Una más, la quinta. Tomo tu mano y la llevo a mi pecho, quiero que sientas lo que siento. Empiezo a escribir, y a mi lado vas leyendo lo que redacto para ti, como tatuando en estas páginas un beso a tus labios; una forma sencilla de sorprenderte con detalles. En una mano la tinta, en la otra, tu mano; y con la ternura de tu piel me propongo enamorarte mientras escribo.
Una rosa que le da color a tus ojos; el brillo, en el atardecer tu descanso; y con el viento, la frescura de tus labios. Por eso pinto un cuadro con tus sueños más preciosos, usando los colores que opacan tu tristeza. Como enredaderas, estas líneas engañan a tus miedos, los confunden, para que sueñes un instante, para que escribas conmigo.
Cuesta, los momentos se vuelven eternos, como tesoros del recuerdo. Y aparecí ahí, en medio de la nada, como las estrofas de un poema perdido, recogí con mis manos cada uno de tus besos y los dibujé en estos párrafos, en este rincón de mis secretos. Solo te espero, y mientras tanto te pienso; te sueño, y mientras tanto te escribo; me enamoro lentamente de tu mirada, de tu sonrisa. Sueltas mi mano, caminas mientras dudas, te alteras mientras piensas; sonríes mientras lloras.
Sé cómo termina esta historia, al fin de cuentas, yo la escribí. Bajo la misma luna, aquí donde me dediqué a ponerle tilde a tus caricias, intento que escuches los latidos de mi corazón haciendo rima con los tuyos. Te conté mi sueño, bajo las estrellas; te soñé mientras escribía y hoy escribo mientras soñamos. Son dos pasos, y esta decisión que marca los ritmos, con sentido; mis ideas se van perdiendo en tu mirada; es momento de robarte la tristeza, que sueñes mientras escribo.
Me levanto, y dejo de escribir. Busco bocetos que me hablen de ti; trato de leer tus labios en este silencio que lastima, buscando respuestas en los gestos que vas olvidando. Y, en medio de la confusión, das señales de querer, aún sin entender, solo intentar; una forma distinta de pensarme sin pensar. Me siento, tomo la tinta y el papel, y me pongo a traducir lo que siento, a descrifrarte, a perderme para encontrarte, una vez más.
Me levanto, y dejo de escribir. Busco bocetos que me hablen de ti; trato de leer tus labios en este silencio que lastima, buscando respuestas en los gestos que vas olvidando. Y, en medio de la confusión, das señales de querer, aún sin entender, solo intentar; una forma distinta de pensarme sin pensar. Me siento, tomo la tinta y el papel, y me pongo a traducir lo que siento, a descrifrarte, a perderme para encontrarte, una vez más.
Quiero escribirte una carta en el viento, un reflejo de lo que siento. Y con la luz en la mesa de noche hacerle sombra a tus miedos, taparle los ojos a tus dudas. Y te acompaño, como las otras noches, atrapando tus lágrimas cuando lloras o alborotando tus sonrisas cuando ríes. Por eso, antes que me olvides, quiero quedarme en tu memoria, quiero anclarme en tu recuerdo; por eso voy cosechando mis sentimientos en forma de cartas, voy guardando mis besos en las esquinas de tu corazón, para besarte con el tiempo, para que me leas en el viento.
Una noche más, y te regalo aquella estrella fugaz, aquél sueño convertido en instante, en ilusión, que muere cuando nace. La idea clara de enamorarte, de que sueñes conmigo. Y escribo, como he escrito todas estas noches, para toparme con lo que sientes, para colarme en tus pensamientos. Como en un sueño, me he dedicado a coserte estas palabras en forma de ilusión; mi sentimiento enredado en tus emociones; solo queda esperar y seguir: escribir para soñar.
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