domingo, 6 de noviembre de 2011

Una sonrisa en tu mirada.


Con cada palabra escurres tu tristeza. Recuerdo que soñabas, que convertías pinceladas en sonrisas; recuerdo cuando crecías, y diseñabas sentimientos con caricias. Como la magia que nace en tu mirada, logras calcar intentos con esperanzas. Y ahora recito tus pasos, convirtiendo tu mundo en una rima, en una estrofa que camina a tu corazón. Sin perderme, sigo el sendero de tus labios, para llegar a la dulzura de tu cuerpo, y ahí, solos los dos, borrarle las huellas al dolor, a la tristeza.

Pero cambia. La circunstancia lastima. Aún buscando la paciencia, me dejo llevar por la agonía. Solo para probar. Solo para probarme. Una forma de conocerme, una prueba para superarme. Porque juego a estar perdido, para encontrar lo que perdí; porque me acerco a mis miedos, para aprender con la precisión del dolor, de la amargura. Y ahí, abajo, solo queda subir, crecer. De la misma forma que nace la nostalgia en una tarde lluviosa, hoy le suelto amarras a una lágrima sinuosa, terca.

Y cuentas. Cuentas dos veces, en silencio y con la calma que presta un suspiro. Y entonces buscas la lágrima que detiene tus latidos, tan terca. Solo lloras. Como escribiéndole una carta a la tristeza, como intentando aprender a la primera. Te desesperas. Corres para alcanzar la cordura, la razón. Te escondes, y juegas a ser invisible en tu circunstancia. Pero fallas. Te equivocas y repites tus ideas en la mente, repasando los dictados, los apuntes en tu mente. Duele.

Duele, y miras tus manos sucias, cansadas. Cierras los ojos y amarras tus pensamientos, tratando de encarcelar un sentimiento que trata de colarse en tu tristeza. Una simple idea vacía o la ironía del instante perdido. Pero cuesta aceptarlo, y en la enredadera de tu mente olvidas un detalle. Y aprovechas un descuido de la vida, un silencio con forma de esperanza, para abrazar una sonrisa en tus labios y acariciar la ternura de sus ojos.

Son esos instantes de carcajadas, oportunidades descobijando lástimas. Me quedo inmóvil, pretendiendo que no me vean. Y muevo mis manos, escribiendo en el aire un cuento, un poema en forma de verso; y trato en una rima de responder la pregunta que insiste, que golpea. Terca y necia, como aquella lágrima que le corta el ritmo a mis latidos; un poco de constancia mezclada con la torpeza del momento, dos segundos de descuido y lo irónico con lo perverso; me olvido del detalle, la pregunta con su respuesta, y obviando la importancia, me pierdo en la incoherencia. Cuento dos veces, en silencio, buscando esa lágrima terca; cuento dos veces y escribo una carta, con la calma que presta un suspiro.

Sueñas. Duermes. Como hace un tiempo, cuando soñabas, cuando convertías pinceladas en sonrisas. Aquél cuadro que dibujaste, el retrato del presente. Del pasado. Una imagen en colores, palabras que se juntan para darle forma a tus emociones. No logras esconder entre líneas lo que sientes. Leo. Recuerdo mientras escribo. Y me aferro a aquellos ojos, aquella sonrisa. Sin soltar mis promesas, sin olvidar cada paso. Pongo a dormir tus ojos tristes, tu mirada cansada. Y con un abrazo, o una caricia, intento que rediseñes actitudes, pensamientos; intento que sueñes...que calques una sonrisa en tu mirada.

1 comentarios:

Jazzography dijo...

Me encantó : . Corres para alcanzar la cordura, la razón. Te escondes, y juegas a ser invisible en tu circunstancia.

Personas hablando un mismo idioma. Saludos vecino :)!