De verdad me he puesto a pensar como los seres humanos no seríamos nada sin una creencia espiritual que nos permitiera mantener alimentada nuestra alma. Es un comentario de muchas personas, que hago también mío cuando digo que Dios tiene muchos nombres pero todos es uno solo.
Algunos lo llaman Alá, otros Dios, otros Buda...son muchas las creencias y las religiones que existen en este mundo. Lastimosamente y para vergüenza del ente creador y centro del universo, éstas religiones o crencias han estado bajo el mando, dominio y posible manipulación del ser humano; un ser que no se caracteriza especialmente por su honradez, estabilidad, transparencia, confianza y muchas otras cualidades que deberían de ser menester.
Sin embargo, aún con estas situaciones en contra, la religión ha logrado mantener vivo el espíritu de un ser Divino y Superior que es misericordioso y nos escucha. Independientemente del nombre que lleve, todos y cada uno de ellos realiza la misma función básica-genérica; y que no por esto la hace una función menos importante o sencilla.
En mi caso particular, sin mi creencia en Dios ante cualquier otro lineamiento impuesto por seres humanos en alguna religión, mi vida no tendría sentido real, mi espíritu no se mantendría creciendo realmente y no me permitiría tener un nivel más real de convicciones, valores y principios.
Porque más allá de las reglas que se traten de poner en este juego, lo principal es la relación yo-Dios, una relación real y desinteresada; en el obvio sentido de que no se trata de buscar a Dios cuando lo necesito y ya. Realmente la relación con Dios es sumamente importante en la vida de cada persona. En estos días he estado visitando una que otra Iglesia que me topo en el camino y entro a conversar con Dios. Me he topado con personas que nunca he visto en mi vida, pero que ahí están, en la Iglesia, repletos de peticiones, agradecimientos o arrepentimientos; se hincan, lo que es rendir todo nivel de prepotencia humana, y caer en dos rodillas ante la voluntad de Dios. Es decir, es el reflejo del nivel de mayor admiración, respeto y fe que se le tiene a Dios.
Un Dios que por supuesto nadie nunca ha visto. Un Dios del que muchas personas dudan de gran forma de su existencia. Un Dios que ha visto empañada su imagen por ciertos encargados de llevar su bandera en el mundo, y se aprovechan del grandísimo impacto y poder que tienen las religiones para actúar sin escrúpulos. Faltas a la moral, al principio de humanidad y de conciencia espiritual.
Aún con todo esto, las personas siguen llenando Iglesias, siguen hincandose ante su fe, siguen creyendo que existe un Dios que los escucha y les responde; un Dios con una voluntad incriticable que tiene un plan maestro para todos y cada uno de nosotros.
Yo me considero creyente de ese Dios. Porque lo he vivido, y lo he sentido. Porque Dios ha estado en mi vida presente, y me ha escuchado. Yo lo he entendido, o al menos me he preocupado por intentar hacerlo. Y creo poder decir hoy en mis circunstancias que dejo todos en sus manos y que se haga su santa voluntad; porque si se hace la voluntad de Dios significa que el mal nunca va a ganar; y a veces los caminos que empiezan sucios, con piedras y alambres de púas...son los que nos llevan a un destino mucho mejor que nos permita encontrar la paz que necesitamos para vivir.
Algunos lo llaman Alá, otros Dios, otros Buda...son muchas las creencias y las religiones que existen en este mundo. Lastimosamente y para vergüenza del ente creador y centro del universo, éstas religiones o crencias han estado bajo el mando, dominio y posible manipulación del ser humano; un ser que no se caracteriza especialmente por su honradez, estabilidad, transparencia, confianza y muchas otras cualidades que deberían de ser menester.
Sin embargo, aún con estas situaciones en contra, la religión ha logrado mantener vivo el espíritu de un ser Divino y Superior que es misericordioso y nos escucha. Independientemente del nombre que lleve, todos y cada uno de ellos realiza la misma función básica-genérica; y que no por esto la hace una función menos importante o sencilla.
En mi caso particular, sin mi creencia en Dios ante cualquier otro lineamiento impuesto por seres humanos en alguna religión, mi vida no tendría sentido real, mi espíritu no se mantendría creciendo realmente y no me permitiría tener un nivel más real de convicciones, valores y principios.
Porque más allá de las reglas que se traten de poner en este juego, lo principal es la relación yo-Dios, una relación real y desinteresada; en el obvio sentido de que no se trata de buscar a Dios cuando lo necesito y ya. Realmente la relación con Dios es sumamente importante en la vida de cada persona. En estos días he estado visitando una que otra Iglesia que me topo en el camino y entro a conversar con Dios. Me he topado con personas que nunca he visto en mi vida, pero que ahí están, en la Iglesia, repletos de peticiones, agradecimientos o arrepentimientos; se hincan, lo que es rendir todo nivel de prepotencia humana, y caer en dos rodillas ante la voluntad de Dios. Es decir, es el reflejo del nivel de mayor admiración, respeto y fe que se le tiene a Dios.
Un Dios que por supuesto nadie nunca ha visto. Un Dios del que muchas personas dudan de gran forma de su existencia. Un Dios que ha visto empañada su imagen por ciertos encargados de llevar su bandera en el mundo, y se aprovechan del grandísimo impacto y poder que tienen las religiones para actúar sin escrúpulos. Faltas a la moral, al principio de humanidad y de conciencia espiritual.
Aún con todo esto, las personas siguen llenando Iglesias, siguen hincandose ante su fe, siguen creyendo que existe un Dios que los escucha y les responde; un Dios con una voluntad incriticable que tiene un plan maestro para todos y cada uno de nosotros.
Yo me considero creyente de ese Dios. Porque lo he vivido, y lo he sentido. Porque Dios ha estado en mi vida presente, y me ha escuchado. Yo lo he entendido, o al menos me he preocupado por intentar hacerlo. Y creo poder decir hoy en mis circunstancias que dejo todos en sus manos y que se haga su santa voluntad; porque si se hace la voluntad de Dios significa que el mal nunca va a ganar; y a veces los caminos que empiezan sucios, con piedras y alambres de púas...son los que nos llevan a un destino mucho mejor que nos permita encontrar la paz que necesitamos para vivir.
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