brillando, repletos de felicidad. Y llené páginas enteras con trampas a tus lágrimas, para perder tu tristeza y que encontraras al final de cada cuento una sonrisa que te calmara o una excusa para ser feliz.

Muchas noches, mientras dormías, tu respiración fue el motor de mi vida, y verte cada mañana se convirtió en mi sueño hecho real. Eras, como siempre, mi fuerza para vivir, para sentir y ser feliz. Esa inspiración para robarle al cielo una estrella y convertirla en paisaje para tus noches; ese deseo de escribirle un poema a tu mirada y hacerla  rimar con mi alegría. 

Por eso guardo silencio cada noche y escucho el viento pasar. Escribo para no dejar ningún recuerdo y desde ya te dedico lo mejor de mi. Quiero alzarte al nacer y que escuches mi corazón latiendo por ti. Quiero reírme sin aguantar las ganas de llorar; que tus ojos sean mi ilusión y confundir tu sonrisa con la mía.  Al final, quiero ser ese viejo escribiéndote cuentos sin parar y, tal vez ya sin gracia, que finjas una sonrisa para mi. Necesito aprender a esperar, pero necesito que llegues ya.

sábado, 4 de agosto de 2012

Una promesa por cumplir.


Descalzo voy desvelando con dureza este pincel que, con disculpa sarcástica, va topando lágrimas incompletas; ahí, en el vacío más inconcluso de la circunstancia, me senté a descoser un sueño pintado entre rimas; escurrir recuerdos y reciclar heridas. Trampa, y con el sol por la mañana me inspiro a secar estas palabras que, con el tiempo, irán escondiéndose detrás del recuerdo.

Los días pasan lentos, con el descaro de la paciencia haciendo bulla a la distancia. Entonces escribo, para sudar en estrofas lo que siento. Una vez, y otra más; contando números en la cabeza para no perder la perspectiva. No lo logro. Y sigo, pero tropiezo. Calma. Entonces duermo, y cierro los ojos para verme sonriendo; silencio. Ahí, en el descanso que me regala la brisa, un suspiro se convierte en fuerza, y sonrío, con los ojos abiertos, una vez más.

Un poco ausente, el presente se convierte en cuchillada a la espalda. Duele. Pero escribo, y entonces le dedico las palabras al tiempo. Mañana, tal vez, con un poco de enojo y orgullo, pueda sentir el deseo más fuerte de luchar como nunca por mi sueño y dedicarte entre párrafos lo que pienso. Pero la luna ya tiene dueño, y solo busco regalarte estas líneas que, a veces sin sentido, te buscan en cada rincón de mi vida.

Tarde. Duele, con la nostalgia y el paisaje. Y el sol juega a ser un arma en el instante. A veces te soñé, una vez te tuve; ahora despierto, cierro los ojos una vez más. Descanso. Pasan los minutos como horas enteras, y trato de descifrar el secreto de lo que escribo. Te pierdo. Y al encontrarte me pierdo. Esa sutileza del tiempo para desgarrar con lo incierto.

Una promesa por cumplir. Entonces jamás, aunque la vida me distraiga, pienso sacarte de mi mente. Con calma, toca madurar pensamientos y no perder la ternura. Ser fuerte por tu sonrisa y tus lágrimas; dedicarte mis noches y mis días; luchar por el sueño, por la idea, por la razón más fuerte de vivir, por tus éxitos y fracasos. Entonces, cuando des tus primeros pasos y digas tus primeras palabras, ser el que llore mientras ríe; el que te guíe en la vida.

No estás en esta vida, pero me das fuerza para seguir. Algún día, con el tiempo, vas a leer lo que escribo. Por eso no me permito dejar de buscar, porque mi sueño es llegarte a encontrar. Dedicar lo mejor de mi vida a hacerte sonreír y hacer de cada experiencia un cuento para ti. Lucho, para tenerte entre mis brazos mientras duermes, y dedico cada lágrima al deseo increíble de verte crecer. Y, cuando leas estas cartas, tal vez una sonrisa se te escape, o una lágrima se te esconda. Desde ya, y con ilusión grabada en el instante, gracias por ayudarme a seguir. 

lunes, 18 de junio de 2012

Pasan los años.


Pasan los años, y justo en el descanso de una rima te conviertes en la sonrisa del recuerdo; ahí, en el eterno paisaje de margaritas tu camino se convierte en sueños, todos encarcelados en el brillo de tus ojos, la quietud de tu mirada. En ese gigante sendero de confusiones, vas a curar heridas, a crear emociones; vas a conocer secretos que te arrebaten carcajadas; para que olvides, para que sanes.

Un camino, tus pasos de testigos, y en el cielo una promesa que te cuida. Como los cuentos, como tu historia pintada entre las nubes; como el sol que calienta por las mañanas y estas palabras que moldean un sentimiento; hoy, como excusa para escribirte, vengo a recordarte al oído lo que vales y encerrar en estos párrafos un regalo que, en forma de carta, se convierta en fuerza, en alegría.

A veces se te duerma la esperanza y vas dejando boronas de intención, vas apagando sonrisas y olvidando motivos. Y duele, te lastima la vida, te despedaza el corazón; sientes que se te escurre la esperanza entre las manos. Pero vas aprendiendo que no es así y cuando menos lo esperas te despiertas con una sonrisa cargada de ilusión; entonces con la fuerza de tu corazón haces latir la vida que llevas dentro; coloreando con pinceles de grandeza las páginas de esta historia, de este cuento que por las noches te escribe desde el cielo una estrella.

Sobran atardeceres que valen la vida; cometas, suspiros; cartas para escribirte y poemas que dedicarte. Estas ganas infinitas de acompañarte entre blancos y amarillos; esa brisa fresca de la mañana que se disfruta mucho más contigo, con la arena y tus ojos; con las olas y tus sueños. Hoy quiero cambiar tus lágrimas por un beso, tu tristeza por un abrazo; y tal vez, con suerte, convencerte de ser feliz.

Pasan los años, y aquí, un día como hoy, las margaritas siguen guiando tu camino, como escondite de tu esperanza, como secreto de tus sueños. El eterno paisaje donde inventas razones para vivir; ese lugar que muchas veces parece confundir. Aún con tu mirada un poco esquiva, vas luchando sin descansar, en silencio, con naturalidad; esa bendita maña que alimenta la vida y no entiende de tristezas. Mientras tanto una estrella fugaz te regala su promesa y estas palabras van quedando en tu vida como una forma de recordarte lo que inspiras. No me canso de escribir para tus ojos, ni de sonreír para que rías. 

Pasan los años, veintiuno, y ahora descansa aquella rima, pues ya eres sonrisa del recuerdo. Mientras pueda, voy a ser compañía; despertando tu esperanza y cargando tu ilusión con alegría. Entonces tus pasos, los testigos de esta historia, van a ser la coartada perfecta para llegar a tus sueños, a tus sonrisas. Camina, entre blancos y amarillos, segura, con esperanza; y, cuando menos te des cuenta, vas a despertarte con una sonrisa inmensa, suspiro en el paisaje, en la calma y el silencio, en la brisa por la mañana. Pasan los años, sí, mientras tanto, camina. 

domingo, 3 de junio de 2012

Mientras duermes.


Fue una mañana cualquiera, recuerdo que un beso perdido se dejó escurrir bajo tus ojos con forma de lágrima, desatino del recuerdo. Y ahí, con el corazón en la mano, te lo dije por última vez. Pero las palabras no cabían, tampoco el nudo en la garganta que, con prepotencia y arrogancia, se convertía en quebranto de voz, herida incómoda. Lloré, como hacía tiempo no lo hacía, pero lloré.

El tiempo, caprichoso, se congelaba por momentos, terco con tus silencios; y yo, perdido sin entender, intentaba leer tus pensamientos. Entonces ahí, disperso entre palabras, fui cosiendo oraciones; comprendí, con el corazón despedazado, que te quería de verdad, que este sueño lo lucho hasta el final. Dolía, igual que duele ahora, pero tuve claro que este cuadro se pinta con amor; una pincelada de paciencia por cada trazo de ternura; una mirada combinando alegría, receta para toda la vida.

Anclado al sentimiento, indispuesto para olvidar, me convenzo de ser fuerte, de seguir mi sueño. Y no importa si no estás cerca, si no te veo, si me alejas o enfrías el sentimiento; yo te quiero cuidar. Por eso perder no significa que te vayas; ganar significa tu sonrisa, el brillo de tus ojos, el impulso que no sabes explicar. Ahí, cuando disfrutes cada momento con la felicidad que te mereces, vas a entender el valor de tanto esfuerzo; vas a ver para atrás con distintos ojos, con mejor criterio y la madurez del tiempo.

Mientras tanto voy a ponerte trampas en el recuerdo; sorpresas con forma de sonrisa. Un detalle capaz de sacarte el aliento y estas palabras que van directo a tu corazón. Aún a la distancia, voy a hacerle nudos a tu tristeza, voy a amarrar sueños a tu mirada; y con la sutileza de una sonrisa te voy a recordar lo que vales, voy a guardar en tu olor el secreto de mi sonrisa y a calcar tu felicidad en las estrellas por la noche. Esto que no es magia tiene forma de verso para tu alma.

Sí, quieres dormir. Lo sé. Voy a hacer silencio en lo que siento. Estas palabras las voy escogiendo mientras te pienso, para dibujar un recuerdo en la memoria. Antes de callar mis emociones por un tiempo, quiero que tengas presente lo que pienso. Duele, duele mucho este momento. Y te sufro por las noches, por las mañanas; te sufro por las tardes. Pero, si en algún rincón de tu corazón guardas un suspiro, una pequeña intención, no esperes a que muera, dale vida, dale fuerza. Duerme pero, si te despiertas a tiempo, no dudes en buscarme, aquí voy estar, cuidándote, esperando que despiertes. 

domingo, 27 de mayo de 2012

Pasa el tiempo.


Pasaron los días y los kilómetros se hacían inmensos. Yo intentaba esconder el miedo, sorprender con secretos; este tormento vacío de perder sin ni siquiera tener, este deseo ahogado de luchar. Y por las noches esperaba, terco; con la idea majadera, una ilusión intacta. Soñaba con oler en la memoria, escuchar en el descanso; el vacío eterno que se llena con ternura; pero no, la distancia era mucha, era necia.

Tantas horas, la misma luna. Yo, buscaba estrellas, olvidaba lo aprendido. Quise por un instante regalarle un secreto a la noche, pero el frío, como siempre, no me dejaba pensar. Entonces escribí tu nombre en la arena, para nunca olvidarte; y cada noche, el reflejo en la luna; tu recuerdo y mi sonrisa serán eternas en el paisaje. Sí, duermo con tu olor grabado en mi piel; como estos párrafos y este papel.

Voy contando los pasos, repasando las heridas; el resultado, con dolor, sigue indistinto; decir adiós es diferente a sentirlo. Puede que siga estancado en la terquedad, la más ingrata de las realidades, un desfase de tiempos que asesina, que no encuentra respiro. Podría, lo sé; pero esto no se resume en uno, sino en dos. Podría, tal vez.

Con la fuerza desgastada me dispongo a intentar en el intento. Si pudiera, haría un bosquejo; solo grises del momento, solo historia sin detalles; y me sentaría cada tarde a inventar colores, a esconder sorpresas. Como tantos párrafos que ahora tienen un mismo nombre; como este sueño camuflado en sonrisa y que empaña mis ojos. Ahí, el tiempo, con mismo ritmo pero distinta apariencia, juega a olvidar y recordar, a ser irónico sin vacilar.

El sueño sigue intacto, fuerte; respirando besos, caricias. La ilusión no se apaga, toma fuerza. No hay que perder de perspectiva el objetivo, la razón de levantarnos por la mañana. Ese impulso que, sin entender realmente, nos roba una sonrisa natural, un suspiro que refresca. Y se convierte en una forma simple de atrapar puñados de felicidad, para sonreír en la tristeza y luchar hasta el final. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Esperar.


Tarde y en silencio; un cuento incompleto, respuestas que desgastan. Aquí, sentado, esperando mientas pienso. Voy robando fuerza, escondiendo lágrimas; por eso la sonrisa se muestra con simpleza, con naturalidad. Cuando esto pase, una tarde y un café, voy a escribir sobre el recuerdo, sobre la sonrisa o el intento. Solo espero que el aire alcance, que el día no acabe.

Espero. Y sin darme cuenta le voy quitando peros a la historia. Voy justificando heridas que no entiendo. En esta falta de paciencia reconozco detalles, texturas que se olvidan, que se obvian. La torpeza de la costumbre se hace fuerte con la comodidad del que la vive; por eso, cuando todo termina, se pierde la objetividad en el ayer.

Amanece, con cautela; y es dulce el deseo de aprender, de crecer. Aquí, sentado, repaso momentos mientras espero, mientras respiro. Esta costumbre de olvidar en el recuerdo; esta maña de aceptar sin entender. Entonces me siento, aquí, donde me senté hace un tiempo, con el motivo de ser fuerte en el cansancio, de esperar mientras espero. 

Sentado. Voy entendiendo lo que no se dice cuando se habla. Se cree más elocuencia en el silencio que en la ajena idea de comunicar, por eso se pierde la coherencia en la amarga subjetividad. Así, mientras pienso, mientras espero, sentado en esta silla, sonriendo con el recuerdo, voy tomando decisiones que faltaban; voy sintiendo mientras escribo. 

Pierdo ideas, encuentro secretos. Cierro los ojos para calcular los sentidos, para ponerle nombre a lo que siento. Traduzco con ternura la insensatez de los pensamientos, esa inseguridad. Y, en un intento de hacer trampa, escondo la duda que lastima en el presente, que amenaza el futuro. Doloroso, como esa magia que se entiende cuando se acaba.

Pienso. Inventando excusas para creer, para ser fuerte. Dos. Una historia. Y solo encuentro páginas en blanco, renglones intactos. Pero espero, con lápiz en mano, sentado en esta silla; con los ojos cerrados repaso los días, sonriendo, con alegría y confianza; con esperanza. Creciendo, esperando mientras espero. Aprendiendo del dulce sabor de luchar, de ser fuerte en el intento. Y, perdido en esta circunstancia, escondo lágrimas detrás de tus sonrisas; entonces cuando ríes arrebatas mi tristeza; y esperar, para mi, se convierte en esperanza, en fuerza.

domingo, 13 de mayo de 2012

Nuestro sueño.


Ahora, mientras duermes, me siento una vez más a escribirle un cuento a tus ojos; quiero hacer de tu ilusión la verdad de tu circunstancia. Con los años y el tiempo, los sueños van creciendo, cambiando. Con mis promesas voy escondiendo descansos de dolor en forma de migajas, las mismas que sirven como puntos de referencia; y esta idea cada noche tiene un sonido distinto, una palabra de más. Y yo, sentado en esta silla, simplemente me contengo de escribir, me dedico a sentir, a escuchar.  

Entonces las tardes se vuelven noche, y con las luciérnagas voy encontrando tu camino. El dolor de tomar decisiones se alivia con la satisfacción de hacer lo correcto; y ahí, en la noche, justo antes de dormir, puedes cerrar los ojos y soñar, con la tranquilidad que da la luna reflejada en el mar. Esa brisa cálida que cobija tu sonrisa y esa bocanada de aire que alimenta tu suspiro.

Que nunca se te olvide soñar ni te canses de luchar. Las heridas se convierten en un recuerdo de tu esfuerzo, y entonces, cuando te sientas más solo, tu memoria le hará cosquillas a la tristeza; te robará una sonrisa en el silencio. Por mi parte, le voy a poner letras a tus palabras para que calcen las intensiones con tus sueños. Voy a ser el que te hable al oído y cada noche te recuerde la belleza de tus ojos. Voy a ser el que te recite por las noches un discurso de amor, el que te haga olvidar la injusticia y el dolor.

Como esta tarde y aquella noche, hoy me dedico a esconderte un beso detrás de las estrellas; jugando con el cielo a cobijarte por las noches. Despertar, y justo antes del amanecer darle un beso a tu sonrisa. A partir de hoy me dedico a hacerte feliz, y, tomados de la mano, ver la vida pasar, aprender a vivir, crecer y amarnos sin pensar, solo sentir; reír y recordar, disfrutar, sobre todo amar, cuidarnos y luchar.

Mientras tanto, guardo un secreto en esta locura; esta idea infundada que le da fuerza a mis latidos. Cada noche, y al despertar por las mañanas, no pienso en otra cosa que no sea en el futuro, en el nuestro. Y sin miedo a equivocarme, te imagino conmigo mientras los años pasan, envejeciendo a mi lado. Con sonrisas, con lágrimas; el corazón partido y el orgullo más intenso; pero siempre una constante que hace valer todo: nosotros, de la mano; escribiendo este cuento con forma de sueño; nuestro sueño. 

domingo, 6 de mayo de 2012

De horas eternas.


Silencio, tensión;  respiraba lento, manos frías y una sola idea que desgarraba cualquier intento de calma. Las horas eternas; la tarde melancólica se convertía en un mar de tristeza. Quizás el dolor más fuerte era la impotencia de un "adiós" inexistente, un final inconcluso. Costaba, y se desgarraba el alma en pedazos, como intentando con las lágrimas hacerle caricias a una herida.

Adentro todo parecía peor. Se podía descifrar intranquilidad en el ambiente, esa sensación de que algo no está bien. Y sin saber absolutamente nada, el tiempo parecía detenerse; a cada momento un pensamiento distinto terminaba por esconderse en una lágrima que empañaba su mirada. Ninguna noche, como esta, le parecía tan angustiante, tan amarga. 

Saber que puede pasar no significa saberse preparar. Por ratos explotaba en llantos, y al instante respiraba con calmaba. Con tantas emociones pensar claramente no era una opción. Entonces el dolor se convertía en debilidad, en el miedo de no saber qué esperar. No se permitía imaginar, no se dejaba golpear por la idea de aceptar la realidad.

Son esos momentos donde un sentimiento se vuelve más grande que nosotros. Donde la tristeza se convierte en la neblina del corazón. Sin querer volver la vista atrás, las lágrimas van poniendo trampas en forma de recuerdo; los suspiros, el respiro del dolor, juegan a ser un nudo en la garganta. Y piensa si al menos pudiera decir "adiós" una última vez, despedir la vida, guardar un recuerdo, uno último en forma de sonrisa, de resignación.

Y es como es. Sin pensarlo, la vida arrebata sueños, expone los miedos. Entenderla se convierte en frustración, un camino a parte al lado de la aceptación; si existiera una manera de explicar, de sentarse a conversar, quizás vivir perdería el motivo de luchar. Pues al final, cuando el tiempo se acaba, todo se va a resumir en eso: luchar. La manera más humana de expresar amor, de vivir con felicidad. Luchar por lo que creemos, por lo que queremos; luchar sin dejarnos caer, o caer y levantarnos al aprender. 

Que la vida no te encuentre mientras lloras, y que la nostalgia no te acompañe mientras buscas ser feliz. Cada herida es un cuento con moraleja, cada lágrima es un respiro de lo que aprendes. Cada persona que se va es un recuerdo en la memoria, cada persona que llega es una oportunidad en lo perdido. Siente y vive, aprende a ser feliz; pero antes que aprender, decide; lucha. No hace falta entender, un día todos nos vamos, solo queda el recuerdo, como contando un libro por encima, como rescatando sonrisas del recuerdo.

domingo, 29 de abril de 2012

Solo dos.


Dos, y con forma de sorpresa la suerte me complace. Fueron dos, y justo en el instante del silencio pensé lo que imaginaba, olvidé lo que recordaba. Solo dos, y en cuestión de segundos la vida se confundió entre la lluvia; pensamientos que en delicados trazos dibujaban una cara triste en el paisaje. Pasa, como todo; un recuerdo que atrapa, que molesta, y ahí, como hoy, un día de tantos me voy, me despido.

Por eso supe que sería bueno sentarme y, con la calma que regala el tiempo, buscar la frescura de mis emociones, dedicar al recuerdo estas palabras escritas en el viento. Como una idea, la memoria que se desvanece con los días, hoy intento apagar con mis palabras los miedos que van abriendo las heridas. Al final, la vida siempre encuentra un desatino, una forma de hacerse valer, de dejar todo en el ayer.

Y voy contando estrellas fugaces, escribiendo de vez en cuando; voy sumando razones para vivir, para aprender. Solo dos, y el tiempo acelera los latidos. Abro los ojos y pienso, lo que nunca pensaba; dos. Y nunca entendí cómo pasó, aún analizando con calma; la situación parecía estar fuera de control, como el destino burlándose de todo.

Lluvia, y como parte de un dilema se escondía una trampa en el camino; descuido y al instante mi error. Dos, solo dos pensamientos. Fue cuestión de segundos para que todo cambiara, para que las ideas se aclararan. Ahora me siento en frente de una hoja para contarle al tiempo un secreto, uno añejo; de esos que dejan marca, que arrebatan tristeza; de esos que enseñan, que motivan.

Dos pensamientos, una enseñanza; varios segundos. Una nueva manera de entender las cosas, de vivir los motivos. Las razones pesan, como tenerte entre mis brazos, como amar nuestra descendencia; mi deseo más grande. Y para compartir esos momentos toca vivir, luchar; tener cuidado y caminar. Es lo que es, sin pensar tanto; la vida sigue y golpea sin querer; o queriendo. Todo se resume en la fuerza, las ganas de luchar, de aprender, de corregir para crecer y sonreír antes de llorar; dejo esto para tus ojos: mi manera de recitarte al oído en susurro tranquilo que te tengo presente a cada instante.

Si la vida se topara con el descuido de mi suerte, y con descaro el destino se tiñera de injusticia, quiero encadenar mi sentimiento a tus latidos, que recuerdes lo que siento. Si me tocara despedirme sin poder decir "adiós", quisiera hacerle cosquillas a tu tristeza, y en silencio sacarle un respiro a tu alegría. Que no se te olvide ser feliz aún en la tristeza; la vida tiende a confundir, el tiempo pasa sin dejarse sentir. No es tarde si respiras, es tarde si no cambias; no te eches a morir; entonces, con el recuerdo y este final, por cada lágrima una sonrisa aparecerá, es cuestión de tiempo. No te olvides de buscar, no te olvides de aprender.

domingo, 22 de abril de 2012

Con el tiempo.


No sé si dormía o despertaba, pero dudaba como el sueño que se olvida; aquellas tardes de lluvia cuando escondías secretos en tu mirada. No me imaginaba en esta situación, pero ahora que llega es momento de aprender, de ponerle candado a las memorias que lastiman. Al final, de eso se trata vivir, de aprender luego de tanto sufrir; por eso guardo cada dolor en un cajón, para nunca olvidar lo que tanto costó.

Con los pensamientos confundidos me he dedicado a recitarle miedos al presente; tal vez se fue convirtiendo en la manera de ser fuerte, de descubrir los detalles. No he buscado, pero lo que encuentro se convierte en lección; es cuestión de tiempo. Por eso, con cada lágrima intento robar dos sonrisas que le den dulzura a tu circunstancia. 

Conforme pasan los días el dolor se convierte en razón, y de una forma u otra voy cosechando lo que nunca pensé. Con la idea clara de luchar por una causa perdida fue que lastimé el corazón; mi terquedad convertida en locura me fue carcomiendo día con día los sentidos. Pero ahora, con el tiempo, los sentimientos se van enfriando; ahora entiendo. Y duele abrir los ojos, descubrir la vida.

Sin estar conforme con la situación, voy acostumbrando de nuevo a mis emociones. Si pudiera escuchar lo que susurra el futuro, tal vez estos pasos serían distintos. Pero sigo, a pesar de los miedos y las dudas me hago cargo de mi vida, tomando decisiones que dibujan sonrisas. En esta noche entiendo las pistas de la felicidad, esta alegría que lleva tu nombre escrito en el viento.

Ahora me dedico a leer las palabras que le dan fuerza a mis latidos; como la magia de sus ojos cuando brillan por los míos. Igual que el pasado, el dolor es un reflejo de la circunstancia que tiene la habilidad de obviar el futuro; las dudas juegan a ser la neblina en tu vida, y los miedos, la ignorancia de lo que vales. Todo se define con el tiempo, con los días que apresuran tus pensamientos. Yo, por mi lado, me dedico a no ser juez, sino parte; una sonrisa en la tristeza, un beso en la nostalgia; lo que aprendes cuando caes.

Recuerdo que dormía, que  quería hacerle cosquillas al presente, encontrarle lo dulce a lo amargo. Pero dudaba, como el tiempo al dormir; y llovía, en silencio lloraba; y pensé en buscarte, sin ni siquiera conocerte. Me propuse aceptar, y de nuevo aprender. Sin pensar, solo dormir y olvidar, soñar para encontrar; en la tarde sufrir, y por la noche entender. Un momento para llorar; pero a la mañana reír, ser feliz sin dudar, tener esperanza, luchar.

domingo, 15 de abril de 2012

Te toca soñar. (La sexta)


Tantos días, y con la luna, llega esta noche, la última; la sexta. Vengo a escurrir lo que siento en palabras y con las estrellas de testigo voy a dejarte decidir en el silencio. Solo espero que mis besos sirvan de guía, de duda. Sé que tal vez es momento de olvidar y dejar todo esto atrás; por eso puse un "te quiero" en tu corazón, y escribí un "adiós" en mi recuerdo. 

Y me pierdo en tu nostalgia, en tu tristeza; incapaz de arrebatarte los miedos. Mis caricias se convierten en memorias, en desplantes de un pasado caprichoso, terco. Pero insisto, y quiero sanar tus heridas mientras lees, mientras te dedico estas noches, las seis. Las mismas en las que te he regalado una estrella distinta, un sueño que hace rima con tu sonrisa, con tu mirada.

Sólo espero que crezcas, que tengas presente que eres más fuerte que tus miedos. Es cuestión de tomarle el pulso a la vida; los errores son el alimento de tu consciencia; por eso cuando dudes, recuerda que es momento de escucharte, de leerle la boca a tu corazón. No te ancles a un pasado que lastima; el recuerdo de lo que alguna vez fue. La vida esta hecha de detalles, de momentos; expresa siempre una actitud positiva que le de color a tu sonrisa, a tu ánimo; si te ven fuerte, se van a cansar de atacarte. Disfruta cada instante de lo que tienes. No importa si es bueno o malo, a fin de cuentas todo tiende a sumar; lo bueno, para recordar; lo malo, para aprender.

Y lo sabes muy bien. Desde el principio fue mi intención. Una perspectiva distinta, un cambio de actitud. Mi idea fue hacerte feliz y escarbar hasta encontrar tu sonrisa. Por eso, cada beso llevaba un intento de hacerte reír, de que olvides tu circunstancia. Por eso te regalé aquella estrella, y la puse en estas cartas que te escribo; para que recuerdes, para que nunca olvides; para que cierres los ojos y te rías mientras piensas.

El tiempo ha pasado y llegamos a hoy; se cierra el hexágono. Es momento de pensar, de interiorizar cada pequeño detalle de lo que ha pasado. Espero que entiendas lo que calla tu razón, que escuches los latidos, el sonido de tu corazón. Con estas cartas no busco que aprendas, solo que tengas presente. Y cada trampa de amor se convierte ahora en el misterio de tu decisión. 

Mis palabras le marcan el paso a tus latidos, por eso quiero que con calma te escuches. Quiero ser de tu sonrisa la razón, de tu esperanza, la ilusión. Podría regalarte el cielo entero en forma de estribillo, un puente a tu felicidad; y poner una estrella en tu mesa de noche que te cuide para siempre. Y te doy mi cariño, mi cuidado, mi atención y mis palabras; te dedico lo que digo, lo que callo, lo que escribo y lo que siento; no busco otra cosa que ver tus ojos mientras brillan, y sentir tus labios con los míos mientras ríes. Ahora cierra los ojos, preciosa; yo ya te escribí, te toca soñar, te toca creer. 

domingo, 8 de abril de 2012

Que sueñes mientras escribo.


Una más, la quinta. Tomo tu mano y la llevo a mi pecho, quiero que sientas lo que siento. Empiezo a escribir, y a mi lado vas leyendo lo que redacto para ti, como tatuando en estas páginas un beso a tus labios; una forma sencilla de sorprenderte con detalles. En una mano la tinta, en la otra, tu mano; y con la ternura de tu piel me propongo enamorarte mientras escribo.

Una rosa que le da color a tus ojos; el brillo, en el atardecer tu descanso; y con el viento, la frescura de tus labios. Por eso pinto un cuadro con tus sueños más preciosos, usando los colores que opacan tu tristeza. Como enredaderas, estas líneas engañan a tus miedos, los confunden, para que sueñes un instante, para que escribas conmigo. 

Cuesta, los momentos se vuelven eternos, como tesoros del recuerdo. Y aparecí ahí, en medio de la nada, como las estrofas de un poema perdido, recogí con mis manos cada uno de tus besos y los dibujé en estos párrafos, en este rincón de mis secretos. Solo te espero, y mientras tanto te pienso; te sueño, y mientras tanto te escribo; me enamoro lentamente de tu mirada, de tu sonrisa. Sueltas mi mano, caminas mientras dudas, te alteras mientras piensas; sonríes mientras lloras.

Sé cómo termina esta historia, al fin de cuentas, yo la escribí. Bajo la misma luna, aquí donde me dediqué a ponerle tilde a tus caricias, intento que escuches los latidos de mi corazón haciendo rima con los tuyos. Te conté mi sueño, bajo las estrellas; te soñé mientras escribía y hoy escribo mientras soñamos. Son dos pasos, y esta decisión que marca los ritmos, con sentido; mis ideas se van perdiendo en tu mirada; es momento de robarte la tristeza, que sueñes mientras escribo.

Me levanto, y dejo de escribir. Busco bocetos que me hablen de ti; trato de leer tus labios en este silencio que lastima, buscando respuestas en los gestos que vas olvidando. Y, en medio de la confusión, das señales de querer, aún sin entender, solo intentar; una forma distinta de pensarme sin pensar. Me siento, tomo la tinta y el papel, y me pongo a traducir lo que siento, a descrifrarte, a perderme para encontrarte, una vez más.

Quiero escribirte una carta en el viento, un reflejo de lo que siento. Y con la luz en la mesa de noche hacerle sombra a tus miedos, taparle los ojos a tus dudas. Y te acompaño, como las otras noches, atrapando tus lágrimas cuando lloras o alborotando tus sonrisas cuando ríes. Por eso, antes que me olvides, quiero quedarme en tu memoria, quiero anclarme en tu recuerdo; por eso voy cosechando mis sentimientos en forma de cartas, voy guardando mis besos en las esquinas de tu corazón, para besarte con el tiempo, para que me leas en el viento. 

Una noche más, y te regalo aquella estrella fugaz, aquél sueño convertido en instante, en ilusión, que muere cuando nace. La idea clara de enamorarte, de que sueñes conmigo. Y escribo, como he escrito todas estas noches, para toparme con lo que sientes, para colarme en tus pensamientos. Como en un sueño, me he dedicado a coserte estas palabras en forma de ilusión; mi sentimiento enredado en tus emociones; solo queda esperar y seguir: escribir para soñar.

domingo, 1 de abril de 2012

Esta historia con detalles.



Busco descifrarte en lo que escribo, traducir sentimientos en estos párrafos que se despiertan con tu mirada, con tu sonrisa. Sigo soñando, imaginando que te enamoro lento, con paciencia. Por eso te regalo un secreto en el atardecer; un beso que te enamore, que te ponga a pensar. Y mientras duermes, yo escribo tus sueños; y al despertar atrapo tu sonrisa con el sol, el que calienta tus ganas de ser feliz, de caminar de la mano junto a mi. 

Te cambio tus miedos por mis sueños; quiero robarte las lágrimas y dibujarte una sonrisa por la noche que en la mañana se convierta en ilusión. Mientras te acuestas en mi pecho, voy a borrarte las preocupaciones; solo pretendo encontrar tu tranquilidad, traerla de vuelta. Y busco una sonrisa natural, una esperanza escondida, y de alguna forma convertirme en descanso, colarme en tu alegría.

Ahora escribo una historia con tus sueños, y voy demostrándole a tus labios lo que siento. No busco que olvides, ni que sanes, solo espero regalarte el deseo de ser feliz, un detalle que se convierta en caricia. Con tinta, con papel, igual que hace unas noches; quiero entender lo que callas y escucharte en los silencios; quiero que te encuentres en mis ojos, o en mi sonrisa enamorada.

Y no me canso de dedicarte estas noches, de pensarte mientras escribo. Solo espero que te sientes conmigo una de estas noches a cazar estrellas en el cielo y, de la mano, empezar de cero, soñar despiertos. Estas palabras solo intentan robarte un suspiro, un pensamiento que fue hace un tiempo vacío; las dedico a los recuerdos que vamos dejando, a este cuento que recito con detalles.

Escribo con el ritmo de tus latidos; sueño con la ternura de tus labios. Me dedico a lucharte en silencio, a convencer tus sentimientos. No guardo otra cosa que un puñado de ilusiones y estas palabras que escogí para tus ojos. En esta noche, la cuarta, escribo para soñarte de cerca, soñarte conmigo. Y justo antes del amanecer, encarcelo una estrella fugaz a tu mirada, para hacerte eterna en el instante, para escribirte sueños en el paisaje. Ahora duerme, preciosa, descansa tus miedos; voy a escribir sobre tus sueños y dedicarte esta noche con mis versos. 

domingo, 25 de marzo de 2012

Para que leas sin tristeza.


Escribo y sueño, por tercer vez. Es momento de sentir, de poner a tus pies mis emociones, mi forma más transparente de quererte, de cuidarte; esta es mi manera de dedicarte el paisaje, con palabras que hacen rima, sendero a tu corazón. Y puedo convertir tu miedo en poesía, y con delicados versos hacer que olvides cuánto duele. Quiero que leas sin tristeza, que sonrías con intención.

Todo cambia, el frío crece. Por eso abrazo tu nostalgia con el calor de mis besos, los que susurran estas cartas que te escribo por las noches, estos párrafos que mueren en tus ojos. Solo quiero cobijar tus sentimientos, pintarte una sonrisa en el viento, y que cada vez que la brisa fresca te acaricie, se te escape una risa inocente; un reflejo de alegría que se escurra en tu mirada.

Mientras una lágrima baja por tu mejilla voy sembrando besos en tu boca, voy perdiéndome en tu mirada; ahí, en el silencio de la tarde, voy a dedicarte mis sueños, a esconderte los miedos. Tal vez, conforme pasa la noche, vas a sentir ganas de acercarte, y decirme con ternura que te abrace, que te quiera. No importa si es tarde; será momento de perderme para encontrarte. 

Ahora te sientas a leer lo que escribo, a entender lo que siento; y, aún en medio de la confusión, se te escapa una sonrisa perdida, un suspiro que intriga. Este sueño en forma de cuento, esta historia que no encuentra destino. Yo, por mi parte, escribo mientras sueño que me quieres, soñando mientras escribo que te quiero. 

Una vez más, frente a estas ideas, voy dejando boronas de sentimientos, una forma de no perderme en el proceso. Solo quiero dedicarte estas palabras, empañar tu tristeza; confundir tus lágrimas con sonrisas. Será mi recuerdo en tu memoria. Un motivo del pasado. 

Me siento una vez más con la intención de empezar a escribir. Soñar. Y, tomados de la mano, te regalo la estrella que más brilla; escribo tu nombre en la arena. Solo espero una sonrisa de vuelta, una sonrisa con intención; quiero que leas, sin tristeza, ser tu camisa de fuerza, tu razón para seguir. Ser los párrafos de tu historia, ser la razón de tus risas. Y, algún día, tal vez, ser tu sueño; tus palabras. Un "te quiero" en tus pensamientos; el suspiro de tu ilusión. 

domingo, 18 de marzo de 2012

Para que sueñes conmigo.



Y lo hice. Me senté a escribir, y soñé en tus brazos; dormí. Y la tinta de repente se convirtió en un beso trazado con ternura, con franqueza. Ahí, entre tus labios, guardé un "te quiero" en forma de caricia, con cuidado, para que cada vez que leas, cada párrafo que siga, sea una sonrisa robada, un instante de ilusión; alegría. 

Escribí, y soñé con tu mirada. Quiero robarle al cielo dos estrellas que compitan con tus ojos, y, al final, recitarte un poema al oído; dedicarte la noche, el silencio. Poner trampas entre sílabas que hagan camino a tu corazón; ideas mezcladas con sentimientos; confundir tu miedo con la tranquilidad de un verso que rima. Y me vas a ver, escribiendo sin pensar, solo soñar; soñar sin parar.

Pero al despertar muere de locura el sentimiento; la mañana elimina el recuerdo. Vuelvo al inicio, y sin tener tiempo para reaccionar, me toca inventar nuevas formas de quedarme en tus pensamientos. Cierro los ojos, sueño, despierto y escribo. Y con el impulso de tu mirada pretendo enamorarte de nuevo, sin quejas, para verte reír, para hacerte feliz; imaginando a cada instante las mil formas de que te enamores de mi.  

Por tu sonrisa calcaría mi ilusión en la Luna, y cada noche, cuando busques nuestra estrella, te topes con una sorpresa que te motive; mi sueño escrito en piedra. Y en el canto de unas chicharras necias, en la belleza de un arcoíris, te guardo más que un beso: una historia que nunca olvides.

Quiero encontrarme en tus dudas, perderme en tu tristeza, sanar tus heridas; ponerte a soñar de nuevo. Tengo ilusión para tu felicidad; un par de besos para darte, una vida entera para escribirte y flores que regalarte.

Mientras la tarde se vuelva noche, me encontrarás aquí, escribiendo; suponiendo en estrofas. Y si quieres sentir lo que siento, aquí te dejo mis palabras. Con el tiempo significarán cosas distintas; si lees con cuidado, los detalles se asoman como un beso, a tu mejilla. Al final, solo escribo para que rías, para que sueñes conmigo. Con "nosotros".

Y no importa perder. Importa luchar. Por eso estas palabras no encuentran final, porque no dependen de un resultado. Solo busco acurrucar mi esperanza en tus regazos, y que sientas la diferencia en tu vida. Cuando todo termine, volver a ver para atrás sin importar lo que haya pasado, solo sonreír con la tranquilidad de haber luchado; soñar, y escribir sobre haberte enamorado.



domingo, 11 de marzo de 2012

Escribir y soñar.


Podría sentarme a escribir bajo la luna y con un clavel ponerle tildes a tus caricias; sería un buen momento para abrazarte, contra mi pecho, para que escucharas cómo corren mis latidos con tus besos. Hoy, bajo las estrellas, quiero contarte un sueño, escribirlo en tu corazón; quiero tatuarte una idea para que pierdas la razón. Con calma, de la mano, como recitando al viento un dictado de sonrisas, con esmero.

Podría ponerle tinta a mis sentimientos y convertir mis emociones en caricias; sería un buen momento para convencerte con secretos, para robarte los pensamientos. Y, a pesar de las circunstancias, juego a ser un respiro en tu tristeza, una idea confundida, ilusión. 

Ahora cobijo la esperanza con el recuerdo de tu mirada, de tus sonrisas. La ilusión, la que se escurre a cada instante, es mi escudo, mi fortaleza. Como tus manos, con las mías; como tu ternura, preciosa; sentirte, abrazarte; y saberte mía, sin complicaciones. 

Tinta y papel; tu recuerdo, convertir tus labios en poesía. Y con el cielo de testigo, dedicarte mi vida, robarte el miedo. Por cada herida, dos caricias y un beso; un suspiro y la promesa de un amor que no muere, que no falla. Una idea, mi forma de convencer a tus sentimientos; mi secreto para enamorarte con un destino distinto, un cambio. 

Luchar, no perder. Amarte sin pensar, sin entender. Solo vivir, y escribir un cuento de tus sueños, una historia con los míos. Tal vez pueda sentarme, en este momento, bajo la luna. Tomar la tinta, un papel, y escribirle rimas a tus labios. Intentaría enamorarte, convencerte; regalarte mi sueño, mi cariño; quizás podría abrazarte y decirte al oído lo que callo, lo que siento.

Podría sentarme aquí, afuera, esperarte. Olvidando el miedo de perder, de perderte. O simplemente escribir, dormir y soñar. Escribir, sobre todo soñar. Para amarte sin pensar, solo amar. Y soñar. Y escribirte, nunca dejar de escribir; nunca dejar de soñar. Tal vez, solo tal vez, amarte y escribir, y hacer mi sueño realidad.



domingo, 1 de enero de 2012

Conversar sobre el ayer.

Hoy, como en otras noches, me dedico a alinear ideas en el horizonte. Es un cuadro de pinceles claros donde le doy colores oscuros a la tristeza, la que embriaga. Y pinto, cual ladrón de ideas a un paisaje tranquilo, y convierto en palabras cada detalle, cada esquina sin sabor. De repente, el sudor se mezcla con sangre. Ahí, donde se esconden las ideas nuevas, puedes encontrar la frescura de la mañana, la que, en medio de esta encrucijada, se cuela como receta para el alma.

Harto de metáforas sin salida, cansado de palabras que se repiten. Ahora le tapo los oídos a mis emociones, y limpio de recuerdos mis sentimientos. Nuevas palabras por venir, nuevas ideas para escribir. Y me gustaría dedicarle unas rimas a un corazón triste, sacarle sonrisas a una mirada perdida; quisiera borrar del recuerdo una memoria amarga, y endulzar con mis palabras el paladar de tu circunstancia.

Pues siempre fue la idea, intentar apañar con mis labios los besos que vas dejando perdidos, las caricias que se duermen. Quiero llegar a cubrirte del frío, y que encuentres en mis manos el cariño que te prometo. Pero no puedo dejar de pensar en tu mirada, y sin la frescura del descanso, mis palabras pecan de nostalgia idiotizada. Ahora el destino come de mi mano, como el dueño de sus movimientos me dispongo a dormir la circunstancia, y ponerle atención a disparates que me atan.

Y se vale soñar despierto, se vale jurarle a lo eterno que le prometo lo imposible. Así, mientras me fallo a mi mismo, voy apuntando detalles de la vida para aprender a olvidar los vicios de las rimas. He puesto tantas trampas de amor, para intentar al menos llamar tu atención, que ahora justifico cada idea vencida con la ternura de estas palabras tranquilas. Es imposible mentirle a un corazón terco, que en su necedad se olvida de mantenerse cuerdo; por eso el bufón se dedica a reír, para calmar las lágrimas que intentan salir.

Toca refrescar ideas, renovar pensamientos. Es momento de detenernos por un momento para escuchar silencios, colorear emociones. Y de alguna manera quiero esconderte secretos, para que aprendas a conocerme. Pues entre verdades se escapan mentiras que distorsionan las perspectivas en circunstancias distintas; sin ser tan mezquino con la forma de recitar, solo pretendo que leas lo que deberías de olvidar.

Ahora todo vuelve a terminar, con el ánimo de algún día volver a empezar. No dejo lo que no puedo dejar, como las ideas que no quiero olvidar. Y, a pesar de que los días sin escribir se convierten en momentos que se borran, quiero abrirle un campo a mi locura para pensar mientras actúo. Hora de dormir una tristeza amarga, una palabra muda; es momento de soñar en el descanso, de justificar los motivos; y con una taza de café, la tarde fresca, el cielo azul, hoy me voy para volver, para conversar sobre el ayer; y si guardas con alegría estas palabras en el viento, la paciencia en silencio se resuelve con el tiempo.