domingo, 25 de diciembre de 2011

Una sonrisa enamorada.

Tomas aire; yo agarro tu mano, buscando encontrar en tu delicadeza los sonidos que me despiertan. Duermo, y me pierdo en cada instante detrás de un sueño. Pensar que estoy despierto, que me cobijo con tu mirada; despertar con una lágrima y llorar con profunda tristeza. Muchas veces sentí que moría, y te perdía con el desconsuelo de olvidarte.

Mueve tus miedos con torpeza, con ganas de equivocarte, buscando lecciones que se ocultan, que se mezclan con locura. Nunca, en estos años de vida, pude ser capaz de consolar tu sonrisa, para que aprendieras a vivir con dolor, a sufrir con sonrisas. Y entonces, cada día te encuentro donde te pierdes, y te llevo palabras que hablan a tu corazón, como la caricia que nunca diste.

Pero muero, y despierto aturdido en medio de la nostalgia, queriendo ser compañero, queriendo descansar preocupaciones. Y me besas, con tus labios que hacen cosquillas y me desvelan una sonrisa. Apacible, austera, calmada, como tu voz por las mañanas, y ese olor de tu boca, ese olor que me enamora; quiero robar una estrella del cielo y ponerla a brillar en tu camino; quiero pintarte un cuadro con flores eternas, para que cada mañana refresques tus ojos.

Y aunque el tiempo pasa lento, como el viento al soplar, yo entiendo de argumentos válidos, y al menos intento enamorarte con estos versos. Por media hora a tu lado, soy capaz de venderle el cielo a la noche, para que la luna sea tu espejo, para que en el frío, mi abrazo sea tu cobijo. Duerme, para que te acurruques en mis regazos, duerme, para que sueñes con certeza. Por cada meta, una intención que muerde tus entrañas, que te pellizca por las mañanas.

Yo no soy más que párrafos en desorden, pensamientos compartidos. Lo que todos sentimos.  Es momento de actuar, dejar las palabras a un lado y olvidar las metáforas. Tal vez duela, y con lágrimas recuerdes el pasado. Aquellos días de magia, de soñar despiertos; de construir castillos en el aire. Hoy nada existe, solo memorias. Por eso quiero que tomes mis manos y te acerques. Quiero que entiendas lo que significas. Por cada beso, un sueño se acerca; y con tu sonrisa, ilusión. Duerme, y sueña. Cobijate con mi mirada...y si lloras con tristeza, tengo para ti una sonrisa enamorada.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Convertir tus labios en un verso.


Voy dedicándole tiempo a coser tus sueños con los míos, como las tardes que soñábamos en el viento y compartíamos el futuro en palabras añejas, vencidas, tal vez un poco abstractas y con criterios desprevenidos. Sin pensarlo tanto, solo queriéndote sin exigencias, con ternura. Esperando nada a cambio de tus besos, solo dos palabras que calmaran mis miedos; tus silencios nerviosos y tu sonrisa que dudaba mientras aprendías a querer.

Fui conociéndome en tus ojos; tu mirada contaba secretos sostenidos, notas claras, evidentes, que se pierden en el dulce de sus intenciones. Por momentos, pensaba en convertir tus labios en un verso y, tal vez, sacudirme el corazón de sentimientos, para que leas y entiendas que lo que siento por ti no se explica con motivos, sino con palabras que se demuestran, que se confunden en el sonido de un susurro al dormir.

Y muero cada vez que olvidas, que dudas, que lloras y te duele. Pero en el camino de este sendero, mientras tomo tu mano y camino sin dudar, voy haciéndole promesas a tus mentiras, y de alguna manera me comprometo a hacerte sonreír por las mañanas y cuidarte por las noches; solo para que mis motivos sean más que tus miedos, solo para que algún día encuentres entre mis palabras las pistas de este amor que nace, que cautiva.

Como en aquellas tardes de conversaciones, cuando decías con nostalgia que te dolía, hoy son palabras que te acarician y me convierto en tu alegría repentina. Y me dedico a coser sueños, a sanar heridas; a pretender regalarte ilusiones por medio de ideas, que de alguna forma se conviertan en un abrazo, una esperanza. Puede que duela, que lastime; a veces entender un significado se resuelve con paciencia, con tiempo. 

Y, sin ser pretencioso, me arriesgo a escribirte un futuro posible; doy pinceladas a ese cuadro mientras le recito cartas a tus besos; puedo confundir tus sentimientos, mezclar tristeza con sonrisas, esconder en tus besos mi alegría; puedo terminar este cuento en un párrafo o simplemente nunca dejar de escribir sobre tu mirada. Pero poco a poco voy redactando líneas enteras, rimas sin fundamento; solo con una intensión clara, una intención evidente...robarte los miedos, esconderte las lágrimas; disfrutar tus besos y calcar sonrisas en tus labios.

Pero con la experiencia que deja la amargura en el paladar, con la cobardía de tenerle miedo a la felicidad, hoy solo le escribo a tus ojos, para que escuches una vez más. De todos modos, las casualidades son parte de la historia, y yo busco cómo enamorarte con sorpresas; un silencio que guarda tu boca es mi motivo para hacerte reír, para que sueñes conmigo. Pueden ser palabras añejas, como aquellas tardes donde soñábamos en el viento; pero hoy quiero dedicarle tiempo a coser sueños, los tuyos con los míos. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Te pido.

Duerme una sonrisa en cada lágrima que encarcelas, como celando con certeza tus emociones. Tomas un café con la tristeza, escuchas recitar poemas a la melancolía.  Pero duele, y lastima esa sensación de impotencia. Quiero ser un respiro en el ahogo y convertir estas palabras en un abrazo; quiero dibujar una sonrisa que te ilusione, un momento de perder la memoria; escuchar con atención la delicadeza de una brisa al soplar.

Por eso pongo al viento a susurrarte al oído cada detalle que muere, que queda en el olvido. Mientras tanto, escondo en una mano tus miedos y confundo con sílabas a tus lágrimas; solo quiero darte un instante de consuelo, un segundo de alegría. Escribir en las nubes que no mueres en silencio, que no mueres escondido. Solo pretendo que escuches, que pongas a dormir tu tristeza; quiero despertar un motivo que se disfrace de fuerza.

Tal vez he perdido la noción de las palabras. Poco a poco voy olvidando la musicalidad en lo que escribo. Ahora todo se muestra tambaleante, sin sentido, injusto y hasta un poco cortante. Las ideas que hace un tiempo se confundían en un sueño, hoy son parte de este cuadro sin colores; un sendero sin camino. Pero escribo, sin cansarme, porque hasta cierto punto es lo único que sé hacer. La única manera de comunicar en pocos minutos las cosas que siento, que voy aprendiendo en el camino.

Seguramente, con el paso de los años, llegará el momento donde cada noche sueñe en blanco, perdiendo la cordura y alimentando mis días con la tortura de perderme, de dejar a un lado mi pasado y sobrevivir a pesar de la tristeza. Puede que el cuerpo me pese, y las arrugas me compliquen la vista; tal vez olvide detalles y hasta me cueste escuchar al que me habla. Y, de todas formas, para allá vamos todos. Con el mismo lineamiento, mismo principio, mismo final; como cuentos carentes de creatividad, como una crisis de la existencia. Luchar para morir, sobrevivir para luchar; morir en la lucha y mezclar con lagrimas, felicidad.

Y por eso te entiendo. Por eso tiene sentido lo que dices, lo que sientes, lo que escribes; incluso lo que callas, pero es fácil de leer en tu mirada, tus ojos tristes, tus palabras sin tono. Mueres en la melancolía, en el pasado; mueres sin abrir los ojos, sin sentirte vivo. Porque has luchado para sobrevivir; ahora sientes que mueres en la lucha. Pero tengo fuerzas para compartir, tengo ilusiones que regalar; tengo enseñanzas y tengo preguntas. Tengo tantas cosas que aprender todavía. Cosas que necesito escuchar, lineamientos que quiero seguir.

Por eso te pido que no mueras en vida, ni mueras para partir. Te pido que luches en vida, que luches por mi.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Por eso escribo.


Si pudiera, dibujaría una sonrisa en tus labios, le robaría el brillo a una estrella. Coquetearía un rato con tus sueños y, en cuestión de segundos, los haría realidad. Quisiera tener una caja pequeña, y ahí, en un rincón, poder esconder tus miedos y dejar perdida tu tristeza. Quiero diseñar una idea que se confunda con tu alegría, y, tomados de la mano, escribirle un cuento a la vida, palabras y melancolía; una rima triste que se endulza con tu ternura, con tu mirada.

Alimento mis fuerzas con tus labios, y en cada beso coloreo una sonrisa. El silencio de una tarde sin viento se cobija con los recuerdos que vas dejando, como conquistando con ingenuidad y dejando pistas para volver. Por eso me pierdo en tus brazos, sin importar ser impreciso; con cada día, la ironía de la vida me ha enseñado a ser un poco más niño; y en cada instante, en cada momento, vivo calcando recuerdos, dibujando memorias; un intento de no olvidar, de aprender, de calcular en cada momento las trampas del ayer.

Por eso escribo, para soñar, y redacto historias en el mismo lugar. Entre palabras voy dejando pistas para volver; escribo en el viento para olvidar o en una piedra para recordar. Escribo, como tarareando canciones sin letra. Y a cada sueño le hago un poema, buscando rimar alegrías con tristezas; robarte un impulso, una sonrisa; hacer un camino entre estrofas que me lleven a enamorarte, a hacerte mía.

Por eso le robo brillo a las estrellas y hago escaleras de mis abrazos, para que alcances tus sueños, y, si caes, apañarte con mis manos. Escribo para que nunca dudes, pues si algún día falto, estas palabras se quedan, se anclan en tu memoria. Y por las noches te haré cosquillas mientras lloras, te enseñaré las opciones que olvidas; y por las mañanas, escribiré una vez más, mientras duermes; con la inspiración de tus sueños; para que nunca olvides que a pesar del dolor la alegría siempre es opción. Hoy, quiero tener una caja, pequeña; un rincón vacío, para que escondas tus miedos; un lugar que no recuerdes, para que dejes perdida la tristeza; y así, de alguna forma, cuidar tu alegría y, por supuesto, escribir para que sueñes.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Un instante que no encuentra final.


Pierdo en un reflejo por la mañana la imagen de la realidad, la que se oculta. En cada instante del camino, en cada mirada por la ventana, todo se muestra distinto, sin alma. Hay gritos que ensordecen, pero nadie escucha; hay lágrimas que ahogan, pero a nadie enternecen. Se vuelve amargo vivir sabiendo que muchos olvidan que hay un mundo distinto en donde no existe igualdad. Pero nos venden mentiras que compramos sin rebajas; no es momento para dejarnos olvidar, es momento para comenzar a actuar.

Muchas tardes repasé, en silencio, ideas de mi mente. Eran intentos, distintas maneras de acaparar mis sentidos. Incluso, intenté aprenderme de memoria recetas de la vida, para sentirme listo, preparado. Hoy, en cada segundo, mucha gente muere de hambre, de tristeza. Un sistema difícil, que absorbe y carcome a quienes menos pueden. Por eso decidí caminar y abrir los ojos una vez más.

Dejar en esta tarde la mirada eterna en el paisaje, escuchando por instantes la imprecisión del silencio, el mismo viento que juega a refrescar pensamientos. Como los árboles, escondidos para ser vistos, como la bulla, la que se muestra para ser obviada. Al final, con cada paso se desvela la realidad, la que se maquilla con pinceladas de ironía. Un retrato amargo que no vende felicidad, un grito desesperado que llora en silencio, con intensidad.

Poco a poco se le va perdiendo el ritmo a la razón, y se siente en el corazón el desgarro de una verdad que grita por ser recordada, que carcome los sentidos. La misma que arrebata lágrimas por las noches, cuando el frío encuentra un rincón en las sabanas, revelando la crudeza de un sistema social que olvida al que no debe; que golpea al que no lo merece.

El paisaje se torna gris, se alimenta de inseguridad. El destello de la naturaleza, ese recuerdo para olvidar, donde se pierde la simetría en lo natural, la perfección del aire al respirar. La seguridad se borra con la mirada que destroza diferencias; que no entiende de justicia. Como un despecho de la socidad, demostrando en cada paso la nostalgia de la verdad. Y se convierte todo en un cuadro pintado de colores fríos, de miradas vacías; de desordenes y olvidos, el susurro desesperado de una circunstancia, de un instante que no encuentra final.

Ahora, en silencio, cada esquina del cuadro se borra con tristeza. Es una imagen que impacta, que lastima. La realidad de muchos que importa a pocos. El escondite de la mentira, una nostalgia que llora vergüenza, antipatía. Una señal para volver los ojos y ver a donde no queremos ver. Una puerta para ayudar, para borrar tristezas, lágrimas. Una manera de presionar, y que esa circunstancia encuentre su final.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Para que empieces a soñar.


Solo acuéstate, cierra los ojos. Busca en cada rincón de tus sentimientos esa idea que persiste, el motivo que alimenta; y en la esquina de tus sonrisas, piérdete en tu tranquilidad, en tu misterio. Quiero convencer a tus sentimientos y robarle un suspiro a tus pulmones. Una vez, y hasta dos; repetiría en susurro cada palabra a tu corazón. Para que escuches, y de una vez por todas comiences a soñar, a vivir.

No hace falta mentir; las delicias de esta vida se saborean al sufrir. Y por más que lo leas no lo entenderás. Llegarán momentos donde limpiarás la tristeza con tus lágrimas, como una forma de escurrir el dolor; y con un beso o una caricia comprometerás tu alegría a la magia, en un instante repentino, que se encadena a tu mirada; esas ganas de sonreír, esa terquedad de la felicidad por abrazarte. Y justo cuando se mojan tus ojos, logro robarte aquél suspiro; una forma de apañar en mis manos la sonrisa que muere.

Caminas pensando, sobra la línea del tren. La misma tarde, el mismo camino. Y en lo que callas escondes tus miedos. A lo lejos se nota que viene, y la lluvia se convierte en la ironía de tu tristeza; como el sarcasmo del dolor. Lo escuchas venir, y los latidos del corazón hacen rima con el viento, la brisa fresca que acaricia tus silencios. Es momento de dudar, de cuestionar cada pequeño detalle de la vida; es momento de perder la razón y actuar con locura, con pasión; quiero que leas en voz alta, quiero convencer a tus sentimientos.

No te permitas olvidar. Yo escribo para que interiorices. Y sin pensarlo dos veces, me convierto en el abrazo que te falta, en el beso que te da fuerza. Quiero que caigas en la trampa de estas palabras, y que con una sonrisa colándose en tus labios, recuerdes que los momentos suelen ser inexactos; y aún en la injusticia puedes sacarle provecho a la experiencia. Quiero robarle ese suspiro a tus pulmones y dibujar tu sonrisa en el viento. Quiero respirar tu alegría y saber que eres libre en el intento.

Sólo acuéstate, cierra los ojos. Y ahí, donde la idea persiste, piérdete en la tranquilidad, para que de una vez por todas empieces a soñar. Cierra los ojos. Lee en voz alta. No te permitas olvidar. Al final de este cuento todo consiste en interiorizar, en aprender que la nostalgia sabe mejor en compañía, y que la tristeza es el drenaje del dolor. Ahora dibujo tu sonrisa, en el viento, y encadeno tu alegría a lo incierto, para que juegues a ser feliz aún en tus miedos. Y quizás, una tarde de lluvia, una tarde dispersa, me veas con alegría, como tu camisa de fuerza; entonces poder secar tus lágrimas, besar tus labios; y sentirte completa acurrucada en mis regazos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Vuelve.


Como una rima de tus ojos y las estrellas, le escribo una carta a la memoria; aquellos momentos. Para recordar el sabor de tus besos y la ternura de tus labios. Vuelve, como el frío por las noches. Vuelve y juega a ser preciso, cauteloso. Sin engaños, solo destellos; la Luna en el cielo y el descanso en la noche. Y apoyo mi cabeza en tus silencios, para escuchar lo que callas; una manera de amarte, una forma distinta de adorarte. Juego en tus ojos a ser invisible para el dolor, un abrazo, dos besos; un adiós.

Vuelve. Y con su ternura, el descaro. La misma maña de golpear, el mismo intento de pintar sin siquiera saber colorear. El sonido que se resquebraja en la silueta del atardecer, mientras se rompe en pedazos el corazón, la cordura. Recuerdo; ahora vuelve. Con lágrimas y heridas. Austera, calmada; calculadora; con mirada fija, tentadora. Una mala jugada, dos segundos insensatos; la cruel encrucijada, el arrebato perdido con la mentira que calla. En silencio. En vacío.

Y no entiendes nada. Pretensiones, minutos de magia. Mientras llueve, olvido aquello, lo que duele. En cada gota, una lágrima que escurro entre sílabas. Duermo acurrucado en su sonrisa, tierno abrazo, una caricia. Para intentar arrebatar una sonrisa, para sanar tu herida y robarle al cielo una estrella. Solo quiero iluminar tu noche, para que en la oscuridad no olvides tus sueños, y con el brillo del cielo, la simpleza de un detalle, puedas canjear el miedo por ideales. Así, con cada intención le escribes versos al poema, una rima que te invita a ser feliz en la tristeza.

Sí. Vuelve. Con su mirada, con su sonrisa. Por eso me dedico a guardar silencios, a cosechar verdades. Y vivo soñando, para dormir la realidad. Pues lo que hoy es mañana, para mañana es el ayer. Si lo logras, cosecha entre párrafos un susurro que enfrenta, como la terquedad en tu razón. Sueña sin soñar viviendo despierto, quiero que vivas mientras sueñas para que te duela menos. Sueña por soñar, sabiendo que en el sueño descansarás. Sueña para aprender, y al despertar, cada lección un nuevo sueño te dará. Cumple ese sueño, el que sueñas al despertar, y duerme tus miedos para soñar tu realidad.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Una sonrisa en tu mirada.


Con cada palabra escurres tu tristeza. Recuerdo que soñabas, que convertías pinceladas en sonrisas; recuerdo cuando crecías, y diseñabas sentimientos con caricias. Como la magia que nace en tu mirada, logras calcar intentos con esperanzas. Y ahora recito tus pasos, convirtiendo tu mundo en una rima, en una estrofa que camina a tu corazón. Sin perderme, sigo el sendero de tus labios, para llegar a la dulzura de tu cuerpo, y ahí, solos los dos, borrarle las huellas al dolor, a la tristeza.

Pero cambia. La circunstancia lastima. Aún buscando la paciencia, me dejo llevar por la agonía. Solo para probar. Solo para probarme. Una forma de conocerme, una prueba para superarme. Porque juego a estar perdido, para encontrar lo que perdí; porque me acerco a mis miedos, para aprender con la precisión del dolor, de la amargura. Y ahí, abajo, solo queda subir, crecer. De la misma forma que nace la nostalgia en una tarde lluviosa, hoy le suelto amarras a una lágrima sinuosa, terca.

Y cuentas. Cuentas dos veces, en silencio y con la calma que presta un suspiro. Y entonces buscas la lágrima que detiene tus latidos, tan terca. Solo lloras. Como escribiéndole una carta a la tristeza, como intentando aprender a la primera. Te desesperas. Corres para alcanzar la cordura, la razón. Te escondes, y juegas a ser invisible en tu circunstancia. Pero fallas. Te equivocas y repites tus ideas en la mente, repasando los dictados, los apuntes en tu mente. Duele.

Duele, y miras tus manos sucias, cansadas. Cierras los ojos y amarras tus pensamientos, tratando de encarcelar un sentimiento que trata de colarse en tu tristeza. Una simple idea vacía o la ironía del instante perdido. Pero cuesta aceptarlo, y en la enredadera de tu mente olvidas un detalle. Y aprovechas un descuido de la vida, un silencio con forma de esperanza, para abrazar una sonrisa en tus labios y acariciar la ternura de sus ojos.

Son esos instantes de carcajadas, oportunidades descobijando lástimas. Me quedo inmóvil, pretendiendo que no me vean. Y muevo mis manos, escribiendo en el aire un cuento, un poema en forma de verso; y trato en una rima de responder la pregunta que insiste, que golpea. Terca y necia, como aquella lágrima que le corta el ritmo a mis latidos; un poco de constancia mezclada con la torpeza del momento, dos segundos de descuido y lo irónico con lo perverso; me olvido del detalle, la pregunta con su respuesta, y obviando la importancia, me pierdo en la incoherencia. Cuento dos veces, en silencio, buscando esa lágrima terca; cuento dos veces y escribo una carta, con la calma que presta un suspiro.

Sueñas. Duermes. Como hace un tiempo, cuando soñabas, cuando convertías pinceladas en sonrisas. Aquél cuadro que dibujaste, el retrato del presente. Del pasado. Una imagen en colores, palabras que se juntan para darle forma a tus emociones. No logras esconder entre líneas lo que sientes. Leo. Recuerdo mientras escribo. Y me aferro a aquellos ojos, aquella sonrisa. Sin soltar mis promesas, sin olvidar cada paso. Pongo a dormir tus ojos tristes, tu mirada cansada. Y con un abrazo, o una caricia, intento que rediseñes actitudes, pensamientos; intento que sueñes...que calques una sonrisa en tu mirada.

domingo, 30 de octubre de 2011

Colarme en tu tristeza.


Con palabras y en secreto, pienso en alguna forma de limpiar tus lágrimas. Más que un hombro, te doy mis brazos enteros, para que en la tristeza tengas dónde apoyarte. Y si la vida parece desquitarse contigo, tengo palabras para que escuches, tengo lo que olvidas cuando duele, cuando no entiendes lo que sucede. Tengo silencio, tengo un abrazo; y escribo para que leas, para que calmes tus miedos. Y en la capacidad de una mirada fija, transparente; un futuro que no se borra con la suerte, está impregnada una enseñanza permanente, una meta; una promesa.

Quiero llegar al fondo de tu preocupación y arrancar con la fuerza de este párrafo cada uno de tus miedos. Pero cuesta, y levantarse se convierte en una prueba, un examen a tu corazón, a tus convicciones. Es este el preciso momento de tu vida en el que aprovechas para recordar, para interiorizar cada pequeño detalle; es el momento para engrasar la rigidez de tus límites y convertir tus lágrimas en fortaleza. Al final, cuando todo haya pasado, ver para atrás será saborear tus logros con mayor detalle, con mayor frescura.

Es momento de desempolvar tus ideas. Cierra tus ojos en frente de un espejo, para que no veas con el prejuicio de la circunstancia, y en las oscuridad imagina el reflejo de tus ojos, en cada brillo se cuela un impulso de sonrisa, de carcajada; ahí, en ese instante, limpia la lágrima que cae por tu mejilla, y con la más grande de las convicciones sonríe, y con el permiso de tu tristeza, convierte tu alegría en certeza, para esquivar heridas y dormir vacíos. Hoy, y en tus circunstancia, saca la mejor parte de ti, cosecha el sentimiento de orgullo y lo completas con cada meta, en corto plazo, y lejos en el horizonte, para que poco a poco se llene con instantes mágicos, con carcajadas aleatorias. Ánimo, que la mejor parte de tu vida juega a las escondidas; una manera diferente de que valores tus conquistas.

Y no pretendo provocar tu sonrisa ni colarme en tu tristeza. Intento que coseches recuerdos, que re-elabores tus sueños. Porque las metas no se han perdido, simplemente se han movido en el tiempo. Es la fortuna, la fortaleza del que rompe la rutina; una forma de dejar intactos los motivos y con el pasado construir un escudo de aprendizaje que te haga crecer, comprender que en los malos momentos surge la mejor parte de nosotros. Simple actitud, tener el convencimiento de que a la vida le marcamos los tiempos, porque siempre, a pesar de los golpes, puedes encontrar fuerza para seguir en la simpleza de un paisaje o en el olor a café por la mañana.

domingo, 23 de octubre de 2011

Como una ventana, aquella posibilidad.


Como la lluvia, que acaricia tus labios, y con esa forma tan única de arrebatarte suspiros. Quiero acurrucar mis sentidos, descansar mi fuerza en tus manos, y sentir en tus dedos la inspiración que me llena, que me motiva; luego pintar, y dibujar en el viento tus ojos, la belleza perfecta de tu mirada, y en los detalles esconderle lágrimas a tus sonrisas, para que con la mañana, el sol, sientas en tu vida un abrazo que calma, una forma distinta de cobijar tus miedos.

Con cada día una nueva respuesta, una pregunta que muere. Y siento que ahora todo tiene forma, cada pieza perdida, cada retrato de tristeza. Por eso me la vivo guardando recuerdos en mi memoria, para nunca olvidar lo que costó tenerte, lo que disfruto abrazarte, lo que lucho por amarrar tus labios a los míos. Quiero llegar en silencio a tu corazón, y hacerle cosquillas a tu dolor, para que sonrías con sentimiento, con emoción.

Pero jamás olvidar, dejar de sentir; jamás intentar alejarme de ti. Como una receta de amor, la manera perfecta de colarme en tus pensamientos y que recuerdes con alegría los momentos que pasan, que vivimos. Como tus manos con las mías, como tus labios y los míos. Y cada carta que te escribo camuflando un destino, con las palabras que buscan abrazarte en el frío. Donde escurro con tinta, en papel, estrofas que tienen la forma de tu sonrisa.

Por eso defino caminos, diseño senderos que se conviertan en un rompecabezas, una forma diferente de enamorarte, de que me acompañes en la vida. Para que cada día algo diferente alimente lo que nace, lo que vivimos; asesinando rutinas, desperdicios, vacíos y silencios; para hacer eficiente los segundos, y en cada beso exprimir un poquito de felicidad, y en tu mirada esconderle a mis labios la forma de reír, de ser feliz. Como un papel cuadriculado, marcando con tinta recuadros, trampas, verdades maquilladas; y esconder dos palabras al final del camino, que te hagan entender lo que siento contigo.

La verdad, estas palabras pretenden colorear la realidad. Tal vez te encuentres en alguna frase, puede que recuerdes momentos pasados, sentimientos que se drenan en la memoria. Quizás es una manera de disfrutar, de leer para nunca olvidar. Una forma distinta de que escuches lo que siento, o lo que me haces sentir. Como una ventana, una posibilidad.

Son dos trampas, un secreto, tu sonrisa y mis labios; tus manos, la delicadeza de un beso y el olor en tu cuerpo. Confundo, como enredo, entre líneas recito, guardo en el final la respuesta, con un silencio en las cortinas. Busca lo que encuentras para que no pierdas lo que buscaste; por eso cuida lo que encuentras para buscar lo que perdiste. No sueltes por torpezas lo que encuentras al buscar, y de esa forma buscaras sin torpezas para encontrarte al final.

domingo, 16 de octubre de 2011

Magia en el desierto.

La silueta perfecta, el descanso intenso de la mirada fija, austera; el sonido, la música que despierta recuerdos, formas poco claras de llegar al corazón, de abrazar de distintas formas la idea de que vivir es cuestión de luchar, sin poder leer entre líneas el secreto que marca los tiempos de la soberbia, la arrogancia. Una forma de tachar las palabras escritas, de borrar sentimientos vencidos; tal vez, un camino que encuentra su destino en cada página, en cada cuento que escribo.

Poco a poco he ido calcando sonrisas, imitando sentimientos; las emociones, las que nacen ahí adentro, se convidan conmigo para hablarte al oído, recordarte entre rimas que son los silencios los que le dan vida a la bulla, al escándalo de una carcajada; y que cada lágrima guarda en sus propiedades la receta mágica para disfrutar el placer de vivir, pues cada error en esta vida se convierte en una forma de aprender, corregir con tinta blanca las mentiras que quisiste creer, las mismas que te hicieron caer.

Y nadie se salva de la desconfianza, como devorando a cada instante las promesas del amor; como esquivando con risa sarcástica la consecuencia de cada acto, pretendiendo poder obviar que la vida se devuelve, que la vida pasa páginas pero nunca olvida, y cada movimiento que tenga en su estrategia la respuesta con dolor de una persona sin vela, queda marcado en el retrovisor de la ironía, para convertirse más temprano que tarde en la realidad del que lastima.

Con los días aprenderás, y vivir se convertirá en un proceso para mejorar, para cuidar; recapacitar cada pequeño detalle del mosaico, de la gran imagen; y salirnos del pensamiento cuadrado para al menos cosechar lecciones, embargar a la tristeza con un cuaderno de ilusiones. Al final, todo se trata de cumplir los sueños, de hacer magia en el desierto; de sonreír en el dolor y levantarse del barro; de cosechar sonrisas y regalar besos; de capturar en una fotografía la simpleza de los detalles, el deseo casi automático de ser felices en la tristeza.

Ahora, cuando menos lo piensas, entra la memoria en el desván de tu presente, esperando para ser usada, evitando ser olvidada. Pues cada herida del pasado se cura con la enseñanza que le damos; de esa forma, sufrir es simplemente un paso del proceso, un momento oportuno, pues del dolor nace la llave para reír, para poder de alguna forma, vivir. Y así, entender en cuestión de segundos, que ser una buena persona representa el sueño por el que luchamos, la alegría que se importa de los momentos incómodos, cuando el corazón se desgarra en memorias.

Cierra los ojos, sonríe. Permítete soñar con soltura, con grandeza. Demuestrate que la capacidad de ser feliz se combina con los reflejos del pasado, y que la forma más perfecta de sonreír, es poniéndole trampas a la tristeza. Un detalle, una simple forma de leer la vida, de cosechar sonrisas. La inmensa conquista de cumplir el sueño de tu corazón; por eso, de cada lágrima que dejes salir, de cada herida que te marque y cada silencio que olvides, aprende a tomar apuntes, de marcar los tiempos. Al final, todo se trata de cumplir los sueños...de hacer magia en el desierto.

domingo, 9 de octubre de 2011

Aroma de café.


Una tarde de Noviembre, un momento cualquiera. Las lágrimas en la mesa de noche hacían del silencio un vacío repentino. Llovía, y con el viento, la tristeza parecía colarse entre las sábanas. Yo, sostenía un vaso con agua, fría, como tu piel, como tu mirada. Con la nostalgia de quien pierde lo que quiere, de quien cae en el intento; sentir sobre sus hombros el peso de la desgracia, la injusticia.

Y te vi sufrir. Con cada suspiro le robabas vida al viento; una fortaleza vencida, un desgarro marcado, una herida imborrable y el reflejo de dolor en tu mejilla. Tus ojos mojados, tu tristeza palpable; y el ruido de tu corazón ensordecía el cuarto, como queriendo salir, como queriendo hablar; podía sentirte viva, tan despedazada y adolorida; tan cansada. Luego de tantos golpes, la vida se convertía en una cuesta empinada, un sacrificio sin sentido.

Yo, sosteniendo aquel vaso con agua, te miraba, fijamente, con impotencia de no poder limpiar tus lágrimas, de verte golpeada, de ver como borrabas tus sueños con palabras, con gestos; incluso pensamientos, ideas poco claras que se quedan en aquella tarde de Noviembre, cuando todo cambió, cuando un poco de ti murió. Y pude escuchar, pude oler; como descubriendo secretos en el ayer.

Un aroma de café, el descanso de la eternidad, un simple olvido del destino y poner a jugar a la suerte. Un sonrisa que se recuerda, palabras formando oraciones: arquitecto de ilusiones. Como la flor que pinta un cuadro, como el sol que enciende las mañanas; como el viento buscando bailar con las hojas secas. Aroma de café, tierno y constante; efímero e incongruente; dulce y tan amargo. Aroma de café, de aquellas tardes de compartir, de reír; de aprender a vivir.

Una taza, caliente, y aroma de café. Un abrazo al frío de tus manos, a la sequedad de tu cuerpo. Un olor de memorias, de recuerdos. Un colador de ilusiones que sea capaz de cambiar tus emociones. Un simple aroma, y yo, sosteniendo aquél vaso con agua, buscaba un atajo a tu sonrisa, una manera de que sintieras brisa en el encierro de tu mente, en la agonía del presente. Por eso tuve la idea de que recordaras, de que sonrieras.

Y con un recuerdo, limpiar tus lágrimas, borrar tu tristeza. Con el café, ese aroma que te enamora, que te hace soñar. Como aquella tarde cuando aprendiste a caminar, y seguías mis manos en el aire, como pretendiendo alcanzar tus metas; como cuando empezaste a hablar, como cuando te caíste y te volviste a levantar. Como tantas mañanas cuando conversamos en la terraza, y tus ojos, delicados y preciosos, me recordaban cada una de mis razones de vivir.

La misma taza de café que tomamos tantas veces y en tantos momentos. Desde niña hasta mujer; y en cada momento compartimos sonrisas y palabras; memorias que se anclan al recuerdo, a tu memoria, y ahora que sufres, ahora que lloras, ahora que el mundo se te complica, busco atrapar una sonrisa en tus labios, la alegría que mereces y por la que has luchado. Una taza de café que caliente tu corazón; y el aroma...el mismo que te llena de ilusión, que te motiva a soñar, a luchar; y seguir a pesar de fallar.

domingo, 2 de octubre de 2011

Una forma de cambiar tu vida.


Ahora desangro tu dolor. Y descalzo camino hacia tus sueños para desnudar tus heridas, sanar tus dolores. Un simple impulso que motive, un cambio de dirección. Una nueva forma de ver la vida y la convicción de luchar hasta el final. Poner tu corazón a latir, a llorar, sudando al lado de una estrella fugaz; efímera y completa, intentando secar la tristeza. Ahora calmo tu respiración con estas palabras, y pongo trampas de amor en cada punto. Puedes aprender a jugar, y sonreír con el dulce placer de llorar.

No puedo remendar los recuerdos que te lastiman. Pero hacerte ver el mundo desde otra perspectiva sería mi manera de quererte. Al final, los momentos son solo momentos. Una sonrisa pone a brillar un corazón sensible, abierto, y la ternura de tu voz le marca el ritmo a mi respiración. Por eso, cada herida se convierte en tu premio, en el reconocimiento de la vida por superar tus miedos; así, regalar sueños se convierte en la constante de una ecuación con dos variables: tu y yo.

Idealista. Y con un puñado de sentimientos limpio la tristeza de tus ojos. Con la simple idea clara y sencilla de anticipar los movimientos, las ideas, los pensamientos. Atacar cada instante la tristeza con la actitud positiva que escondes por miedo. Son los detalles más absurdos los que logran desamarrar tu alegría, el brillo de tus ojos; y con las lágrimas limpiando tus mejillas, te regalo un beso que te haga cosquillas, que te arrebate sonrisas.

Soñador. Y con un susurro en la noche pondré mi suerte en tus manos. Te regalaré mi pasado y mi presente, dispuesto a compartir contigo mi futuro. Caminar de la mano, que seas parte de mis triunfos, y en cada fracaso, dejar escurrir el dolor en cada uno de tus besos. Y me permito soñar, idealizar. Cosas que hemos dejado ir, hemos empezado a olvidar.

Y ahora recito mis pensamientos, y voy dibujando una sonrisa en tus labios. Un beso que se roba, que no se piensa ni se cobra. Y tus labios, tan delicados, juegan a ser uno con los míos. Una manera casi perfecta de poner hablar dos corazones extraños. Como una canción para dormir, porque es en sueños donde me recuesto en tu mirada, y tus ojos, una puerta más a amarte con soltura, con la naturalidad de sentirte mía desde siempre, de tu sueño, de nuestro sueño.

Con estas palabras trazo líneas rectas que buscan un camino a tu vida. Una forma de toparme con mi felicidad, con tu alegría; de confundir tus besos con mis sonrisas. De saborear por las noches, tus caricias, y cada mañana, al despertar, escuchar tus latidos mientras duermes. Poder soñar despierto, poder pensar en ilusiones; poder planear mientras duermo las mil formas de que te enamores.

Es respirando tu olor que te siento cerca. Es tomando tus manos que mi vida se topa con suerte. Por eso, de intercambio, pretendo regalarte una forma de cambiar tu vida, de olvidar fronteras. Una manera de coser heridas, de llenar el vacío; de olvidar el pasado y tenerte conmigo. Como un capricho, me dedico a darle forma escrita a mis ideas, con la obsesión de hacerte feliz como sea. Sin pensarlo, solo actuando; y en silencio, los secretos del verso se pierden en el final de este cuento.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Y algún día, tal vez.


Claro que tengo que ser delicado, quiero pintarte sonrisas en los labios con amaneceres; escribir el guión de un sueño en tus noches, y en cada página, sin que lo notes, esconder un beso, una caricia; o simplemente convertir palabras en ilusiones. Por eso entre párrafos voy armando el rompecabezas de tu mirada e intento darle respiro a mi agitación. Si tus ojos son la puerta del destino, quiero robarte besos y limpiar tus lágrimas, y algún día, tal vez, sentir tus latidos junto a los míos.

Tengo que ser fuerte, paciente. Porque conquistar tus pensamientos es el deseo de mi suerte, y lucho cada noche contra los miedos que silencian mis canciones, contra la bulla que no me deja entender de razones. Puede que no sepa adornar tu vida, que mis palabras se queden cortas. Puede que aún escondiendo que estas palabras van para ti, sepas que cada gota que sudo, cada pequeño detalle de mi vida, se llena con la ilusión que, tal vez sin sentido, me regalan tus palabras.

Te conviertes en el futuro, en la incógnita de mi vida. En la posibilidad, la simple posibilidad de convertir un sueño en mi realidad. Una oportunidad, un deseo. Y nada más que eso. Pero poco a poco dejo a mi imaginación correr, y definiéndote mi falta de cordura, trato de conquistarte a la distancia, trato de que pienses lo que pienso. Sí, como escribiendo el guión de un sueño en tus noches.

Duermo, deliro mientras camino. La vida ahora gira, cambia, se esconde. Y los restos del pasado van clavando espinas en los pies. Una simple aceptación, la realidad de que las cosas vuelven a cambiar. Pero con la luz de tus palabras, de tu voz, de tu mirada. Y con esa ilusión que enreda mis sentidos logro calmar las ansias de caer, de llorar. Una vez más, solo una más. Pero suenan los latidos del corazón, y con tus manos, la tranquilidad del cuidado, el silencio y tu mirada; toda mezcla perfecta de olvido y esperanza.

Enamorado de la oportunidad, la que tiene tu olor, la que dejas escapar mientras respiras. Por eso, cada pensamiento que te regalo se convierte en mi camisa de fuerza, en mi almohada; el descanso que necesito y la caricia que me preparas. Puede que se derrumbe el mundo entero, pero la intención de luchar por tus besos me motiva a construir todo de nuevo, a creer en el viento, el que respiras y te da vida; en imaginarte mía por un segundo, un momento de eternidad, el regalo del tiempo con la ironía de la realidad.

Pero en estás páginas puedo escribir lo que sea. Puedo escribir el guión de tus sueños. Puedo esconderte besos y caricias. Puedo pintarte amaneceres que se confundan en sonrisas, convertir estrofas en ilusiones. Incluso, puedo intentar robarte un beso o limpiarte una lágrima. Pero las palabras se llenan con el sentimiento, con las acciones. Por eso, permito que el tiempo juzgue lo que escribo, lo que te digo. Y algún día, tal vez, sentir tus latidos junto a los míos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Y yo termino de contarte esta historia.


Yo cuidaba de tus sueños. Intentaba protegerte de tus miedos. Y en la calma que traía la luna, yo dibujaba corazones en tus manos. Calentaba tu frío con mis labios. El dolor de tus heridas lo abrazaba con el reflejo de las estrellas. Por eso mi inspiración siempre calza con tu sonrisa. Y cada palabra que escribo tiene el olor de tus besos, tu recuerdo.

Era mi manera de cobijarte por las noches, la caricia delicada que necesitabas para dormir. Un beso, la ilusión de un instante eterno, un segundo rescatado, el silencio que se ignora. Y en cada puesta de sol te contaba historias, las que están calcadas en mi mente, las que muchas veces pinté con tus ojos, con la intención de conquistarte con ternura, con paciencia; entonces amarrar un lazo en tu memoria, con mi nombre escrito, para desnudar en sonrisas tu alegría, y poco a poco convertirte en felicidad.

Sin despertar, solo soñar. Solo consentir tus oídos con mis palabras, y poder poco a poco ablandarte el corazón. No será el sonido, ni la bulla de mis intenciones, a veces la simpleza de cada detalle se convierte en perfección, y contra luz, la silueta de este amor tuvo forma de sonrisa, de carcajada. Ahora, me he dedicado a disfrutar de tu alegría, de tus labios. Acurrucarme en tus regazos, compartirte mi vida. Quiero que tus ojos se conviertan en mi ventana, para ver paisajes preciosos cada día por la mañana.

Como un colador de sueños. Cierro los ojos y me enamoro cuando te veo. Siempre en lucha, la mente, la bruta. Por eso tuve oídos sordos, por eso siempre escuché el corazón. Duele. Duele pero no hay mejor dolor que dejar morir un poco de mi corazón, por un beso, por sentir tus manos; y cada lágrima en tu recuerdo la guardo en una gaveta, para recordar tus errores, y aprender de los míos.

Y algún día llegarás. Y te contaré las historias que habían en mi mente. Cuando cerraba los ojos y me enamoraba al verte. Cuando lloré por creer que te había encontrado. Y tantas cartas que te escribí, que ahora el tiempo las guarda en reposo. Y dibujaré corazones en tus manos, mientras duermes, con la luz de la luna. Y con cada estrella que brille le daré calor al frío de tus heridas. Y tus ojos serán mi ventana y tu sonrisa mi inspiración. Y te amarraré un lazo, un lazo con mi nombre; para que nunca olvides, para que nunca dudes.

Ahora el sol termina de ponerse y yo termino de contarte esta historia calcada en mi mente. Con la misma intención de hace tantos años; de conquistarte, con ternura y paciencia. Y una vez más, mi inspiración calza con tu sonrisa.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Mi viejo.


Una idea que surge, resuena. Un momento casi perdido, pero ganado. Aprovechándome del calendario, el que marca tu fecha. Un despilfarro de frases, de oraciones entrecortadas. Buscando un significado. O mejor, un sentimiento. Entonces marco líneas, repinto el norte, los escondites. Y escarbo el rincón de mi memoria, buscando algo. Una forma de remendar, de aliviar. Mejor dicho, de expresar. Para robarte una pequeña sonrisa, una simple alegría. Un pequeño rayo de luz. Una pequeña manera de demostrarte cuánto te quiero.

Y tal vez me pueda perder en la musicalidad de lo que escribo. Como esa característica, como la huella que marca cada cosa que escribo. Como un pincel, que pinta la obra; como estas palabras que dedico, que se inspiran en recuerdos y toman aire de memorias. Cosas que quedan, cosas que se olvidan; silencios que enseñan, palabras que suenan en la mente.

Desde pequeño, el cariño ha sido la constante; esa humor que cobijas con sonrisas y enseñanzas. La forma más delicada de cosechar sabiduría, la que con el paso de los años he ido absorbiendo, como estudiante de la vida, tomando cada lección como una forma más de seguir adelante. Pues no existe mejor profesor de mi camino que el que me ha enseñado con el ejemplo.

Una forma exquisita de dar la clase, de guiar los pasos. Manteniendo la cordura, perdiendo los estribos; pero siempre, en algún momento, ese arrebato de paciencia, de tener todo controlado. El balance. Las emociones, solo las pertinentes; y la calma, esa característica casi esencial que te ha mantenido el corazón latiendo en medio de tantos problemas.

Muchas lágrimas compartidas. Cuando estuvimos cerca de perder a la persona que más queríamos. Conversaciones que no han necesitado horas para representar algo en mi vida. Errores, discusiones; simples tareas que sudan conocimiento. Y del humor, ese fino compañero. La manera elegante y precisa de arrebatar sonrisas. Como regalando pequeños adelantos de alegría.

Ante todo la perseverancia. Puedo decir que he aprendido a no quedarme en el suelo, a luchar, a ver cada día con positivismo a pesar de estar en el fondo. Luchar, por una familia, por vivir, por simplemente respirar. Porque morimos en el momento donde dejamos de soñar; morimos cuando la ilusión se esconde, cuando se borra.

Esa forma de recitar. De expresar en la voz sentimientos que dormían en palabras, en párrafos sin leer. Simplemente no quiero dejar que nada se quede atrás, y traer conmigo el recuerdo de la persona que ha dejado su vida por mí; la persona que me ha puesto primero, la que me permite crecer, aprender, vivir y soñar. Solo quiero, con estas palabras, dedicar lo mejor de mí, a la persona que me ama sin presiones, sin exigencias; a quien le ha tocado sufrirme y disfrutarme desde que nací.

Y si tan solo pudiera dejar anclado este recuerdo tan perfecto, y tatuarlo con palabras en el tiempo; desearía poder alcanzar una sonrisa que te haga sentir bien. Pues a pesar de todo, de los problemas y los errores, la vida no pudo haberme regalado un papá mejor; y un día como hoy le doy gracias infinitas al destino por permitirme vivir cerca de una persona con el corazón tan grande, y compartir mi sangre y principios con él.

Por eso, estas palabras tienen un destino bien claro: tu corazón. Y quizás, sirva como un alivio en el dolor, el cansancio. Ese que te ha hecho tambalear. Pero te has mantenido fuerte, luchador. Como siempre te he visto. Y ahora, sencillamente te dedico lo que mejor puedo hacer, y lo envuelvo con la fachada de un regalo en este día tan importante. Simplemente, gracias por existir.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Ahora te dejo.

Ahora adorno mi presente con el recuerdo de tu mirada, pues es lo único que queda de ti. Aquella sonrisa inocente que me hacía soñar; tus manos unidas a las mías. Por eso decidí alejarme. Dejarte crecer. Luchando contra el dolor de dejarte ir, de olvidarme de tus besos. Por eso vendo recuerdos a quién quiera reír, porque la memoria es ahora la ironía de mi presente. Pero entiendo, y con el corazón en la mano, corto el pedazo que te pertenece a ti, para sanar la tristeza y curar las lágrimas que arden en mis ojos; y de una u otra forma perderte entre párrafos, olvidarte en palabras.

Siempre, detrás de tu sonrisa inocente, guardabas un secreto que mataba, una mentira evidente. Por eso, la dulzura de tus labios se convertía en el veneno de este amor de locos, un amor vencido desde el momento que, con los hechos, mataste la confianza. Un amor sin piernas que caminó por la insistencia, la necedad de un corazón distraído, un sentimiento golpeado; la absurda ilusión de creer que detrás de tus palabras guardabas una emoción, sin llegar nunca a entender que la fachada es muy distinta a lo que hay por dentro.

Y compré mentiras en rebajas, sin sospechar que el dolor se escondía en tu mirada. Pero es que era imposible imaginarte fría, calculadora. Era imposible creer que podías golpearme con ternura, con delicadeza. Porque en esta vida las heridas que más duelen son las hechas con amor. Un amor falso, que pretende pero nunca alcanza; un amor que se aprovecha de un sentimiento que empaña los ojos de la mente; como la locura que sentía cuando decías que me amabas; cuando sentías que te enamorabas.

Ahora te dejo, y lo hago para siempre. Para verte crecer, para que aprendas a vivir; a sufrir. Porque de eso se trata, de escribir memorias, coser recuerdos; aprender que los errores son tan necesarios como las sonrisas. Te dejo, y te veo crecer. Aprender. Y en poco tiempo serás una gran mujer, con la capacidad humana de querer, de amar. De serle fiel a los principios mas no a una persona; pues las personas fallan, los principios no.

Te veo crecer. Te veo aprender. Y hasta cierto punto fui tu cuaderno para escribir, tu prueba y error. Ese saco que se golpea, que se lastima; la lágrima que se desperdicia. La intensidad de lo insensato, una forma de interiorizar tu llanto; una puerta para tus mentiras, el objetivo de tu maldad. Pero todo vale la pena, pues ahora creces, ahora aprendes.

Ahora me toca a mi. Me toca crecer, me toca aprender. Fuiste mi cuaderno donde escribir, fuiste las palabras que dediqué. Esa inspiración que desaparece por momentos, esa luz que parpadea en mis recuerdos. Sobre todo fuiste la persona a la que amé, a la que cuidé. Con la que me equivoqué y aprendí. Fuiste, y exactamente eso es lo importante ahora; pues pretendo encarcelarte en el pasado y asfixiar tus mentiras con la esperanza de encontrarte con otro rostro, otra sonrisa y otros ojos que me ilusionen, que me motiven, pero ante todo que no lastimen.

Quiero un descanso. Quiero compartir con el sonido el silencio de mi circunstancia. Yo soy mi locura y mis ideas. Pero libre de sentir, de sufrir. Como un pintor de palabras en medio de un mar de desconsuelo. Pretendo dejar a un lado lo que pasa, y dedicarme a buscarte por el mundo, imaginar que existes.

Una vez más, en medio de tanta irracionalidad, entiendo que lo que acabó, no volverá. Es tan difícil disfrutar el presente con los recuerdos del pasado. Es tan difícil dejar el presente, con las esperanzas del futuro. Porque no crece el que no lucha, no aprende el que no se escucha.

Una manera poco real de decirle a la vida que estoy cansado de andar. Pero antes de dejar a un lado mis motivos, antes de cerrar la puerta a mis ideas. Antes de abandonar por siempre mi camino, antes de hacer silencio en tus oídos. Incluso antes de escribir estas palabras, prefiero buscarle un sentido a la ignorancia.

Cosechar las palabras viejas, y convertir rimas en realidades. Sentir que cada párrafo es un poco de mí, entregado para que el tiempo no me permita partir. De esa forma puedo pretender que la distancia será el recorrido que tengo que dar para encontrarme a mí. Y que, a pesar de todo, en cada rincón de mi cuerpo hay un poco de ti.

domingo, 28 de agosto de 2011

De recuerdos e ilusiones.


Es una manera de cerrar los ojos, una forma de soñar despierto. Es una idea que nace aquí adentro, una idea que se mezcla en lo incierto. Lo piensas como un sendero del destino, como el secreto que esconde el camino. Muchas veces sientes que te pierdes, que te borras. Sientes que el sonido del viento es un estorbo, duermes y olvidas por instantes el sabor de una sonrisa en tus labios.

Un simple gesto, la mirada que motiva, que calienta. Es un susurro de la felicidad, como la pertinencia de saber leer en tus lagrimas los trucos para limpiar tus miedos. Pues cuando el dolor agita tu corazón, y tus latidos pierden el ritmo, un deseo puro por sonreír se pierde en el arrebato de un sentimiento sin alma. Por eso, cierro cicatrices con los pensamientos que me motivan. Por eso aprendo de los errores para entenderme como humano. Y cuando la tristeza llena sus pulmones con tu respiración, hay tres motivos inacabables que te persiguen para hacerte feliz.

Una ilusión que llueve fuerza, que regala energía. Una ilusión que trafica felicidad cuando menos lo esperas. Es como mirar en el reojo el detalle de la vida. Como suspirar sin entender el por qué. Es un motivo que se convierte en hilo, que cose heridas, que sana recuerdos. Es una excusa para dejar atrás tus miedos, para vivir sin complejos. Y en ese instante, cuando más hundido te sientes, aferrarte a la dulzura que trae la ilusión de un futuro que se parezca más a tus sueños. Una simple idea, un simple cobijo emocional. Es el destino coqueteando con el presente, es tu tristeza muriendo en una carcajada.

Un amor que lastimó, que te enamoró. El mismo que te hizo soñar, que te hizo llorar. Con el que aprendiste a querer, a amar. Las lecciones de tu corazón, esa forma casi mágica de pedir perdón. De equivocarse, de tener miedo de perder, de fallar. Un amor puro, que se obvia, se olvida. Un sentimiento que se creía muerto, una emoción que te incita a seguir, a luchar. La delicadeza de un beso en tus labios; la caricia incansable de tus ojos. Una carta de amor que resucita corazones vencidos, donde desangras para siempre a la soledad. Aquella tarde en mis regazos, aquellas risas y peleas. El dolor de dejarte ir, de separarme de ti. El desconsuelo de un corazón roto. Pero el más grande de todos los sentimientos.

Los recuerdos, los que te enseñan. La escuela de tu mirada, el arrebato de tu sonrisa. Es el dolor que se convierte en armonía, es la tristeza adornando tus logros. Es la herida que sangra y sonríes, es el duelo de todo lo que pierdes. Como hacer de tripas, corazón. La coartada perfecta entre la alegría y la depresión. El repaso de los cuadernos de la vida, es el examen final para el orgullo que sientes. Los recuerdos grabados en tu mente, que te han enseñado a disfrutar y ser consciente. A dejar de creer que el mundo termina en tus pies. A crecer, a luchar, a sonreír a pesar del dolor.

Y de una forma u otra, nos aferramos a lo que no es, a lo que será. A lo que creemos que puede ser. Como soñar despiertos. Como enamorados de la vida. Pero realistas, precavidos. Buscando de cada dolor, una salida. Una forma delicada de salir adelante, de no quedarnos en el suelo. Estrategas del camino. Analistas del destino. Aceptando canjes de felicidad, robando sonrisas, dedicando palabras, escuchando canciones, compartiendo sueños. Es lo que es. El deseo impotente de ganarle al dolor. Es esa sonrisa que dejas escapar cuando te sientes mal. Es esa intención que te motiva a intentarlo una vez más. Es sencillamente aprender a volar.

domingo, 21 de agosto de 2011

A la distancia.


Ahora la distancia se hace física, y construyo puentes con palabras que me permitan llegar a ti, a tú corazón. Quisiera mover el mapa de su sitio y correrme al Norte unos centímetros. Quiero alcanzar la realidad de este sueño que nace, de este sueño que ilusiona. Lo sabes. Lo sé. Porque estas cosas se sienten, se viven, se luchan.

Sí, la distancia se hace física, pero le pongo fuerza a mis intenciones, porque a partir de hoy mi lucha tiene un nuevo rumbo. A pesar de los kilómetros, quiero acariciarte por las noches con la inspiración que me dan tus ojos. No te puedo ver, no te puedo oler; mas el deseo inexplicable de besarte me motiva a de alguna forma alcanzarte. Duerme, y sueña que estamos juntos, como solo en sueños podemos estarlo.

Porque a pesar de que el tiempo vuela, y el destino se entretiene con nuestra historia, sabemos que las probabilidades juegan en nuestra contra. Pero es tan terco el amor, que el corazón se convierte en el lienzo con el que pinto sonrisas en tu rostro. Tan necio este pensamiento de, sin conocerte, sentir que te llevo dentro. Y ahora, mis pensamientos tienen un rostro en fotografía, una imagen paralizada. Solo una voz, una simple voz capaz de motivarme a seguir, a soñar, a pensar y creer.

Quisiera que la lógica hiciera silencio, y las oportunidades abrieran un sendero hacia tus labios. Por ti caminaría kilómetros enteros, por el simple deseo de enamorarte con mis besos. Te escribiría en la piel mil cartas de amor, las que convertiría en realidad cada mañana a tu lado. Pintaría besos en tu frente, dibujaría corazones en tu mente. Quisiera que la lógica hiciera silencio, sin embargo se me complica la noche. Se me complica por no tenerte, por no besarte.

Quiero conocerte, enamorarte. Quiero que de mi vida seas parte. Por eso, y no por otra cosa, te he tatuado en mis pensamientos, en mis descansos. Hipotequé mi sonrisa a la tuya, y mi felicidad esta esposada a tu alegría. Tan poco te conozco y siento que eres mía. Tan poco te conozco y ya te quiero en mi vida. Por eso cierra tus ojos y abre el corazón, tengo un beso que regalarte, tengo una caricia que entregarte.

Cierra tus ojos. Abre el corazón. Que vengo a entregarte mi amor. Mira hacia adelante, no mires hacia atrás. Vengo a compartir mi felicidad. Y si el tiempo ha sido duro y las circunstancias te han lastimado, vengo a cobijar tus heridas, vengo a cambiar tus llantos por sonrisas. Y el dolor, el que te ha robado el tiempo, lo vengo a transformar en fuerza, en intención; una razón más para vivir, para soñar. Sí, soñar. Solo déjame entrar ya. Solo dame la oportunidad.

domingo, 14 de agosto de 2011

Perder con sabor a ganar.


Empezaba a olvidar tus últimas palabras. Justo antes de dormir, repasé mis circunstancias. Creí que sin tenerte en mi vida me iba a ser imposible escribir de nuevo. En eso, mis pensamientos motivaron ideas que ahora dejo tejidas en este papel. Una forma, una simple manera de recordarte que vivir para mi no es soñar despierto, sino perseguir mientras duermo las realidades que prefiero.

Es como quien encuentra inconscientemente su alma, y busca entre sus ideas reconocer sus errores. Una tarde cualquiera, una tarde de café, comprendí que el silencio es el regalo de un instante intenso, para pensar, para unir puntos, entender. Y de repente, cuando crees que caes, despiertas, y te sientes tan motivado como antes, como cuando los chispazos de felicidad eran menos tenues, más seguros, y donde comprender un secreto se convertía en la debilidad de un verso.

Cierto, no estás más aquí. Pero ahora todo lo que vivo tiene más sentido. Cierto, te alejaste de mi, y por eso no pienso compartir mis palabras con tu mirada. Quiero poder ver hacia las estrellas y buscar reflejos de felicidad, quiero calentarme con muestras de amor y dejar el frío que sentía en tus brazos. Ahora, estas palabras cobran vida, y se mezclan con todas las circunstancias para recitar poemas de dolor.

Y sin embargo dibujo en el atardecer el camino a olvidar, pretendiendo que la distancia la puedo silenciar en estos renglones. Deseo tanto poder descansar, poner mis latidos a dormir. Acostar mi vida contra una almohada, y escuchar el canto de grillos por la noche. Como esa eternidad vuelta real, como la sensación de tranquilidad que tiene el viento en el mar. Sin embargo, descanso. Imaginando que algún día puedas entender. Que algún día me vuelvas a querer.

Al final de cuentas no escribo para que tus emociones despierten. Escribo para que tus sentimientos te motiven. Las palabras devuelven el sabor de la noche, y es en párrafos donde escondo secretos que se pueden leer entre líneas. Como jugando a olvidar todo lo que se aprende. Tengo un cuaderno en mi mente donde tomo apuntes para vivir, lo que olvido, lo recuerdo luego de sonreír.

Una carcajada arrebatada por el deseo de ser feliz. Un momento de placer, un instante donde aprendo a crecer. Y duermo, acurrucado en los regazos de mi circunstancia, escuchando en el silencio, enseñanzas. Cierro los ojos para descansar la mirada pero el pasado me descobija. El pasado. Lo que dejó de ser. Por eso le recito poemas de amor a tus oídos, en forma de delicados besos, disfrutando, como nunca, el sabor de tus labios, mujer.

Y la melancolía se disfraza de noche, y las estrellas me incitan a soñar, a creer. Por eso guardo en cada noche mi esperanza, para dormir cobijado. El futuro. Lo que llegará a ser. El intento de volar, como fracasar y volverse a levantar. Por eso, dejo boronas de recuerdos en mi vida, para nunca olvidar a quienes me quieren, para regresar cuando ya no pueda avanzar. Como perder con sabor a ganar. Como tu adiós y no sufrir jamás.

domingo, 7 de agosto de 2011

Muero, pero vivo en tu mirada.


Muchas veces me he preguntado cómo hace tu voz para encontrar una sonrisa en mis labios. Hoy me propuse descubrir entre tu mirada la razón que me mantiene despierto. Hoy quiero robar dos estrellas al cielo para iluminar tu belleza y convertir tu sonrisa en pura delicadeza. Hoy, justo antes de morir, quiero saber una vez más de ti, y compartir mis últimos pensamientos a tu lado.

Siempre fuiste la que inspiró mis palabras, fuiste el aire que le daba trabajo a mis pulmones; el sonido de mis latidos pidiéndote que no me abandones. De repente, te convertías en todo lo que temía, en cada rasguño de dolor, cada momento de tristeza. Incluso, y lo sabes muy bien, fuiste la mayor decepción de mi vida. Pero con la ternura de tus lágrimas fuiste cobijando mis heridas, y con besos reviviste lo que hace un tiempo sentía.

A pesar de todo, de las cosas buenas y las malas, a pesar de que hace un tiempo te alejaste, hoy la vida nos dedica este instante de dolor, de emoción, de saber que después de aquí no hay nada, donde el recuerdo se acurruca en la almohada y duerme, duerme en un sueño profundo donde puedes ir cuando quieras. El recuerdo, a partir de ahora, se convierte en el recreo de mi muerte, donde juntos viviremos una vez más el amor que tuvimos, donde juntos dejaremos de ser dos para ser solo uno.

Ahí, donde cada tarde será infinita, donde el amanecer nunca se termina. Donde puedes dibujar nuestro amor entre las nubes y pintar el paisaje de colores. Donde podremos vivir sin preocupaciones, correr y reír sin rencores. Ahí, en el mismo lugar en que quedamos unos años atrás, cuando decidiste alejarte, cuando decidiste dejarme. Pero morir es una forma de vivir, de recobrar el tiempo que perdí. Es una manera de tenerte junto a mi, de besarte una vez más, de saborear tus labios sin esperar.

Muero, pero vivo en tu mirada. Muero pero me aferro a ti, mi enamorada. Dejar de respirar no impide que deje de sentir; sin latidos me tendrás junto a ti, en cada brisa, cada tormenta, en cada noche, en cada instante. Viviré incluso más, pues cuidaré de tu camino, y mi destino será abrazarte, sin descuido. Pues cada paso que des, cada pequeña imagen de reojo, cada calor, cada sensación, cada respiro; pues cada instante de soledad estaré contigo, sin fallar.

Ahora, presiento que muero. Y con una sonrisa me despido de tu olor, sintiendo el calor de tus manos unidas a la mía, como descansando en una tierna cobija. Y disfruto del color de tus ojos una vez más; disfruto tanto poderte amar, que en el último respiro me llevo conmigo un poquito de nuestro amor, para cosechar en la tierra semillas de esperanza. La vida no se acaba, no cuando dejas recuerdos en memorias. No cuando sientes que amar vale la pena. ¡Que amar es mucho más que la vida entera!

Muero, pero con cada respiro tuyo reacciona una sonrisa mía. Con tu mirada he construido alegría. Quiero sentirte conmigo, sentirte mía, quiero abrir los ojos y cobijar el miedo. Pero es tarde, y el tiempo me apuñala. Lo que fue se acaba y lo que no, se apaga. Las discusiones, los besos, preocupaciones y deseos; la vida escurrida en instantes imprecisos, en silencios, en gemidos; en la desesperación que domina lo incierto.

Pero tus manos, las que besaba por las noches antes de dormir, se convierten en mi fuerza, en mi fuerza al partir. Ese susurro delicado de tu voz, tus labios, el olor, la ternura de tu aroma y la magia de tu amor. Y tus ojos, las lágrimas, la pureza de tu mirada, escondite de tus secretos. Con una sonrisa hipócrita me calmas; me dices que me amas y un sonido en el fondo me relaja. Un último intento de mis latidos por rimar tu nombre antes de morir; me abrazas, te suelto, y con mi muerte, dibujo un adiós en el tiempo, para dejar una marca en tu memoria que te haga sonreír en silencio.

domingo, 31 de julio de 2011

Nunca pretendí dejarte olvidada.


Nunca, sobre estas mismas líneas por las que caminé tanto tiempo, pretendí dejarte olvidada como un recuerdo. Como la sensación que se tiene al despertar de un sueño. Supe desde el principio que tu mirada sería eterna para mis ojos y con el color de tus pupilas le diste luz a mis sonrisas. Luego de tantas desviaciones he llegado a pensar que tal vez es hora de marchar.

Pero la nostalgia me acompaña cada noche en la cama. Duermo pensando en la posibilidad, de ver para atrás y hacerte realidad. Porque en la vida, la constancia de querer seguir es una herramienta para alimentar mis dolores, una forma de creerte las mentiras, de creerte cuando me miras.

Pero pienso, intentando recapacitar inmerso en lo incierto, que las mañanas tienen color cuando escucho la delicadeza de tu voz. No entiendo, presiento que será un problema, no poderme alejar de tu olor que me envenena. Soy quien pretende resucitar lo que un día tuvimos; soy quien cada noche te regala un suspiro.

Y ando por esta vida con la felicidad de un niño al jugar, ando pero no logro caminar, ando pero no te logro encontrar. Sé que te fuiste. Sé que no te perdí. Sé que escondida en mis latidos por siempre estarás. Pero hoy, justo cuando las sirenas interrumpen el silencio, recuerdo fríamente el proceso de los hechos, la locura de sentir tus besos peleando en contra de borrar mis miedos.

Es un consuelo para la mente. Es la mentira que me mantiene pendiente. Es lo irreal creído verdad. Eres tú, con un poco de maldad.

La característica esencial para mantenerme a tu lado es obviar que me quieres y dejarme abandonado. Irracional, la forma de reaccionar. Pero es que no logro controlar lo que siente el corazón. Como golpes de torpeza. Como la misma piedra una vez más. Dispuesto a dejar mi cordura en tus labios. Dispuesto a sufrir, dispuesto a tu lado morir.

Y qué más da descobijar un par de sueños, si al final de cuentas eres la dueña de todos mis miedos. Qué más da, aconsejar al viento dejar de soplar, y de una u otra forma aprender a escuchar en suspiros las recetas que me permiten vivir. Con palabras he convertido una frase en una caricia a tus mejillas, con mis pensamientos te he motivado a creer en lo que ya no existe. Con cada una de las cosas que escribo, has ido cosechando la idea, la bizarra idea, de que se puede leer el corazón por medio de rimas.

Recuerdo que te tuve, y que fuiste mía. Tal como recuerdo que me heriste y que maltrataste la herida. Por eso ya no suenas en la bulla de mis ideas, ya las rimas no buscan tus sonrisas. Ahora escribo para coser memorias, para sanar heridas. Escribo porque en estos párrafos desdibujo tu mirada. Y mi inspiración, la que mucho tiempo fue solo tuya, se convierte en mi pañuelo de lágrimas, en mi propia caricia; quiero olvidar que algún día golpeaste con tus mentiras el deseo de mi vida. Quiero borrar el sueño que ensuciaste.

Por primer vez en mucho tiempo me escucho entre palabras. Puedo poner a trabajar a mis recuerdos, y borrar con tranquilidad cada uno de mis miedos. Hoy, diferente de ayer, no estás más aquí. Hoy, estas palabras no tatúan tu mirada en el viento. Creo que hoy me despido de este amor perverso, el que convertiste en pesadilla un tiempo atrás, el que nunca luchaste por recuperar.

Nunca, sobre estas mismas líneas por las que caminé tanto tiempo, pretendí dejarte olvidada como un recuerdo. Pero aquí estoy, bajo la misma luna, pintando estrellas en el cielo. Y con el dolor de cada letra decirte adiós una última vez. De verdad, nunca pretendí dejarte olvidada como un recuerdo. Nunca. Pero aquí estoy.

domingo, 24 de julio de 2011

Volver.




Puede que con el tiempo, la distancia, todo lo que vamos percibiendo vaya cambiando. Hoy, me siento una vez más en frente de mis palabras, y las acomodo para que rimen con mis sentimientos. Luego de que pasa el silencio, el final de muchas etapas, encuentro el sentido de todo lo que llevo haciendo, y lo que he dejado de hacer. Es hora de recordarle a mis emociones que tienen una puerta de salida, un desahogo en medio de tanto alboroto.

Las reglas cambian. Es hora de dibujar un nuevo campo en donde las ideas se presten para ser usadas. Es momento de darle musicalidad a los sentimientos. Es momento de dejar plasmado en el viento lo que llevo aquí adentro. Un recuerdo, una nostalgia. El cosquilleo simpático del viento por la mañana. Y de una u otra forma refresco en este instante la frustración de pretender obviar lo que no se debe, de engañar y confundir lo que nunca debió dejar de ser.

Por momentos traté de dejar a un lado lo que escuchaba entre silencios. Puede ser momento de admitir que la neblina de todo este tiempo y la dureza de las circunstancias han ido haciendo del presente un momento inoportuno para plasmar. Sería como intentar mentirle al futuro. Sería como pretender borrar lo que ha sido tan duro. Puede que sea momento de acompañar con una sabana el frió de la noche, y qué mejor compañía que estas palabras en molote.

Ya dediqué sonidos y colores en versos y canciones. Ya le escribí al amor que perdí, al que no encuentro; al que lucho por descubrir. Ya le regalé segundos a tu mirada, la misma que cada noche recuerdo antes de dormir. La misma que me permite seguir. Pero el tiempo pasa, y no se devuelven las sonrisas. Solo la esperanza de reír a carcajadas. Los dos juntos. En la cama. Riendo. Como siempre debió ser.

Por todo eso tomé la decisión de volver. De escribir. De tener un medio que se convierta en mi fin. El arte de mis sentimientos, el secreto que cuento en cada sílaba. No se supone que sea tan coherente; a veces las cosas más claras son las que se enredan en tu mente. Puede que llegue un día donde todo vuelva a acabar. Puede que llegue el día definitivo para comenzarte a olvidar. Puede que ese día haya quedado atrás.

Quiero descubrirme una vez más entre escritos. Quiero volver a interiorizar las cosas que me faltan por aprender. Quiero. Puedo. Porque deseo que estas líneas lleguen a tus ojos. Y tal vez, solo tal vez, te acaricien el corazón. Como gotas delicadas, sensaciones bien plasmadas. Como recuerdos, como encrucijadas. Como la más linda forma de dedicarte mi inspiración.

Así, de esta forma inquietante, como secretos evidentes, como mentiras incómodas, puede que me tope una vez más con tu mirada. Puede que te sienta feliz, emocionada. Y entre el brillo de esa canción tan pura que escucho en tus latidos, oírte pronunciar una vez más mi nombre entre carcajadas.

Porque hacer lo que uno quiere es parte de vivir. Es encontrar el significado de esta vida entre cada dificultad. Entender que muchas veces una lágrima es la caricia de tu mirada; que tu sonrisa hace rima con mi esperanza.

Puede que con el tiempo, la distancia, se haya vencido la calma, pero no la confianza. Hoy, me siento una vez más en frente de mis palabras, y las leo para aprender a escucharme. Es hora de recordarle a mis emociones que escribir es el arte de imaginar, de soñar, y que con el paso de los años, las tristezas y alegrías, dedicarle palabras a la vida es mi forma de ser feliz.

jueves, 10 de marzo de 2011

Fin.


Cuesta dar los últimos respiros a estas ideas del día a día, poco a poco mientras escribo estas líneas voy asimilando el hecho de que son las últimas para cerrar el círculo; por durante un año entero me dediqué a trazar líneas de mis pensamientos y hacerlos palabras, construir en párrafos tantos sueños, ideas, emociones; incluso tanto dolor e injusticias que a todos nos toca ir percibiendo.

Hubo momentos donde escribir era complicado, donde armar el rompecabezas que había en mi mente era algo realmente difícil; en otros momentos las ideas simplemente brotaban y se plasmaban con mis manos en cuestión de minutos. Al final de cada día, tenía la increíble satisfacción de leer lo que escribía y saber que en secreto entregaba un poco de mí en la lectura. De verdad resultó siempre gratificante saber que muchas de las cosas escritas en este año ayudaron a muchas personas a sentir algún tipo de identificación, una empatía con lo que leían, que, como dije desde el principio, fue una de las principales razones de este proyecto.

Siento que escribir se fue convirtiendo para mi en un medio de aprendizaje, un motivo diario para seguir, para conocerme más, para interiorizar cosas que creía que ya entendía. Escribir es como verse en un espejo formado de oraciones, con verbos, tildes, rimas y colores; por eso pueden encontrar piezas de mí en cada poema, en cada cuento, en cada ensayo, en cada simple escrito; porque las cosas que he vivido me han permitido acercarme más a mí, las cosas que escribo es una forma de repetir para aprenderme de memoria las enseñanzas de la vida.

Nunca fue una cuestión de sencillamente cumplir, este proyecto siempre se trató de crecer, crecer yo como persona y ayudar a las personas en su mismo viaje de conocimiento, porque lo que yo siento no es nuevo, es lo que todos sentimos en determinados momentos de nuestra vida; pues en un entorno repleto de emociones y sentimientos, lo que nos hace falta a todos es acercarnos mucho más a ellos para escuchar el susurro del alma en cada detalle, cada pequeña cosa que creemos que no tiene sentido, es una pista en clave de sílabas para responder preguntas que guardamos en nuestro interior.

Muchas veces, me tocó cerrar los ojos en el silencio para ponerle atención al ritmo de mi corazón, donde en cada latido sonaba el grito de un sentimiento, uno que juega a ser el más grande de todos. Con el amor, la inspiración se resume en un rostro y en recuerdos, en la memoria y un mar de emociones que ahoga cualquier tristeza en este mundo. Escribir para el amor es como respirar en la vida; quien no comparta esa delicia de sentimiento no puede llamarse ser humano. Por eso siempre le tomé la mano a mis recuerdos, a mis ideales de amores perfectos e incluso los que están lejos de serlo, porque cada amor protege un reflejo de rayo de luz que viene del sol, para darnos calor y vida; cada amor es una puerta que nos lleva a un sueño repleto de bendiciones y alegrías; porque cada amor deja la huella de un beso tatuado en nuestro corazón, y en la memoria deja rastros para volver atrás en el camino y ser capaces de opacar cualquier sentimiento negativo que intente empañar nuestra ventana.

Quisiera que cada palabra escrita durante este año logre vencer la guerra del tiempo, para así dejar un recuerdo de mi vida estando o no en ella. Quiero poder imaginar que muchos años luego de morir, las cosas aquí escritas sigan sirviendo a muchas personas. Incluso quiero que estas cosas me ayuden a mí mismo en mi futuro, para recordar en cierta forma como me fui convirtiendo poco a poco en la persona que soy, y cómo me he desarrollado para llegar a ser la persona que quiero ser.

Duele terminar. Duele dejar atrás algo que ha sido parte de la vida de uno por tantísimo tiempo. No sé si parezca sencillo, pero escribir prácticamente todos los días durante un año exige mucho trabajo a la mente, para mantener un estado de inteligencia emocional que le permita a uno tener ideas sin importar el estado emocional en el que uno esté. Muchas de las cosas que he escrito en este año fueron escritos en momentos donde jamás hubiera pensado que podría escribir; sin embargo, quería enseñarme a mí mismo una lección de perseverancia y convicción; sin importar si estaba de ánimos o no, sabía que escribir tenía que ser parte del día, y me aferré siempre a la idea de saber que de una u otra forma tenía que cumplir con mi promesa, con mi intención. Parte de las cosas que he aprendido en este año ha sido a que las luchas internas y externas nos mantienen conscientes de quiénes somos y cuáles son los principales valores y principios que rigen nuestra vida; y no solo eso, sino que hacemos una base mucho más sólida de todos ellos.

Entiendo que los conceptos muchas veces pueden brincar de un lado a otro entre distintas personas, pero en el fondo, cada idea se mantiene como parte de una programación colectiva que nos permite a todos relacionarnos de manera directa o indirecta con infinidad de situaciones. Sé que nunca intenté descubrir el agua tibia con mis palabras, solo intenté subrayar párrafos de la vida que todos tenemos que pasar, párrafos que guardan entre comillas los secretos para nunca fracasar. Siento que cada letra escrita se mantiene pegada con el cemento de la coherencia para la eternidad y que de una u otra forma he ido convirtiendo un puñado de ideas en formas diferentes de aceptar nuestra realidad.

De antemano sobra decir que existen personas en esta vida que anclan momentos disfrazados de felicidad, y sin la compañía de ellos este camino jamás sería el mismo. La soledad puede atacar cada una de nuestras venas hasta llevarnos al punto de sufrir más de la cuenta; pero escondido en el silencio de una noche está el recuerdo de un pensamiento positivo dispuesto a despertar y luchar, pensamiento que debemos de cuidar como al mayor tesoro de nuestra vida, con la simple intención de sonreír cada nuevo día.

Siento el peso cada vez más fuerte de mis dedos al escribir, pues me voy dando cuenta que esto llega a su fin. No puedo despedir sin agradecer a tantísimas personas que me motivaron día a día a seguir; por el apoyo incondicional y las lecturas constantes, tengo que decir "¡Gracias!" a cada uno de los que han sido parte de este proceso, porque han representado ese aire que le da vida a mis fuerzas, representan las ganas de escribir una vez más; "¡Gracias!" porque así como la luz del sol le da vida a las plantas, estos escritos cobran vida con sus lecturas, pues de no ser así, tantos verbos y rimas, tantas consonantes y sílabas se ahogarían en el silencio del vacío. ¡Gracias!

Y ahora que escribo éste último párrafo, recuerdo con alegría tantos momentos que he vivido en este año. Tantas lágrimas y sonrisas; preocupaciones y caricias, tantos momentos de estrés para entender los dictados, muchas veces ambiguos de mi corazón, y la forma casi mágica en que escurrí entre mis dedos las ideas de mi mente. Ahora, espero que todo lo que queda aquí encuentre nuevos destinos, nuevas formas de mejorar perspectivas, porque si hay una cosa que tiene que quedar de enseñanza es que sonreír es la forma perfecta de mejorar en algún sentido la vida de los demás.

"Muchas veces por estar metidos en nuestros propios problemas se nos olvida el mundo que está ahi afuera. Y muchas veces somos groseros, maleducados y desinteresados con las personas que nos rodean, por lo que siento que la teoría de sonreír aún en los malos momentos es una buena forma de comenzar a mejorar el mundo" 10 de Marzo del 2010

Cierro los ojos luego de tanto escribir, y repaso en mi mente los reflejos de mi corazón, para entender poco a poco que el alimento de esta vida se consigue con las acciones que traigan orgullo y felicidad; quiero atar en una esquina del mar todos los pensamientos que me impiden crecer, quiero romper de una vez por todas las ataduras del ayer.

En silencio y con frescura, el viento por la mañana, quiero entorpecerle el camino a la locura, para lentamente abrir las puertas a la vida, aprender a valorar en cada instante cada detalle, porque la vida es rápida y el paso de los años se aniquila contra el tiempo. Quiero poder sentir en mi pecho el calor de un sentimiento que me golpee, quiero caer y levantarme tantas veces como sea necesario, para cultivar cicatrices que me recuerden lo que viví.

Sentado en este balcón y con la mecedora rechinando, escucho cantar al viento con el susurro de la paciencia, cada nube y cada árbol se conjugan en esta pieza que hace música en mis oídos, como quien intenta recordarme que el final ha venido. Guardo una última sonrisa que me repleta de emoción, que me hace brincar en la quietud de este momento tan nostálgico.

Percibo tantos sentimientos acorralándome contra la vida, en un intento de expresarse una vez más. Quiero gritar, reír, cantar y bailar; quiero descontrolar mis motivos y razones. Quiero escribir una vez más y hacer alboroto con la imaginación, la que por tantísimos días ha sido compañera de mi vida. Quisiera componer un poema de amor y dedicarlo a un recuerdo en específico, quiero escribirle una carta al dolor para agradecerle por ser escultor de mi alma.

Pero el tiempo se termina y con él viene el silencio de mis palabras. Todo, absolutamente todo se acaba en esta vida, excepto el recuerdo que deja empañado el espejo de la alegría. Y aunque esta etapa se acabe, y en apariencia se escondan mis pensamientos, quiero guardar en el bolsillo de mi camisa el sabor y los colores de este cuadro que he pintado; quiero en el futuro ver hacia atrás y encontrarte a ti en cada uno de mis escritos...quiero encontrarme sonriendo en la memoria de mi pasado.

Un silencio adorna este momento con la satisfacción de haber cumplido. Un suspiro se cobija con las respuestas que he encontrado. Un par de lágrimas se secan con la brisa que regala una simple esperanza. Ahora cierro los ojos, repaso, repito, aprendo; cierro los ojos una vez más y escribo lo que nace aquí adentro, y con esta última línea despido una etapa dibujada para la eternidad, en trazos de pinceles con formas de felicidad.


¡Gracias!



FIN