Fui conociéndome en tus ojos; tu mirada contaba secretos sostenidos, notas claras, evidentes, que se pierden en el dulce de sus intenciones. Por momentos, pensaba en convertir tus labios en un verso y, tal vez, sacudirme el corazón de sentimientos, para que leas y entiendas que lo que siento por ti no se explica con motivos, sino con palabras que se demuestran, que se confunden en el sonido de un susurro al dormir.
Y muero cada vez que olvidas, que dudas, que lloras y te duele. Pero en el camino de este sendero, mientras tomo tu mano y camino sin dudar, voy haciéndole promesas a tus mentiras, y de alguna manera me comprometo a hacerte sonreír por las mañanas y cuidarte por las noches; solo para que mis motivos sean más que tus miedos, solo para que algún día encuentres entre mis palabras las pistas de este amor que nace, que cautiva.
Como en aquellas tardes de conversaciones, cuando decías con nostalgia que te dolía, hoy son palabras que te acarician y me convierto en tu alegría repentina. Y me dedico a coser sueños, a sanar heridas; a pretender regalarte ilusiones por medio de ideas, que de alguna forma se conviertan en un abrazo, una esperanza. Puede que duela, que lastime; a veces entender un significado se resuelve con paciencia, con tiempo.
Y, sin ser pretencioso, me arriesgo a escribirte un futuro posible; doy pinceladas a ese cuadro mientras le recito cartas a tus besos; puedo confundir tus sentimientos, mezclar tristeza con sonrisas, esconder en tus besos mi alegría; puedo terminar este cuento en un párrafo o simplemente nunca dejar de escribir sobre tu mirada. Pero poco a poco voy redactando líneas enteras, rimas sin fundamento; solo con una intensión clara, una intención evidente...robarte los miedos, esconderte las lágrimas; disfrutar tus besos y calcar sonrisas en tus labios.
Pero con la experiencia que deja la amargura en el paladar, con la cobardía de tenerle miedo a la felicidad, hoy solo le escribo a tus ojos, para que escuches una vez más. De todos modos, las casualidades son parte de la historia, y yo busco cómo enamorarte con sorpresas; un silencio que guarda tu boca es mi motivo para hacerte reír, para que sueñes conmigo. Pueden ser palabras añejas, como aquellas tardes donde soñábamos en el viento; pero hoy quiero dedicarle tiempo a coser sueños, los tuyos con los míos.
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