miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aquella noche.


Nunca voy a olvidar las noches en donde compartía pensamientos con el lago. El silencio parecía acomodarse entre los árboles, la luz de la Luna hacía trillo en la oscuridad como pretendiendo ser del destino la muestra. Muchas veces, viendo las estrellas, pensé que sería magico curar heridas pasadas con la simpleza de un momento precioso.

No es fácil pretender dejar atrás para siempre el pasado. Porque siempre, a pesar de que no sea lo mejor, el pasado camina con nosotros, agarrado de nuestra mano. Y justo cuando menos lo pienses, y más hayas creído que lo habías dejado, aparece. Aparece, de una forma extraña, más fuerte que antes; los momentos van adquiriendo mayor importancia, las decisiones que nos van definiendo son secretos ocultos en cada uno de nosotros.

Aparentar es tan fácil como distraer un pensamiento antes de dormir. Es como jugar a las escondidas con nostros mismos; creer que nos podemos esconder detrás de la máscara de la pretensión. Sin embargo, es más común de lo que pensamos; y para eso había decidido aquella noche hacer un cambio en mi vida.

No el típico cambio de querer ser una mejor persona; que muchas veces se queda tan subjetivo como la propia frase. Ser una mejor persona no es una meta, es un camino que tenemos que seguir; pues nunca se llega a ella, simplemente podemos perseguirla y mantenernos constantes en el proces, porque errores nunca vamos a dejar de cometer; pero podemos poner en práctica nuestra mente, para detectar momentos potenciales de error y tratar de evitarlos.

No fue simplemente una intención; fue una convicción de aquella noche. Nunca olvidaré las palabras que me daban aquella paz que había perdido un tiempo atrás. Era casi tan increíble como el sueño de aprender a volar. De una u otra forma, ser capaces de conocernos a tal punto de predecir nuestras acciones con el objetivo de evitar ciertos errores debería de ser un pensamiento permanente y lo suficientemente fuerte como para mantenernos en raya.

Tal vez quieras escuchar lo que pasó aquella noche. Sin embargo, esta historia no tiene su objetivo en eso; se trata de que pongas en práctica en tu vida diversas formas para conocerte. Darle apertura a las mentes cerradas, repletas de paradigmas sin sentido; infundados. Aquella noche, en donde sucedió lo que cuento, no iba con la idea cerrada de "algo" que iba a pasar, simplemente le permití a mis sentidos caminar por su cuenta, para entender lo que nunca había querido entender.

La noche, la luz de la luna, el viento jugando con los árboles; ese paisaje que retrato en palabras puede tener tantas modificaciones como quieras; lo importante es valorar la posibilidad de dejar atrás todo pensamiento rigido, social y cultural, para darle paso a un crecimiento personal mucho más allá de lo que puedas imaginar. Así, tal vez, el mundo sea un mejor lugar para vivir; en donde la gente no se haga sufrir ni hayan razones para mentir.

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