martes, 4 de mayo de 2010

De la relación con Dios




Por durante mucho tiempo en mi vida actué de una forma un poco equivocada. Seguramente todos hemos actuado de la misma forma. Consiste en que cuando nos pasa algo malo en la vida buscamos intensamente la ayuda de Dios. Suplicamos y rogamos por misericordia, y no pensamos en toda la imagen de la sitaución.

Llegó un día en mi vida, el cual no fue hace mucho, en donde fui conciente completamente de esta situación y el haberme hecho conciente de esto me permitió analizar un poco más las cosas y plantearme una solución a algo que yo estaba haciendo mal.

Desde ese momento, entendí cosas que al parecer son básicas pero que muchas veces no interiorizamos realmente. Es la simple idea de que tener todo lo que tenemos no nos permite valorar realmente lo que tenemos: como podemos caminar, no sabemos el valor real de tener las dos piernas; como podemos ver, no sabemos el valor real de poder ver; y asi con infinidad de cosas que las bendiciones infintas de Dios nos permiten tener.

Cuando llegué a ese punto entendí la importancia de agradecer día a día por cada una de esas cosas que la vida y Dios nos han prestado. Y comencé a hacerlo. Realmente era un cambio importante que me iba a permitir estar cerca de Dios en las malas y en las buenas; así como debe de ser una relación de amistad real.

Y aunque siento que avance en ese aspecto, hoy Dios y la vida de nuevo me acercan a otro reto más. Es un reto personal que me va a permitir poner mi fe a prueba y mi confianza en la voluntad de Dios. Una vez más, en momentos definitivos es donde los seres humanos sacamos a flote todos los sentimientos completamente reales y donde mostramos nuestra cara más sincera.

Entonces, por supuesto que hay una enseñanza de todo esto; dar gracias a Dios no debe de ser parte de una rutina, o no debe de limitarse a cuando "Dios nos ayudó en algo entonces a darle gracias por todo". No. Dar gracias a Dios y pedir perdón por cualquier error cometido tiene que ser algo normal y constante. Permanente y sincero. Es una relación pura y real que nos va a permitir tener paz y seguridad de que todo está bajo Su control.

De nuevo, algun día en el futuro, cuando recuerde esta circunstancia que vivo hoy, y me vea en la circunstancia de ese mañana, voy a sentirme orgulloso de haber siempre confiado en Dios, y de jamás, por ninguna razón, haber perdido mis valores, principios y creencias, lo que para mí se convierte en mi decisión y mi más grande orgullo en la vida.

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