jueves, 13 de enero de 2011

Estos escritos.


Escarbo en la tierra para encontrar palabras que sirvan al menos como un vano intento para expresar sentimientos; le robo la inspiración a los amanceres y construyo edificios enteros llenos de sonetos sin terminar. En cada espacio vacío de mi mente he puesto una foto del pasado, para llenarme con la sabiduría de lo que he vivido.

Pretendo acordarme siempre de mis miedos, y acurrucar en tu hombro mi cabeza, que descansa de tanto pensar; tanto escribir. Hoy ya se cumplen muchas lunas desde que comencé con la osadía de susurrarle pensamientos a estas hojas en blanco, para plasmar sentimientos que se van mezclando; algunos olvidando.

Al final, las respuestas salen por sí solas; preguntas que nacen en la nostalgia de una alternativa, un futuro distinto que se pudo tener mas no fue así. Ahora soy mecánico de emociones; corrijo entre líneas, malformaciones de tu alma; mientras más leas lo que escribo más entiendes lo que callo. Recuerda que ese siempre fue el secreto, y por eso surgió el motivo y la razón de que dedicaras a todo esto un momento del día.

Ahora, por más que intentes alcanzar el significado no se podrá; ahora filtro el entendimiento con trampas entre sílabas, consonantes que no te permiten descifrar el secreto. No hace mucho tiempo atrás era mucho más simple; pero ahora el lápiz ha madurado y con él las ideas, ahora cada detalle que dejas pasar por un lado se esconde para siempre del panorama.

Mientras tanto escribo y escribo, dedicando en silencio los poemas con los que te identificas; si tan solo supieras que todos ellos van para ti, la dueña de todas y cada una de mis rimas. Conforme avanza este proceso se acerca más el momento del final. Como todo lo que tiene un inicio, ésto también tiene un final. El cierre de un ciclo, la hoja que se dobla para recordar por dónde ibas en la lectura.

Mientras llega el momento de decir adiós para siempre, sigo imaginando mundos donde te cuento mis secretos; donde te paso las recetas que me definen. Espero que no pase desapercibido el esfuerzo de contentar mi espíritu y acariciar cada mañana mi rostro con el viento. Espero que todos estos recuerdos sean leídos e interiorizados por muchísimas personas; que mis escritos logren ganarle la guerra al tiempo y al olvido, y que para siempre existan palabras que te conmuevan cada día.

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