De frente una vez más.
Un nuevo obstáculo que pasar.
No hay tiempo para descansar.
Ni espacio para llorar.
Los mejores momentos de la vida.
Llegan cuando menos los esperas.
Acompañados de tantas alegrías.
Y tantos sueños en su simpleza.
Desbordar de algarabía.
Momentos de intensa apatía.
Vivir por hoy.
Descansar para mañana.
Porque en cada esquina te topas.
Una nueva rama que te estorba.
Pero de eso se trata esto.
De pelear sin descanso.
De sembrar y ser pacientes.
De mejorar y ser coherentes.
Un complemento de la emoción.
Que trae consigo silbar tu canción.
Pero no permitas que la amargura.
Distraiga tus sueños o tu cordura.
Cuando más aparece la neblina.
Socavan tu fuerza y tu estabilidad.
De repente, cuando cierras los ojos.
Recuerdas con orgullo todos tus logros.
Ver partir una rosa.
La delicadeza de su cambio de piel.
Y cobijar con la ternura de la brisa.
Los pasos de un destino extraño.
Colaborar con el cielo y las estrellas.
E iluminar con tu rostro una sonrisa.
Permítete andar descalzo en tus miedos.
Para romper de una vez por todas su efecto.
Solo existe una cosa a la que hay que temer.
Dejar a un lado un beso y olvidarte sin querer.
Dos pecados que no perdono.
Un silencio que guardo.
La inmensidad de un vacío en sentimiento.
Con la terquedad de no expresar lo que siento.
Ahora, en este instante.
Tocándole la puerta a mi mente.
Escucho en susurro a la razón.
Gritándole fuerte al corazón.
Es hora de abrir los ojos.
Dejar el miedo andar.
Y tomar decisiones que me permitan.
Seguir creciendo, sin dudar.
Un nuevo obstáculo que pasar.
No hay tiempo para descansar.
Ni espacio para llorar.
Los mejores momentos de la vida.
Llegan cuando menos los esperas.
Acompañados de tantas alegrías.
Y tantos sueños en su simpleza.
Desbordar de algarabía.
Momentos de intensa apatía.
Vivir por hoy.
Descansar para mañana.
Porque en cada esquina te topas.
Una nueva rama que te estorba.
Pero de eso se trata esto.
De pelear sin descanso.
De sembrar y ser pacientes.
De mejorar y ser coherentes.
Un complemento de la emoción.
Que trae consigo silbar tu canción.
Pero no permitas que la amargura.
Distraiga tus sueños o tu cordura.
Cuando más aparece la neblina.
Socavan tu fuerza y tu estabilidad.
De repente, cuando cierras los ojos.
Recuerdas con orgullo todos tus logros.
Ver partir una rosa.
La delicadeza de su cambio de piel.
Y cobijar con la ternura de la brisa.
Los pasos de un destino extraño.
Colaborar con el cielo y las estrellas.
E iluminar con tu rostro una sonrisa.
Permítete andar descalzo en tus miedos.
Para romper de una vez por todas su efecto.
Solo existe una cosa a la que hay que temer.
Dejar a un lado un beso y olvidarte sin querer.
Dos pecados que no perdono.
Un silencio que guardo.
La inmensidad de un vacío en sentimiento.
Con la terquedad de no expresar lo que siento.
Ahora, en este instante.
Tocándole la puerta a mi mente.
Escucho en susurro a la razón.
Gritándole fuerte al corazón.
Es hora de abrir los ojos.
Dejar el miedo andar.
Y tomar decisiones que me permitan.
Seguir creciendo, sin dudar.
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