En estos momentos solo pienso en garabatos de pintura. Hoy el cuadro se esta poniendo tenso y la tristeza, el dolor y la impotencia se acomodan en la primera fila de la injusticia.
Los colores no tienen sentido, ni las sensaciones dormidas por los dolores profundos de un mundo que cae y se desborona alrededor mío.
Dejar de pensar es a veces más difícil que nadar en la Luna, porque los golpes lastiman muchas veces más que las balas; a veces existen dolores mucho más grandes que una acuchillada.
Quisiera dormir, y al despertar ser consciente de que todo era una simple pesadilla; que todo esto que hoy me atormenta no es más que una extraña alucinación por llevar tanto sol en vida.
Quiero despertar, y sentir que puedo acostarme a dormir sin preocupaciones; vivir en un mundo justo donde las cosas tengan un poco más de sentido.
Dejar atrás lo absurdo y la intranquilidad, y poder al fin desayunar una vez en mi vida sin la tortura que representa pensar en la realidad que me embarga.
En momentos como estos necesito la fuerza de una palabra, un abrazo o un gesto; necesito todo aquello que le dé vida al motor de mi vida.
Esperar al menos que llegue el día donde una sonrisa no sea una hipoteca a mi felicidad; que una mirada no sea el préstamo del amor.
Quisiera dormir, y al despertar sonreír con la facilidad de un niño a jugar.
Los colores no tienen sentido, ni las sensaciones dormidas por los dolores profundos de un mundo que cae y se desborona alrededor mío.
Dejar de pensar es a veces más difícil que nadar en la Luna, porque los golpes lastiman muchas veces más que las balas; a veces existen dolores mucho más grandes que una acuchillada.
Quisiera dormir, y al despertar ser consciente de que todo era una simple pesadilla; que todo esto que hoy me atormenta no es más que una extraña alucinación por llevar tanto sol en vida.
Quiero despertar, y sentir que puedo acostarme a dormir sin preocupaciones; vivir en un mundo justo donde las cosas tengan un poco más de sentido.
Dejar atrás lo absurdo y la intranquilidad, y poder al fin desayunar una vez en mi vida sin la tortura que representa pensar en la realidad que me embarga.
En momentos como estos necesito la fuerza de una palabra, un abrazo o un gesto; necesito todo aquello que le dé vida al motor de mi vida.
Esperar al menos que llegue el día donde una sonrisa no sea una hipoteca a mi felicidad; que una mirada no sea el préstamo del amor.
Quisiera dormir, y al despertar sonreír con la facilidad de un niño a jugar.
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