Los años pasan, de repente una constante suena con fuerza. Hoy, quiero liberar un momento lo que siento, y sudarlo en palabras en esta carta. Quiero dejar plasmado un dibujo de este amor, para que quede inmune al tiempo; hoy quiero que sepas que estas palabras que escribo son recitadas por mi corazón e inspiradas en el puñado de recuerdos que hemos ido cobijando con nuestros besos; esta carta es como intentar coser en poco tiempo el mapa de un camino largo que nos trajo hasta aquí.
Con cada mes he ido recorriendo senderos de tu mirada, hasta el punto de aprender a leer en tus ojos lo que piensas; poco a poco he descifrado entre tus rabias las razones que ocultan tu belleza, esa inspiración del sol por amanecer y calentarte cada mañana; guardas entre tu pelo la ilusión de un futuro un poco incierto; es exactamente eso lo que me aferra a tus impulsos y me hago adicto a tu olor, el que respiro mientras sonrío.
He visto más allá de tu delicadeza, hasta he creído encontrar el secreto de la vida entre tus manos; pues cuando las unes con las mías siento como aceleras mis latidos y le das fluidez al aire que respiro; abrazarte se convierte en el silencio del mar, cuando descansa sobre la arena, tanta paz y poca pena, que pareces acostumbrar tu suerte y mi cordura con el placer de no temer por perdernos en esta locura.
Año con año te desdibujas en mi alegría, pintando con tu sonrisa cada una de mis risas; como fotografías que tatúan sobre el aire y el tiempo, así me percato que son años a tu lado, es un cuento en el que somos los personajes, es un amor que no es para cobardes. Por eso tus labios son la más clara tentación, de saborear la dulzura y llenarnos de pasión.
Quiero entregarte mucho más que la Luna, quiero poder acercarte tus sueños, pintando nubes en el cielo hasta que llegues a tus metas; quiero ser parte de tu vida y a la vez no ser nadie en ella, quiero que me escuches y escucharte y a la vez olvidar lo que hablamos; y al despertar, juntos en un sueño, disfrutar del tiempo que se acaba; encarcelar días enteros, para poder alimentar de amor nuestros corazones.
Las gracias parecen desperdiciarse en el sinsabor de lo inexacto, pues no existe descripción que explique lo que callo. Cuesta calentar entre palabras, el verdadero significado de lo que veo en tu mirada. Es poco si te digo que cada respiro que doy tiene un rostro definido; cada latido suena como tu nombre; llevo en un rincón de mi corazón, guardado en secreto y emoción, el secreto de este amor imperfecto, este amor absurdo y tan coherente a la vez.
Hoy, con los años que han pasado, puedo tapar mis ojos y dibujar en mi mente la silueta de nuestro amor; puedo escribir un poema donde la rima sea perfecta, y cada estrofa tenga música para ti. Hoy, me senté a escuchar un sentimiento y escribí lo que decía; recordé por un momento el dolor que sentí un tiempo atrás, cuando parecía que la vida daba un giro y nuestro amor se perdía por siempre; pero ahora que la vida parece jugar de nuestra parte, le doy gracias a la necedad de mis emociones, porque a pesar de saber que el destino no tiene forma, hoy estoy aquí contigo, y no hay nada más que necesite para alcanzar mi felicidad.
Con cada mes he ido recorriendo senderos de tu mirada, hasta el punto de aprender a leer en tus ojos lo que piensas; poco a poco he descifrado entre tus rabias las razones que ocultan tu belleza, esa inspiración del sol por amanecer y calentarte cada mañana; guardas entre tu pelo la ilusión de un futuro un poco incierto; es exactamente eso lo que me aferra a tus impulsos y me hago adicto a tu olor, el que respiro mientras sonrío.
He visto más allá de tu delicadeza, hasta he creído encontrar el secreto de la vida entre tus manos; pues cuando las unes con las mías siento como aceleras mis latidos y le das fluidez al aire que respiro; abrazarte se convierte en el silencio del mar, cuando descansa sobre la arena, tanta paz y poca pena, que pareces acostumbrar tu suerte y mi cordura con el placer de no temer por perdernos en esta locura.
Año con año te desdibujas en mi alegría, pintando con tu sonrisa cada una de mis risas; como fotografías que tatúan sobre el aire y el tiempo, así me percato que son años a tu lado, es un cuento en el que somos los personajes, es un amor que no es para cobardes. Por eso tus labios son la más clara tentación, de saborear la dulzura y llenarnos de pasión.
Quiero entregarte mucho más que la Luna, quiero poder acercarte tus sueños, pintando nubes en el cielo hasta que llegues a tus metas; quiero ser parte de tu vida y a la vez no ser nadie en ella, quiero que me escuches y escucharte y a la vez olvidar lo que hablamos; y al despertar, juntos en un sueño, disfrutar del tiempo que se acaba; encarcelar días enteros, para poder alimentar de amor nuestros corazones.
Las gracias parecen desperdiciarse en el sinsabor de lo inexacto, pues no existe descripción que explique lo que callo. Cuesta calentar entre palabras, el verdadero significado de lo que veo en tu mirada. Es poco si te digo que cada respiro que doy tiene un rostro definido; cada latido suena como tu nombre; llevo en un rincón de mi corazón, guardado en secreto y emoción, el secreto de este amor imperfecto, este amor absurdo y tan coherente a la vez.
Hoy, con los años que han pasado, puedo tapar mis ojos y dibujar en mi mente la silueta de nuestro amor; puedo escribir un poema donde la rima sea perfecta, y cada estrofa tenga música para ti. Hoy, me senté a escuchar un sentimiento y escribí lo que decía; recordé por un momento el dolor que sentí un tiempo atrás, cuando parecía que la vida daba un giro y nuestro amor se perdía por siempre; pero ahora que la vida parece jugar de nuestra parte, le doy gracias a la necedad de mis emociones, porque a pesar de saber que el destino no tiene forma, hoy estoy aquí contigo, y no hay nada más que necesite para alcanzar mi felicidad.
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