Ahora adorno mi presente con el recuerdo de tu mirada, pues es lo único que queda de ti. Aquella sonrisa inocente que me hacía soñar; tus manos unidas a las mías. Por eso decidí alejarme. Dejarte crecer. Luchando contra el dolor de dejarte ir, de olvidarme de tus besos. Por eso vendo recuerdos a quién quiera reír, porque la memoria es ahora la ironía de mi presente. Pero entiendo, y con el corazón en la mano, corto el pedazo que te pertenece a ti, para sanar la tristeza y curar las lágrimas que arden en mis ojos; y de una u otra forma perderte entre párrafos, olvidarte en palabras.
Siempre, detrás de tu sonrisa inocente, guardabas un secreto que mataba, una mentira evidente. Por eso, la dulzura de tus labios se convertía en el veneno de este amor de locos, un amor vencido desde el momento que, con los hechos, mataste la confianza. Un amor sin piernas que caminó por la insistencia, la necedad de un corazón distraído, un sentimiento golpeado; la absurda ilusión de creer que detrás de tus palabras guardabas una emoción, sin llegar nunca a entender que la fachada es muy distinta a lo que hay por dentro.
Y compré mentiras en rebajas, sin sospechar que el dolor se escondía en tu mirada. Pero es que era imposible imaginarte fría, calculadora. Era imposible creer que podías golpearme con ternura, con delicadeza. Porque en esta vida las heridas que más duelen son las hechas con amor. Un amor falso, que pretende pero nunca alcanza; un amor que se aprovecha de un sentimiento que empaña los ojos de la mente; como la locura que sentía cuando decías que me amabas; cuando sentías que te enamorabas.
Ahora te dejo, y lo hago para siempre. Para verte crecer, para que aprendas a vivir; a sufrir. Porque de eso se trata, de escribir memorias, coser recuerdos; aprender que los errores son tan necesarios como las sonrisas. Te dejo, y te veo crecer. Aprender. Y en poco tiempo serás una gran mujer, con la capacidad humana de querer, de amar. De serle fiel a los principios mas no a una persona; pues las personas fallan, los principios no.
Te veo crecer. Te veo aprender. Y hasta cierto punto fui tu cuaderno para escribir, tu prueba y error. Ese saco que se golpea, que se lastima; la lágrima que se desperdicia. La intensidad de lo insensato, una forma de interiorizar tu llanto; una puerta para tus mentiras, el objetivo de tu maldad. Pero todo vale la pena, pues ahora creces, ahora aprendes.
Ahora me toca a mi. Me toca crecer, me toca aprender. Fuiste mi cuaderno donde escribir, fuiste las palabras que dediqué. Esa inspiración que desaparece por momentos, esa luz que parpadea en mis recuerdos. Sobre todo fuiste la persona a la que amé, a la que cuidé. Con la que me equivoqué y aprendí. Fuiste, y exactamente eso es lo importante ahora; pues pretendo encarcelarte en el pasado y asfixiar tus mentiras con la esperanza de encontrarte con otro rostro, otra sonrisa y otros ojos que me ilusionen, que me motiven, pero ante todo que no lastimen.
Quiero un descanso. Quiero compartir con el sonido el silencio de mi circunstancia. Yo soy mi locura y mis ideas. Pero libre de sentir, de sufrir. Como un pintor de palabras en medio de un mar de desconsuelo. Pretendo dejar a un lado lo que pasa, y dedicarme a buscarte por el mundo, imaginar que existes.
Una vez más, en medio de tanta irracionalidad, entiendo que lo que acabó, no volverá. Es tan difícil disfrutar el presente con los recuerdos del pasado. Es tan difícil dejar el presente, con las esperanzas del futuro. Porque no crece el que no lucha, no aprende el que no se escucha.
Una manera poco real de decirle a la vida que estoy cansado de andar. Pero antes de dejar a un lado mis motivos, antes de cerrar la puerta a mis ideas. Antes de abandonar por siempre mi camino, antes de hacer silencio en tus oídos. Incluso antes de escribir estas palabras, prefiero buscarle un sentido a la ignorancia.
Cosechar las palabras viejas, y convertir rimas en realidades. Sentir que cada párrafo es un poco de mí, entregado para que el tiempo no me permita partir. De esa forma puedo pretender que la distancia será el recorrido que tengo que dar para encontrarme a mí. Y que, a pesar de todo, en cada rincón de mi cuerpo hay un poco de ti.
1 comentarios:
Gracias porque tus palabras siempre cambian mi Domingo de alguna rara manera, porque con cada párrafo, con cada nueva entrada, despiertas un sentimiento diferente que me hace pensar y sentir. Gracias por ser tan chiva Alejo ♥ :')
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