martes, 7 de diciembre de 2010

Es lindo ver en el retrovisor.


Es simple, dulce y completa.
La preciosa sensación de cumplir.

Las metas que con los años se van cumpliendo.
Convirtiendo sueños en la realidad que vivo.

Despejar en este instante de descanso.
Las tensiones que han sido parte del día.

Sosegar con el aliento de la tranquilidad.
La nostalgia que hubo un tiempo atrás.

Hoy, es lindo ver en el retrovisor.
Recordar cada punto de inflexión.

Donde me fui convirtiendo poco a poco en quien soy.
Gasté las lágrimas para crecer.

Sudé muchas noches.
Con el peligro de dejar escapar mi fuerza.

Por las mañanas le dí sentido a mi vida.
Con la luz del Sol entrando por mis percianas.

En cada instante de debilidad.
Luché sin temor, hasta el final.

Ahora, justo ahora.
Puedo sonreír sin remordimiento.

El exquisito sabor de la realización.
Las metas que dan vida a mi corazón.

Pensar que un tiempo atrás soñé.
Hoy vivo una realidad que premedité.

Y al final, de eso se trata.
Crear las escaleras que nos llevan al cielo.

Ese lugar precioso donde consigues lo que buscas.
Y aprendes que vivir es una cuesta.

Que tienes que subir.
Incluso sufrir.

Para una tarde, de esas cualquiera.
Dar gracias a Dios por cada detalle de tu mundo.

Pintar en tu rostro la más grande sonrisa.
Y secar tus lágrimas con una delicada brisa.

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