jueves, 3 de febrero de 2011

Un capricho sin explicación.


Pienso en cómo darle sonido a mis palabras, para que en su musicalidad le canten en susurros a la vida; es casi tan normal sentir la tristeza de esos días cansados, como la repentina felicidad que le da aire a nuestras ganas de vivir. De repente, conoces a esa persona que te saca una sonrisa y te libera de la rutina; como abrir la ventana con calor.

Es su mirada, o su forma de hablar; su sonrisa o su forma de caminar. Hay algo en sus labios, ese olor que te atrae; puede ser su actitud o incluso su torpeza. No sabes ni te interesa saber, simplemente entras en su comodidad, en la dulzura de tener cerca la persona que te motiva a despertar cada mañana.

El tiempo puede ser mucho, incluso poco; pero llegas a sentir que no podrías despegarte ni un solo día de esa persona. Es la sensación perfecta e increíble de una ilusión que nace, sin esfuerzo ni método, solo con naturalidad. Nada opaca el momento, ni las sombras de una realidad; en ese momento no importa más nada que sonreír en su abrazo.

Es como imaginarnos en las estrellas, tomando fuerza del destino, poco a poco vamos pintando el camino que nos lleva al futuro soñado; colores y colores, dibujos sin sentido, es un rompecabezas de sentimientos que toma forma cuando recuerdas su rostro. Piensas y juegas a construir pilares que sostendrán tu vida, sin imaginar ni considerar la posibilidad de que el final no sea el que esperas.

A veces darle matices irreales a verdades sin escondite puede convertir las noches en pesadillas; los colores fácilmente se borran y los recuerdos con el tiempo se olvidan; cultivar un amor y alimentarlo con besos no es un proceso rutinario que tiene partes y procesos, se trata de un sentimiento que nace en la raíz de tu vida, tu alma sin maquillaje, sin mentiras que motiven; solo verdades que nos enseñan.

Buscamos y buscamos secretos; nuevas formas de vivir la vida y disfrutar el amor. Acorralamos con pasión cada forma de salir o escapar; pues cuando amamos tememos, y sentimos el miedo de perder, de estar solos; pensamos que nada mejor vendrá en nuestra vida y que la mejor opción es la que se puede ir, no la que puede venir.

Es difícil tener la certeza de lo que vaya a pasar conforme el tiempo avanza, pero definitivamente crecemos, maduramos, y con esto tenemos perspectivas diferentes que agudizan y hacen más precisa la toma de decisiones. "Es fácil dejarlo ir, cuando sabes que viene lo mejor para ti"

Se vale tener miedo y sufrir; se vale luchar y aprender. Pero jamás sientas que no existe nada mejor, porque si la vida es buena para algo es para sorprendeernos a cada instante. Es cuestión de abrir bien los ojos del alma, y aprender a elegir con la razón; no por un simple capricho sin explicación.

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