domingo, 11 de diciembre de 2011

Te pido.

Duerme una sonrisa en cada lágrima que encarcelas, como celando con certeza tus emociones. Tomas un café con la tristeza, escuchas recitar poemas a la melancolía.  Pero duele, y lastima esa sensación de impotencia. Quiero ser un respiro en el ahogo y convertir estas palabras en un abrazo; quiero dibujar una sonrisa que te ilusione, un momento de perder la memoria; escuchar con atención la delicadeza de una brisa al soplar.

Por eso pongo al viento a susurrarte al oído cada detalle que muere, que queda en el olvido. Mientras tanto, escondo en una mano tus miedos y confundo con sílabas a tus lágrimas; solo quiero darte un instante de consuelo, un segundo de alegría. Escribir en las nubes que no mueres en silencio, que no mueres escondido. Solo pretendo que escuches, que pongas a dormir tu tristeza; quiero despertar un motivo que se disfrace de fuerza.

Tal vez he perdido la noción de las palabras. Poco a poco voy olvidando la musicalidad en lo que escribo. Ahora todo se muestra tambaleante, sin sentido, injusto y hasta un poco cortante. Las ideas que hace un tiempo se confundían en un sueño, hoy son parte de este cuadro sin colores; un sendero sin camino. Pero escribo, sin cansarme, porque hasta cierto punto es lo único que sé hacer. La única manera de comunicar en pocos minutos las cosas que siento, que voy aprendiendo en el camino.

Seguramente, con el paso de los años, llegará el momento donde cada noche sueñe en blanco, perdiendo la cordura y alimentando mis días con la tortura de perderme, de dejar a un lado mi pasado y sobrevivir a pesar de la tristeza. Puede que el cuerpo me pese, y las arrugas me compliquen la vista; tal vez olvide detalles y hasta me cueste escuchar al que me habla. Y, de todas formas, para allá vamos todos. Con el mismo lineamiento, mismo principio, mismo final; como cuentos carentes de creatividad, como una crisis de la existencia. Luchar para morir, sobrevivir para luchar; morir en la lucha y mezclar con lagrimas, felicidad.

Y por eso te entiendo. Por eso tiene sentido lo que dices, lo que sientes, lo que escribes; incluso lo que callas, pero es fácil de leer en tu mirada, tus ojos tristes, tus palabras sin tono. Mueres en la melancolía, en el pasado; mueres sin abrir los ojos, sin sentirte vivo. Porque has luchado para sobrevivir; ahora sientes que mueres en la lucha. Pero tengo fuerzas para compartir, tengo ilusiones que regalar; tengo enseñanzas y tengo preguntas. Tengo tantas cosas que aprender todavía. Cosas que necesito escuchar, lineamientos que quiero seguir.

Por eso te pido que no mueras en vida, ni mueras para partir. Te pido que luches en vida, que luches por mi.

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