viernes, 25 de febrero de 2011

Cuentas año tras año.


Pasan los años, y conforme vas desarrollando la madurez en tu mente, cada pequeña partícula de tu cuerpo se enamora más y más de la vida. Llegan momentos en el camino donde decides detenerte un instante, para ver por el retrovisor lo que has ido cosechando, cada logro; incluso cada intento fallido. Pero recordar la lucha que has dado es una inyección de motivación que cada uno de nosotros necesitamos

Cuentas cada año, y nunca dejas de contar. Exactamente como tienes que hacerlo, recuerda: nunca dejes de contar. Pues la suma de cada dígito en tu edad, es la equivalencia de mil caminos hacia la felicidad. Lo importante, a final de cuentas, es el orgullo y la tranquilidad, de saber que crecer es cuestión de aprender y corregir. Cada error, cada mal paso que has dado se convierte en una nueva lección que interiorizar, y por supuesto, una enseñanza que compartir.

Justo cuando sientes el pánico de llegar casi a los 40 años de edad, es el momento donde te das cuenta que la vida simplemente inicia, pues todos los años para atrás te han servido para cultivar cosas buenas; para sembrar en tu vida y en la de los demás muchos motivos para querer avanzar. Es el momento perfecto para entender que esta vida hay que vivirla, hay que sonreír cada mañana y agradecer al Dios eterno por poder respirar; es el momento ideal para escuchar los pájaros pidiendo lluvia, y hasta disfrutar un poco de lo malo, pues al final, cuando el tiempo pase, no habrán más que carcajadas bañadas en recuerdos, unos tristes y otros no tanto, pero que al final se confunden en una inmensa alegría.

No es cuestión de asustarse, es de sentir el orgullo; la paz y tranquilidad que ofrece una consciencia tranquila no se compra con nada en este mundo; el secreto de la vida se esconde en cada vela que apagas año tras año sin perder de vista a quienes tienes a tu lado, pues ellos, las personas que te quieren y acompañan, son un puente que te llevan hacia la felicidad, una manera compartida de crecer, de soñar juntos y de sentir el calor de quienes más lo necesitas.

Por eso escribo hoy palabras que exhalen alegría, en cada sílaba de este escrito dejo plasmado un sentimiento que piensa, que motiva; un incentivo para tu vida, y que con los mayores deseos de éxitos en el resto de ella, dedico lo que recito a quien esté en su día. Aprende a ver el mundo con nuevos ojos cada mañana, que la ilusión nunca acabe; que las ganas de hacer el bien se multipliquen y que no exista otra cosa más que bendiciones en los años que vienen.

Y cuando sientas que hay mucha presión, que los años han ido dejando una marca en tu corazón, date un momento para respirar, dedicale minutos a un ejercicio para analizar, en donde recuerdes cada lucha, cada derrota, cada momento de alegría inmensa y, ante todo, recuerda que Dios te trajo a este mundo con un objetivo, eso bastará para querer amanecer un día más.

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