domingo, 30 de octubre de 2011

Colarme en tu tristeza.


Con palabras y en secreto, pienso en alguna forma de limpiar tus lágrimas. Más que un hombro, te doy mis brazos enteros, para que en la tristeza tengas dónde apoyarte. Y si la vida parece desquitarse contigo, tengo palabras para que escuches, tengo lo que olvidas cuando duele, cuando no entiendes lo que sucede. Tengo silencio, tengo un abrazo; y escribo para que leas, para que calmes tus miedos. Y en la capacidad de una mirada fija, transparente; un futuro que no se borra con la suerte, está impregnada una enseñanza permanente, una meta; una promesa.

Quiero llegar al fondo de tu preocupación y arrancar con la fuerza de este párrafo cada uno de tus miedos. Pero cuesta, y levantarse se convierte en una prueba, un examen a tu corazón, a tus convicciones. Es este el preciso momento de tu vida en el que aprovechas para recordar, para interiorizar cada pequeño detalle; es el momento para engrasar la rigidez de tus límites y convertir tus lágrimas en fortaleza. Al final, cuando todo haya pasado, ver para atrás será saborear tus logros con mayor detalle, con mayor frescura.

Es momento de desempolvar tus ideas. Cierra tus ojos en frente de un espejo, para que no veas con el prejuicio de la circunstancia, y en las oscuridad imagina el reflejo de tus ojos, en cada brillo se cuela un impulso de sonrisa, de carcajada; ahí, en ese instante, limpia la lágrima que cae por tu mejilla, y con la más grande de las convicciones sonríe, y con el permiso de tu tristeza, convierte tu alegría en certeza, para esquivar heridas y dormir vacíos. Hoy, y en tus circunstancia, saca la mejor parte de ti, cosecha el sentimiento de orgullo y lo completas con cada meta, en corto plazo, y lejos en el horizonte, para que poco a poco se llene con instantes mágicos, con carcajadas aleatorias. Ánimo, que la mejor parte de tu vida juega a las escondidas; una manera diferente de que valores tus conquistas.

Y no pretendo provocar tu sonrisa ni colarme en tu tristeza. Intento que coseches recuerdos, que re-elabores tus sueños. Porque las metas no se han perdido, simplemente se han movido en el tiempo. Es la fortuna, la fortaleza del que rompe la rutina; una forma de dejar intactos los motivos y con el pasado construir un escudo de aprendizaje que te haga crecer, comprender que en los malos momentos surge la mejor parte de nosotros. Simple actitud, tener el convencimiento de que a la vida le marcamos los tiempos, porque siempre, a pesar de los golpes, puedes encontrar fuerza para seguir en la simpleza de un paisaje o en el olor a café por la mañana.

domingo, 23 de octubre de 2011

Como una ventana, aquella posibilidad.


Como la lluvia, que acaricia tus labios, y con esa forma tan única de arrebatarte suspiros. Quiero acurrucar mis sentidos, descansar mi fuerza en tus manos, y sentir en tus dedos la inspiración que me llena, que me motiva; luego pintar, y dibujar en el viento tus ojos, la belleza perfecta de tu mirada, y en los detalles esconderle lágrimas a tus sonrisas, para que con la mañana, el sol, sientas en tu vida un abrazo que calma, una forma distinta de cobijar tus miedos.

Con cada día una nueva respuesta, una pregunta que muere. Y siento que ahora todo tiene forma, cada pieza perdida, cada retrato de tristeza. Por eso me la vivo guardando recuerdos en mi memoria, para nunca olvidar lo que costó tenerte, lo que disfruto abrazarte, lo que lucho por amarrar tus labios a los míos. Quiero llegar en silencio a tu corazón, y hacerle cosquillas a tu dolor, para que sonrías con sentimiento, con emoción.

Pero jamás olvidar, dejar de sentir; jamás intentar alejarme de ti. Como una receta de amor, la manera perfecta de colarme en tus pensamientos y que recuerdes con alegría los momentos que pasan, que vivimos. Como tus manos con las mías, como tus labios y los míos. Y cada carta que te escribo camuflando un destino, con las palabras que buscan abrazarte en el frío. Donde escurro con tinta, en papel, estrofas que tienen la forma de tu sonrisa.

Por eso defino caminos, diseño senderos que se conviertan en un rompecabezas, una forma diferente de enamorarte, de que me acompañes en la vida. Para que cada día algo diferente alimente lo que nace, lo que vivimos; asesinando rutinas, desperdicios, vacíos y silencios; para hacer eficiente los segundos, y en cada beso exprimir un poquito de felicidad, y en tu mirada esconderle a mis labios la forma de reír, de ser feliz. Como un papel cuadriculado, marcando con tinta recuadros, trampas, verdades maquilladas; y esconder dos palabras al final del camino, que te hagan entender lo que siento contigo.

La verdad, estas palabras pretenden colorear la realidad. Tal vez te encuentres en alguna frase, puede que recuerdes momentos pasados, sentimientos que se drenan en la memoria. Quizás es una manera de disfrutar, de leer para nunca olvidar. Una forma distinta de que escuches lo que siento, o lo que me haces sentir. Como una ventana, una posibilidad.

Son dos trampas, un secreto, tu sonrisa y mis labios; tus manos, la delicadeza de un beso y el olor en tu cuerpo. Confundo, como enredo, entre líneas recito, guardo en el final la respuesta, con un silencio en las cortinas. Busca lo que encuentras para que no pierdas lo que buscaste; por eso cuida lo que encuentras para buscar lo que perdiste. No sueltes por torpezas lo que encuentras al buscar, y de esa forma buscaras sin torpezas para encontrarte al final.

domingo, 16 de octubre de 2011

Magia en el desierto.

La silueta perfecta, el descanso intenso de la mirada fija, austera; el sonido, la música que despierta recuerdos, formas poco claras de llegar al corazón, de abrazar de distintas formas la idea de que vivir es cuestión de luchar, sin poder leer entre líneas el secreto que marca los tiempos de la soberbia, la arrogancia. Una forma de tachar las palabras escritas, de borrar sentimientos vencidos; tal vez, un camino que encuentra su destino en cada página, en cada cuento que escribo.

Poco a poco he ido calcando sonrisas, imitando sentimientos; las emociones, las que nacen ahí adentro, se convidan conmigo para hablarte al oído, recordarte entre rimas que son los silencios los que le dan vida a la bulla, al escándalo de una carcajada; y que cada lágrima guarda en sus propiedades la receta mágica para disfrutar el placer de vivir, pues cada error en esta vida se convierte en una forma de aprender, corregir con tinta blanca las mentiras que quisiste creer, las mismas que te hicieron caer.

Y nadie se salva de la desconfianza, como devorando a cada instante las promesas del amor; como esquivando con risa sarcástica la consecuencia de cada acto, pretendiendo poder obviar que la vida se devuelve, que la vida pasa páginas pero nunca olvida, y cada movimiento que tenga en su estrategia la respuesta con dolor de una persona sin vela, queda marcado en el retrovisor de la ironía, para convertirse más temprano que tarde en la realidad del que lastima.

Con los días aprenderás, y vivir se convertirá en un proceso para mejorar, para cuidar; recapacitar cada pequeño detalle del mosaico, de la gran imagen; y salirnos del pensamiento cuadrado para al menos cosechar lecciones, embargar a la tristeza con un cuaderno de ilusiones. Al final, todo se trata de cumplir los sueños, de hacer magia en el desierto; de sonreír en el dolor y levantarse del barro; de cosechar sonrisas y regalar besos; de capturar en una fotografía la simpleza de los detalles, el deseo casi automático de ser felices en la tristeza.

Ahora, cuando menos lo piensas, entra la memoria en el desván de tu presente, esperando para ser usada, evitando ser olvidada. Pues cada herida del pasado se cura con la enseñanza que le damos; de esa forma, sufrir es simplemente un paso del proceso, un momento oportuno, pues del dolor nace la llave para reír, para poder de alguna forma, vivir. Y así, entender en cuestión de segundos, que ser una buena persona representa el sueño por el que luchamos, la alegría que se importa de los momentos incómodos, cuando el corazón se desgarra en memorias.

Cierra los ojos, sonríe. Permítete soñar con soltura, con grandeza. Demuestrate que la capacidad de ser feliz se combina con los reflejos del pasado, y que la forma más perfecta de sonreír, es poniéndole trampas a la tristeza. Un detalle, una simple forma de leer la vida, de cosechar sonrisas. La inmensa conquista de cumplir el sueño de tu corazón; por eso, de cada lágrima que dejes salir, de cada herida que te marque y cada silencio que olvides, aprende a tomar apuntes, de marcar los tiempos. Al final, todo se trata de cumplir los sueños...de hacer magia en el desierto.

domingo, 9 de octubre de 2011

Aroma de café.


Una tarde de Noviembre, un momento cualquiera. Las lágrimas en la mesa de noche hacían del silencio un vacío repentino. Llovía, y con el viento, la tristeza parecía colarse entre las sábanas. Yo, sostenía un vaso con agua, fría, como tu piel, como tu mirada. Con la nostalgia de quien pierde lo que quiere, de quien cae en el intento; sentir sobre sus hombros el peso de la desgracia, la injusticia.

Y te vi sufrir. Con cada suspiro le robabas vida al viento; una fortaleza vencida, un desgarro marcado, una herida imborrable y el reflejo de dolor en tu mejilla. Tus ojos mojados, tu tristeza palpable; y el ruido de tu corazón ensordecía el cuarto, como queriendo salir, como queriendo hablar; podía sentirte viva, tan despedazada y adolorida; tan cansada. Luego de tantos golpes, la vida se convertía en una cuesta empinada, un sacrificio sin sentido.

Yo, sosteniendo aquel vaso con agua, te miraba, fijamente, con impotencia de no poder limpiar tus lágrimas, de verte golpeada, de ver como borrabas tus sueños con palabras, con gestos; incluso pensamientos, ideas poco claras que se quedan en aquella tarde de Noviembre, cuando todo cambió, cuando un poco de ti murió. Y pude escuchar, pude oler; como descubriendo secretos en el ayer.

Un aroma de café, el descanso de la eternidad, un simple olvido del destino y poner a jugar a la suerte. Un sonrisa que se recuerda, palabras formando oraciones: arquitecto de ilusiones. Como la flor que pinta un cuadro, como el sol que enciende las mañanas; como el viento buscando bailar con las hojas secas. Aroma de café, tierno y constante; efímero e incongruente; dulce y tan amargo. Aroma de café, de aquellas tardes de compartir, de reír; de aprender a vivir.

Una taza, caliente, y aroma de café. Un abrazo al frío de tus manos, a la sequedad de tu cuerpo. Un olor de memorias, de recuerdos. Un colador de ilusiones que sea capaz de cambiar tus emociones. Un simple aroma, y yo, sosteniendo aquél vaso con agua, buscaba un atajo a tu sonrisa, una manera de que sintieras brisa en el encierro de tu mente, en la agonía del presente. Por eso tuve la idea de que recordaras, de que sonrieras.

Y con un recuerdo, limpiar tus lágrimas, borrar tu tristeza. Con el café, ese aroma que te enamora, que te hace soñar. Como aquella tarde cuando aprendiste a caminar, y seguías mis manos en el aire, como pretendiendo alcanzar tus metas; como cuando empezaste a hablar, como cuando te caíste y te volviste a levantar. Como tantas mañanas cuando conversamos en la terraza, y tus ojos, delicados y preciosos, me recordaban cada una de mis razones de vivir.

La misma taza de café que tomamos tantas veces y en tantos momentos. Desde niña hasta mujer; y en cada momento compartimos sonrisas y palabras; memorias que se anclan al recuerdo, a tu memoria, y ahora que sufres, ahora que lloras, ahora que el mundo se te complica, busco atrapar una sonrisa en tus labios, la alegría que mereces y por la que has luchado. Una taza de café que caliente tu corazón; y el aroma...el mismo que te llena de ilusión, que te motiva a soñar, a luchar; y seguir a pesar de fallar.

domingo, 2 de octubre de 2011

Una forma de cambiar tu vida.


Ahora desangro tu dolor. Y descalzo camino hacia tus sueños para desnudar tus heridas, sanar tus dolores. Un simple impulso que motive, un cambio de dirección. Una nueva forma de ver la vida y la convicción de luchar hasta el final. Poner tu corazón a latir, a llorar, sudando al lado de una estrella fugaz; efímera y completa, intentando secar la tristeza. Ahora calmo tu respiración con estas palabras, y pongo trampas de amor en cada punto. Puedes aprender a jugar, y sonreír con el dulce placer de llorar.

No puedo remendar los recuerdos que te lastiman. Pero hacerte ver el mundo desde otra perspectiva sería mi manera de quererte. Al final, los momentos son solo momentos. Una sonrisa pone a brillar un corazón sensible, abierto, y la ternura de tu voz le marca el ritmo a mi respiración. Por eso, cada herida se convierte en tu premio, en el reconocimiento de la vida por superar tus miedos; así, regalar sueños se convierte en la constante de una ecuación con dos variables: tu y yo.

Idealista. Y con un puñado de sentimientos limpio la tristeza de tus ojos. Con la simple idea clara y sencilla de anticipar los movimientos, las ideas, los pensamientos. Atacar cada instante la tristeza con la actitud positiva que escondes por miedo. Son los detalles más absurdos los que logran desamarrar tu alegría, el brillo de tus ojos; y con las lágrimas limpiando tus mejillas, te regalo un beso que te haga cosquillas, que te arrebate sonrisas.

Soñador. Y con un susurro en la noche pondré mi suerte en tus manos. Te regalaré mi pasado y mi presente, dispuesto a compartir contigo mi futuro. Caminar de la mano, que seas parte de mis triunfos, y en cada fracaso, dejar escurrir el dolor en cada uno de tus besos. Y me permito soñar, idealizar. Cosas que hemos dejado ir, hemos empezado a olvidar.

Y ahora recito mis pensamientos, y voy dibujando una sonrisa en tus labios. Un beso que se roba, que no se piensa ni se cobra. Y tus labios, tan delicados, juegan a ser uno con los míos. Una manera casi perfecta de poner hablar dos corazones extraños. Como una canción para dormir, porque es en sueños donde me recuesto en tu mirada, y tus ojos, una puerta más a amarte con soltura, con la naturalidad de sentirte mía desde siempre, de tu sueño, de nuestro sueño.

Con estas palabras trazo líneas rectas que buscan un camino a tu vida. Una forma de toparme con mi felicidad, con tu alegría; de confundir tus besos con mis sonrisas. De saborear por las noches, tus caricias, y cada mañana, al despertar, escuchar tus latidos mientras duermes. Poder soñar despierto, poder pensar en ilusiones; poder planear mientras duermo las mil formas de que te enamores.

Es respirando tu olor que te siento cerca. Es tomando tus manos que mi vida se topa con suerte. Por eso, de intercambio, pretendo regalarte una forma de cambiar tu vida, de olvidar fronteras. Una manera de coser heridas, de llenar el vacío; de olvidar el pasado y tenerte conmigo. Como un capricho, me dedico a darle forma escrita a mis ideas, con la obsesión de hacerte feliz como sea. Sin pensarlo, solo actuando; y en silencio, los secretos del verso se pierden en el final de este cuento.