martes, 25 de mayo de 2010

Carta de la madre al soldado..


Una equis sobre cada día en el calendario desde que te fuiste. Ha sido la peor tortura que la vida me ha dado. Por supuesto que llevo la cuenta exacta desde aquél día. Aquél Agosto lluvioso, desbordado en lágrimas cuando te subiste en aquél avión y con ese uniforme tan pesado. Parece que fue ayer cuando por última vez te ví de frente y te abracé.

Sencillamente no han sido días si no estás aquí. Ha sido época detenida en el tiempo; paralizada en lo permanente de los años y la rutina que hace daño. Pero así es sin tí. Y duele cada día la incertidumbre si respiras o no; si caminas o no; si todavía recuerdas o no. Por eso esta mañana cuando tu padre salió al buzón y vió tu carta casi se ahoga en llanto y emoción; y aquí estoy, respondiendole a una carta; sin saber si estas vivo o no. Sin saber si algún día leerás estas palabras o simplemente quedarán tatuadas a este papel sin color ni olor; papel sin sabor y sin emoción.

Es difiícil aceptar que luego de verte nacer, de darte de comer, luego de chinearte hasta dormir y de ver tu primer paso, de escuchar tu primer palabra. Luego de verte crecer y compartir los triunfos y fracasos que fueron parte de tí, hoy estés a miles de kilómetros de nosotros. Pues no te puedo cobijar por las noches, ni te puedo aconsejar en las tardes; no te puedo consentir con las comidas ni de curarte las heridas; no te puedo defender ni tampoco dejar de querer.

Porque es tu sangre la que me grita a través de la distancia; sentimientos de amor y de conexión que nos hace ser unos en el mundo. Porque de mí naciste. De mí creciste. De mi aprendiste. Y la vida en sus bailes muchas veces se tropieza entre los desordenes de la noche o las incomodidades de la pista. Pero es mi fe la que me permite creer y mantenerme fuerte a pesar de no tener certeza de que existes todavía y que sonríes a la vida.

No importa el tiempo ni la distancia cuando el amor está presente. En cada noche voy a tu cuarto, y destiendo tu cama, porque sé que a la distancia eso te trae calma. Y luego te cobijo en mis pensamientos y te consuelo; no ha pasado una sola noche en la que no te he dicho "te quiero". Y un vaso de agua en tu mesa de noche, como cuando tenías 5 y te despertabas siempre por las madrugadas a pedirme.

Y sí. No existe peor lucha en este mundo que la que se hace sin sentido; o con ideales mezquinos. No existe peor guerra que la que se hace. Porque en un mundo donde todos somos iguales no hace falta luchar por las tonteras que lo provoca. No existe en este mundo peor golpe que el odio entre hermanos; patadas de arrogancia y risas de desconsuelo que se mezclan entre las balas que asesinan sin piedad; sin sentido, con frialdad.

Pero así es el hombre en medio de sus tantos problemas. No aprende hasta que de frente se lleve el golpe. Y como muchas veces te lo dije "el hombre es único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra". Así que si luchas, que sea por tí; si ganas será dentro tuyo. Y la victoria se medirá según la paz al dormir; según el último respiro antes de morir.

Así que lucha, y da tu vida; por tus ideales nada más. Pues ir en contra de las masas no es error, sino valentía. Es mantenerte fiel a tí mismo, es realmente morir por lo que crees. Y entonces tendrás la tranquilidad de sonreír antes de partir. Y cuando tu luz se apague, se apagrán mil estrellas en el cielo; entonces cada noche miraré para arriba, esperando por una señal.

Pero si vuelves. Si vuelves las estrellas brillarán en el manto de luz que ilumina las noches; el sol calentará y destapará la botella de la felicidad que tanto tiempo escondió entre los rayos de luz; el atardecer se vestirá de ternura y entre cada brisa, sonrisas. Mi corazón correrá a kilómetros por hora como quién busca por el mundo la felicidad sin parar.

Y contigo a mi lado la vida tendría sentido.
No es un simple "Hola"
Es un merecido "bienvenido"

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