sábado, 13 de noviembre de 2010

Justo como hoy, y aquí estás.


Hoy, igual que otros días.
Vengo a decirte muchas cosas que siento.

Tantas conversaciones.
Tantas discusiones.

El sueño extraño de un ideal que quiero.
O tal vez simplemente pedir lo que merezco.

Por momentos siento que me escuchas.
Que eres mucho más que una intención.

Más que una linda ilusión.
O que una simple traición.

Porque cada vez que te hablo.
Me siento escuchado.

Como pocas veces lo he sentido.
Como pocas veces lo he querido.

Y en los peores momentos, sacas un rato para mí.
Te dedicas a escuchar mis necedades.

Con paciencia, con tranquilidad, con emoción.
Te he visto actuar muchas veces.

En mí, y en muchas otras personas.
Que, como yo, acuden a tí.

Para no sentirnos solos.
No volvernos locos.

Poder confiar en la fe de algo más allá.
Un mundo de bendiciones donde descansar.

Siento, muy dentro de mí.
Que tienes las mejores intenciones del mundo.

Y buscas siempre la manera de complacernos a cada instante.
Sacarnos sonrisas que empacamos en cajas de tristeza.

Y nadie más que tú me da la paz que necesito.
Aún en los peores momentos de mi vida.

Justo como hoy, y lo sabes.
Justo como hoy, y aquí estás.

A mi lado una vez más.
Cerca mío hasta el final.

Por eso, y por muchas cosas más.
Quiero que sepas que te agradezco.

Espero ser siempre un instrumento de tus obras.
Bendecir la vida de muchas personas.

Y con toda la humildad te pido.
Nunca me dejes solo en la vida.

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