martes, 28 de septiembre de 2010

Ser dueño de un pincel que dé color a la noche.


Ser creativo en el camino.
Trazar hileras con opciones diferentes.

Dibujar recuadros donde escribir.
Los poemas que queremos oír.

Repintar bien fuerte el sol.
Para sentir más fuerte el calor.

Ponerle sonrisas a las flores.
Hacer dibujos en las nubes.

Jugar a ser niño en el universo.
Cambiar la opacidad de las cosas por el brillo de las estrellas.

Escribir en el cielo las palabras que pienso.
Borrar para siempre los pensamientos que lastiman.

Ponerle subtítulos a los árboles.
Poder descifrar los secretos del bosque.

Entender las notas musicales de las aves.
Trazar acordes en el aire.

Alinear las estrellas con las olas del mar.
Imaginar que puedo colorear los atardeceres que te gustan.

Ser dueño de un pincel que dé color a la noche.
Y que permita iluminar el rostro de la Luna dormida.

Ante todo dedicarme a construir en este mundo.
El lugar perfecto para llevarte conmigo.

Y ser de esa forma dueños del entorno.
Y darle matices de dulzura a la pintura.

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