lunes, 7 de febrero de 2011

Sé que entiendes.


De repente me desperté, y corría hacia ti, con el desconsuelo de un bebé al llorar. Dejé a un lado los sentidos, silenciados por la imagen de una realidad diferente; una puerta abierta en mi mente. Tenías que llegar, y tambalear mis estructuras; hacerle el favor a mi vida, de cambiar toda mi perspectiva. Se desahoga mi confusión en un mar de preguntas, de incertidumbre y muchas dudas.

Pensar que hace un tiempo no existías; sentirte ahora tan cerca, tan real. Como el dibujo de una estrella al pasar; irreal, efímera; repleta de la dulzura que dejas caer en el color de tus pupilas. Cada palabra que dices, incluso cada momento que callas, se ha convertido en un momento de ansiedad, por escuchar de ti una vez más.

No sé si eres una ilusión, creación de mis pensamientos, o si realmente existes y duermes en silencio. Tal vez seas para mi, o quizás no; pero desde ya plantas en mi una semilla de emoción, tan extraña y tan increíble a la vez. Si tan solo supiera lo que sientes, si pudiera leer entre líneas lo que pasa por tu mente; o incluso descifrar si tus latidos se aceleran al pensar en mi.

Tan temprano para dejar de darle vueltas a una idea que puede estar vacía; pero las mejores cosas que llegan a tu vida aparecen así, en instantes; esos momentos donde sabes que a pesar de la posibilidad de que nada vaya a pasar; existe una donde el destino puede comenzar a coser lazos con el futuro y la felicidad.

Yo sé que entiendes; pues todos vivimos momentos como este. Dudas, palabras, pensamientos, ilusión, incertidumbre, emoción, paciencia, silencio, ideas; al final es todo un caos en la mente, pero el tiempo se convierte en un aliado del destino. Por ahora, cosechar; para dar el tiempo y esperar. Mientras tanto doy respiros a lo inexistente, para tenerme presente en tu mente, y con paciencia permitirle a la vida actuar; su linda forma de cautivar.

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