sábado, 8 de enero de 2011

Nunca dejes de contar.


Tres. Cuentas muchas veces hasta intentar entender. Colapsan en instantes futuras posibilidades que hacen silencio en el balcón de un atardecer. Sol. Uno. Cuentas y cuentas sin parar, sin lograr avanzar. Sientes cosquillas por todo tu cuerpo, la necedad y tortura de un espejismo sin color, sin olor. Curar, parquean en tu mente las razones insuficientes de situaciones por aprender. Uno, uno. Te sientas detrás tuyo.

Dos. Juegos y pestañas de una mañana acostada. La Luna. Cuentas y cuentas buscando respuestas. Nada. No encuentras nada detrás de tu memoria. Pero buscas, sin saber que encontrarías. Dos. Cruzas ideas y motivos; posibles negativos de un error que no entendiste, uno que no entendiste, uno que no valoraste. Dos. Porque sabes que alguien tiene razón; te niegas a aceptar lo que viene, te ocultas entre los enredos de la incertidumbre.

Tres. Piensas y piensas; cuentas y cuentas; mezclas y regalas; te presentas en una imagen, tres imágenes que esconden una respuesta, un secreto. Tres, cuentas y cuentas en busca de respuestas. La noche, el día, el bosque, el cielo, los ademanes y las mentiras; la hipocresía, la lucha, el mar y el calor. Sigues contando, no paras de contar. Pronto te comienzas a cansar. Tres, tres, tres. Sientes al mundo al revés.

Luego de tanto contar has aprendido que existen muchas razones; motivos para todas las acciones. Cuenta, empieza a contar. No dejes que el tiempo te gane; apunta cada detalle de esta vida con final; esta historia que se dibuja en tus pupilas. Piensa, recuerda; sobre todo cuenta. No dejes nunca de contar; pues al final lo positivo será más; incluso cuando todo parezca ir mal, ponte a contar, no lo dejes de hacer, al final lo bueno sumará, y lo malo te multiplicará.

Aprende a dejar crecer tus ideas, que tus metas nunca dejen de sumar; que en tu vida nunca dejes de contar. Uno, dos y tres. Uno. Dos. Tres.

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