Por supuesto que uno siempre espera, teniendo la perspectiva de vida de "aquí para allá", de alcanzar muchas metas; y poco a poco vamos como elaborando sueños y sueños, cada vez más complejos que son los que de una u otra manera nos van definiendo las líneas que van a ir limitando nuestro camino. Una forma de la vida de guiarnos por el camino justo para alcanzar lo que queremos.
Pero no se trata de un simple camino. Es normal que siempre vayamos topando con diversas adversidades. Los típicos momentos de crisis existenciales, donde nos cuestionamos todos y cada uno de los detalles de nuestra vida. Creo que eso es normal. A veces tenemos que darle permiso de entrar al miedo, el miedo puede servir como catalizador que controle nuestras acciones. Una persona sin miedo podría actuar irracionalmente ante una situación; una persona con mucho miedo puede que de ninguna forma actúe por el inminente miedo a fracasar. Por supuesto que debe de existir un balance, como todo en la vida.
Estos momentos de vicisitudes en el camino también funcionan como las pruebas de fuego que nos van a decir si de verdad tenemos el carácter y el entusiasmo necesario para lograr lo que nos proponemos en la vida. Si dejáramos tirados los sueños por cada problema que se nos presente, viviríamos echados en el suelo, sufriendo intensamente por la impotencia de no lograr nuestras metas.
Obvio no es sencillo, y de igual forma si lo fuera no tendría el sabor que tiene lograr algo cuando nos cuesta de verdad. Puede ser una de las cosas más trilladas en el mundo, pero definitivamente no hay nada que celebremos con más ganas que aquello que nos costó un mundo. Y a pesar de ser extremadamente trillado, muchas veces lo olvidamos; lo olvidamos justo en los momentos donde estamos en el márgen del error. De nuevo es una situación normal, como humanos entendemos las reglas del juego pero normalmente no las cumplimos; obviamos situaciones que son básicas, por exactamente esa razón: son básicas. Y convertimos aquello que debería de ser la excepción, en la regla.
Entonces el chiste está en perseverar. Pero es que perseverar va muchísimo más allá de decir "lo voy a intentar de nuevo". No. Perseverar es un cambio radical de mentalidad y actitud, donde dejamos a un lado el pasado inmediato o no tan inmediato para empezar de cero con todo el entusiasmo que se tiene la primera vez. Perseverar es un estado mental completamente renovado y reseteado, que nos permite taparle a la razón un paradigma que se formó, para ser capaces de alcanzar una meta.
Por eso, el mensaje aquí es que tenemos que ser conscientes de que las crisis existenciales y los problemas son parte del día a día; la diferencia la hacemos nosotros con las decisiones que tomemos sobre las diferentes situaciones que se nos van presentando en la vida. Y luchar por nuestros sueños tiene que ser la regla, y no la excepción.
Pero no se trata de un simple camino. Es normal que siempre vayamos topando con diversas adversidades. Los típicos momentos de crisis existenciales, donde nos cuestionamos todos y cada uno de los detalles de nuestra vida. Creo que eso es normal. A veces tenemos que darle permiso de entrar al miedo, el miedo puede servir como catalizador que controle nuestras acciones. Una persona sin miedo podría actuar irracionalmente ante una situación; una persona con mucho miedo puede que de ninguna forma actúe por el inminente miedo a fracasar. Por supuesto que debe de existir un balance, como todo en la vida.
Estos momentos de vicisitudes en el camino también funcionan como las pruebas de fuego que nos van a decir si de verdad tenemos el carácter y el entusiasmo necesario para lograr lo que nos proponemos en la vida. Si dejáramos tirados los sueños por cada problema que se nos presente, viviríamos echados en el suelo, sufriendo intensamente por la impotencia de no lograr nuestras metas.
Obvio no es sencillo, y de igual forma si lo fuera no tendría el sabor que tiene lograr algo cuando nos cuesta de verdad. Puede ser una de las cosas más trilladas en el mundo, pero definitivamente no hay nada que celebremos con más ganas que aquello que nos costó un mundo. Y a pesar de ser extremadamente trillado, muchas veces lo olvidamos; lo olvidamos justo en los momentos donde estamos en el márgen del error. De nuevo es una situación normal, como humanos entendemos las reglas del juego pero normalmente no las cumplimos; obviamos situaciones que son básicas, por exactamente esa razón: son básicas. Y convertimos aquello que debería de ser la excepción, en la regla.
Entonces el chiste está en perseverar. Pero es que perseverar va muchísimo más allá de decir "lo voy a intentar de nuevo". No. Perseverar es un cambio radical de mentalidad y actitud, donde dejamos a un lado el pasado inmediato o no tan inmediato para empezar de cero con todo el entusiasmo que se tiene la primera vez. Perseverar es un estado mental completamente renovado y reseteado, que nos permite taparle a la razón un paradigma que se formó, para ser capaces de alcanzar una meta.
Por eso, el mensaje aquí es que tenemos que ser conscientes de que las crisis existenciales y los problemas son parte del día a día; la diferencia la hacemos nosotros con las decisiones que tomemos sobre las diferentes situaciones que se nos van presentando en la vida. Y luchar por nuestros sueños tiene que ser la regla, y no la excepción.
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