lunes, 6 de diciembre de 2010

Una Hoja Seca.


Quiso caminar por aquél sendero. Largo, angosto; podríamos decir que repleto de misterios. A veces no importa tanto cuál camino escoger, sino la forma en que lo vayas a caminar. Definitivamente mezclar ideas con pasiones puede convertirse en esa piedra angular que da inicio a una intención, un leve pensamiento que enciende la chispa de la motivación.

Por las tardes siempre cuidó su secreto. Lo llamaba con un nombre oculto, para referirse a él libremente sin mayor preocupación. Y claro, una vez que uno descubre aquello que había descubierto, hay que cuidarlo de cualquier peligro. No se trata de un simple baúl de tesoro; sino de algo mucho más determinante en su vida.

Era cuestión de ponerse a pensar dos veces, quizás tres. Que si te diviertes mientras luchas por avanzar, tal vez le des un nuevo sonido a tu rutina al caminar. Intersecciones que le dan trabajo a la razón; cuestionar cada instante las decisiones que tomaba, era para él una regla primordial. Cuando juntaba del suelo las hojas secas, alardeaba de poder coser sus miedos con el cuerpo inerte que yace a vista y paciencia del mundo.

Pero quién le daría mayor importancia a lo que alguna vez fue parte de un árbol. Hoy, se ha convertido en nada más que una hoja seca; una triste imagen de un pasado infructuoso que se ha quedado atrás desde ya y para siempre, sin importar que puedas hacer o no por cambiar lo que ha pasado. No es lo mismo sanar una herida que acariciar con la dulce sensación que se tiene al amar.

Es fácil practicar con la costumbre. De vez en cuando darle de comer a la imaginación; escribir en las hojas secas de un árbol viejo, pensamientos deshidratados que han ido muriendo lentamente dentro de nosotros.

No es lo mismo sanar una herida...que acariciar con la dulce sensación que se tiene al amar. Sin darse cuenta, era la segunda vez que escribía esa frase en una de tantas hojas que servían de consuelo para una consciencia resentida por la terquedad de un sueño atípico que nace en las entrañas de todo aquél que busca en su mirada, el reflejo de una bendición concreta; una prueba de fe que le de alas a su esperanza; alas que una vez cayeron como una hoja seca en el zacate del parque. El mismo parque en el que un tiempo atrás había compartido con su padre. Y hoy...hoy ya no estaba.

A pesar de las pruebas que la vida va tendiendo en nuestro sendero; ese camino agazapado que oculta en sus curvas la incertidumbre de un destino desconocido; es fácil irnos topando con detalles que van tiñendo una sonrisa en nuestros labios, sin importar la lluvia, ni la neblina, ni las lágrimas. Sin importar que el camino sea dfifícil de distinguir, aún cuando la noche trae el silencio y la Luna se oculta entre las nubes; existe una linda razón para despertar cada mañana; ya sea el reflejo en tus ojos de una bendición concreta o...sencillamente una hoja seca que te ponga a pensar.

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