miércoles, 13 de octubre de 2010

Una cara de Dios (Para y por los *Mineros*)

No todos los días nos topamos con esos detalles que explican de una sola vez todo el sentido de la vida misma. No en todo lugar del mundo sería posible coser a un planeta entero en esas uniones que muchas veces anhelamos para otras circunstancias. Es cuestión de reflejar ese perfecto sentimiento de hermandad y humanismo que todos tenemos dentro de nuestro corazón.

Si partieramos de situaciones tan determinantes y que definan de una u otra manera el sentido de la vida, y remarcara fuertemente sobre papeles impresos en el aire el significado puro y preciso de unión, tal vez seríamos un mejor planeta; tal vez sería un poco más fácil cargar con nuestra cruz, y poder sentir cerca de nosotros el calor humano que muchas veces se ahoga en tanto frío que trae esos sentimientos de soledad que nos arrebatan cualquier impulso de felicidad, de motivación.

Para cuando se trate de milagros y existan todavía personas incapaces de abrir lo más real de sus sentidos, la vida poco a poco se va encargando de dar muestras de la grandeza de un Dios que está en el cielo; y trae consigo una canasta repleta de aprendizaje, enseñanzas y crecimiento para todas aquellas personas que de una u otra forma sienten en sus corazones el dolor, la angustia y el placer de ver a un pueblo hermano festejando por una bendición de Dios.

Va mucho más allá de simplemente querer ser parte del montón; todo esto encierra el sentido de unidad que debe de existir en todos nosotros como seres humanos y principalmente como hermanos latinoamericanos. Es como tomar aire, como refrescar de una vez por todas tanta sequedad en tiempos donde reina la indiferencia y el olvido.

Es increíble cómo una situación se puede convertir en todo un símbolo para cientos de miles de millones de personas; cómo una situación en una pequeña localidad de un país puede conmover y poner a pensar a todos aquellos que sienten que algo no está bien en este mundo que hemos ido creando, mundo en el que hemos dejado atrás ese sentimiento de unificación, y le hemos permitido entrar a estos sistemas egoístas e intransigentes que nos dominan.

Hoy, un grupo de personas que quedaron enterrados a más de 600 metros bajo tierra nos han dado una de las mayores lecciones sobre lo que realmente es la fe, la confianza, la esperanza y la lucha sin final. No es un simple hecho; trasciende completamente a ser una idea, un ejemplo, una señal de que en este mundo todavía se tiene lo que se necesita para avanzar, y que todos, juntos como hermanos, somos capaces de dejar diferencias absurdas atrás, y corregir toda la indiferencia y el egocentrismo, para comenzar a construir los principales pilares de un mundo más justo, más leal y más esperanzado que nunca antes en nuestra historia.

Quedará este hecho reflejado como un eco sin final; es un dibujo permanente en las mismisimas entrañas del planeta, donde un grupo de personas plantaron la semilla de la esperanza y nos toca a nosotros cultivarla muy dentro de cada uno. Esto es un recordatorio de que la unión entre hermanos es uno de los primeros pasos para seguir adelante; que la esperanza y la fe son mucho más poderosos que la voz de algunos cuantos que intentan quitarle a esta vida la magia preciosa que le envuelve.

Y una vez más se ve ejemplificado el arte exquisito de sonreír, de contagiar la alegría y la gratitud; no importanta en cual situación, no importa si parece no haber unas sola razón para hacerlo, siempre una sonrisa es la mejor forma de motivar a la felicidad para que aparezca en nuestra vida. Una sonrisa realmente es más eficiente que una vitamina para recomponer el cuerpo; porque una sonrisa lleva a otro nivel por completo el estado de ánimo de uno como persona y de todos los que nos rodean.

¡Fuerza Chile! ¡Fuerza Mineros!

Que lo que hoy se está logrando es muchísimo más que un simple rescate; estamos viendo frente de nuestros ojos el rostro claro y nitidio de Dios.

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