domingo, 14 de agosto de 2011

Perder con sabor a ganar.


Empezaba a olvidar tus últimas palabras. Justo antes de dormir, repasé mis circunstancias. Creí que sin tenerte en mi vida me iba a ser imposible escribir de nuevo. En eso, mis pensamientos motivaron ideas que ahora dejo tejidas en este papel. Una forma, una simple manera de recordarte que vivir para mi no es soñar despierto, sino perseguir mientras duermo las realidades que prefiero.

Es como quien encuentra inconscientemente su alma, y busca entre sus ideas reconocer sus errores. Una tarde cualquiera, una tarde de café, comprendí que el silencio es el regalo de un instante intenso, para pensar, para unir puntos, entender. Y de repente, cuando crees que caes, despiertas, y te sientes tan motivado como antes, como cuando los chispazos de felicidad eran menos tenues, más seguros, y donde comprender un secreto se convertía en la debilidad de un verso.

Cierto, no estás más aquí. Pero ahora todo lo que vivo tiene más sentido. Cierto, te alejaste de mi, y por eso no pienso compartir mis palabras con tu mirada. Quiero poder ver hacia las estrellas y buscar reflejos de felicidad, quiero calentarme con muestras de amor y dejar el frío que sentía en tus brazos. Ahora, estas palabras cobran vida, y se mezclan con todas las circunstancias para recitar poemas de dolor.

Y sin embargo dibujo en el atardecer el camino a olvidar, pretendiendo que la distancia la puedo silenciar en estos renglones. Deseo tanto poder descansar, poner mis latidos a dormir. Acostar mi vida contra una almohada, y escuchar el canto de grillos por la noche. Como esa eternidad vuelta real, como la sensación de tranquilidad que tiene el viento en el mar. Sin embargo, descanso. Imaginando que algún día puedas entender. Que algún día me vuelvas a querer.

Al final de cuentas no escribo para que tus emociones despierten. Escribo para que tus sentimientos te motiven. Las palabras devuelven el sabor de la noche, y es en párrafos donde escondo secretos que se pueden leer entre líneas. Como jugando a olvidar todo lo que se aprende. Tengo un cuaderno en mi mente donde tomo apuntes para vivir, lo que olvido, lo recuerdo luego de sonreír.

Una carcajada arrebatada por el deseo de ser feliz. Un momento de placer, un instante donde aprendo a crecer. Y duermo, acurrucado en los regazos de mi circunstancia, escuchando en el silencio, enseñanzas. Cierro los ojos para descansar la mirada pero el pasado me descobija. El pasado. Lo que dejó de ser. Por eso le recito poemas de amor a tus oídos, en forma de delicados besos, disfrutando, como nunca, el sabor de tus labios, mujer.

Y la melancolía se disfraza de noche, y las estrellas me incitan a soñar, a creer. Por eso guardo en cada noche mi esperanza, para dormir cobijado. El futuro. Lo que llegará a ser. El intento de volar, como fracasar y volverse a levantar. Por eso, dejo boronas de recuerdos en mi vida, para nunca olvidar a quienes me quieren, para regresar cuando ya no pueda avanzar. Como perder con sabor a ganar. Como tu adiós y no sufrir jamás.

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