domingo, 4 de diciembre de 2011

Por eso escribo.


Si pudiera, dibujaría una sonrisa en tus labios, le robaría el brillo a una estrella. Coquetearía un rato con tus sueños y, en cuestión de segundos, los haría realidad. Quisiera tener una caja pequeña, y ahí, en un rincón, poder esconder tus miedos y dejar perdida tu tristeza. Quiero diseñar una idea que se confunda con tu alegría, y, tomados de la mano, escribirle un cuento a la vida, palabras y melancolía; una rima triste que se endulza con tu ternura, con tu mirada.

Alimento mis fuerzas con tus labios, y en cada beso coloreo una sonrisa. El silencio de una tarde sin viento se cobija con los recuerdos que vas dejando, como conquistando con ingenuidad y dejando pistas para volver. Por eso me pierdo en tus brazos, sin importar ser impreciso; con cada día, la ironía de la vida me ha enseñado a ser un poco más niño; y en cada instante, en cada momento, vivo calcando recuerdos, dibujando memorias; un intento de no olvidar, de aprender, de calcular en cada momento las trampas del ayer.

Por eso escribo, para soñar, y redacto historias en el mismo lugar. Entre palabras voy dejando pistas para volver; escribo en el viento para olvidar o en una piedra para recordar. Escribo, como tarareando canciones sin letra. Y a cada sueño le hago un poema, buscando rimar alegrías con tristezas; robarte un impulso, una sonrisa; hacer un camino entre estrofas que me lleven a enamorarte, a hacerte mía.

Por eso le robo brillo a las estrellas y hago escaleras de mis abrazos, para que alcances tus sueños, y, si caes, apañarte con mis manos. Escribo para que nunca dudes, pues si algún día falto, estas palabras se quedan, se anclan en tu memoria. Y por las noches te haré cosquillas mientras lloras, te enseñaré las opciones que olvidas; y por las mañanas, escribiré una vez más, mientras duermes; con la inspiración de tus sueños; para que nunca olvides que a pesar del dolor la alegría siempre es opción. Hoy, quiero tener una caja, pequeña; un rincón vacío, para que escondas tus miedos; un lugar que no recuerdes, para que dejes perdida la tristeza; y así, de alguna forma, cuidar tu alegría y, por supuesto, escribir para que sueñes.

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