Claro que tengo que ser delicado, quiero pintarte sonrisas en los labios con amaneceres; escribir el guión de un sueño en tus noches, y en cada página, sin que lo notes, esconder un beso, una caricia; o simplemente convertir palabras en ilusiones. Por eso entre párrafos voy armando el rompecabezas de tu mirada e intento darle respiro a mi agitación. Si tus ojos son la puerta del destino, quiero robarte besos y limpiar tus lágrimas, y algún día, tal vez, sentir tus latidos junto a los míos.
Tengo que ser fuerte, paciente. Porque conquistar tus pensamientos es el deseo de mi suerte, y lucho cada noche contra los miedos que silencian mis canciones, contra la bulla que no me deja entender de razones. Puede que no sepa adornar tu vida, que mis palabras se queden cortas. Puede que aún escondiendo que estas palabras van para ti, sepas que cada gota que sudo, cada pequeño detalle de mi vida, se llena con la ilusión que, tal vez sin sentido, me regalan tus palabras.
Te conviertes en el futuro, en la incógnita de mi vida. En la posibilidad, la simple posibilidad de convertir un sueño en mi realidad. Una oportunidad, un deseo. Y nada más que eso. Pero poco a poco dejo a mi imaginación correr, y definiéndote mi falta de cordura, trato de conquistarte a la distancia, trato de que pienses lo que pienso. Sí, como escribiendo el guión de un sueño en tus noches.
Duermo, deliro mientras camino. La vida ahora gira, cambia, se esconde. Y los restos del pasado van clavando espinas en los pies. Una simple aceptación, la realidad de que las cosas vuelven a cambiar. Pero con la luz de tus palabras, de tu voz, de tu mirada. Y con esa ilusión que enreda mis sentidos logro calmar las ansias de caer, de llorar. Una vez más, solo una más. Pero suenan los latidos del corazón, y con tus manos, la tranquilidad del cuidado, el silencio y tu mirada; toda mezcla perfecta de olvido y esperanza.
Enamorado de la oportunidad, la que tiene tu olor, la que dejas escapar mientras respiras. Por eso, cada pensamiento que te regalo se convierte en mi camisa de fuerza, en mi almohada; el descanso que necesito y la caricia que me preparas. Puede que se derrumbe el mundo entero, pero la intención de luchar por tus besos me motiva a construir todo de nuevo, a creer en el viento, el que respiras y te da vida; en imaginarte mía por un segundo, un momento de eternidad, el regalo del tiempo con la ironía de la realidad.
Pero en estás páginas puedo escribir lo que sea. Puedo escribir el guión de tus sueños. Puedo esconderte besos y caricias. Puedo pintarte amaneceres que se confundan en sonrisas, convertir estrofas en ilusiones. Incluso, puedo intentar robarte un beso o limpiarte una lágrima. Pero las palabras se llenan con el sentimiento, con las acciones. Por eso, permito que el tiempo juzgue lo que escribo, lo que te digo. Y algún día, tal vez, sentir tus latidos junto a los míos.
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