lunes, 21 de febrero de 2011

Trescientos.



He intentado mantener constantes los esfuerzos de estas palabras por prevalecer, ser fuertes, y expresar en sus sonidos al leerlas el significado real y puro de cada sentimiento que ha ido forjando mi forma de ser, de ver la vida y de luchar. No me he guardado ningún resentimiento, y los secretos se deslizan entre párrafos y líneas.

Alguna vez te preguntaste cuánto valen las palabras que escribes, las que dices, incluso las que callas. Pensar en dejar atrás cada motivo de despertar es como pretender que la vida es un juego de azar en el que no tenemos nada que aprender. A veces, en esta vida, necesitamos tocar el fondo, ese lugar repleto de lágrimas y dolor, para entender tantas cosas que pasarían desapercibidas.

Un instante se hace eterno, y los segundos mientras avanzan se vuelven piedra; momentos que nunca volverán, desastres del pasado que enfrentarán a un futuro prepotente e inesperado. Pero el lápiz y el papel, juegan a ser esclavos del ayer, y me permiten hacer que mi vida dure un poco más, lo necesario para acercarme a entender un poco las razones para luchar.

Leer, entender, recapacitar e interiorizar. El ejercicio de una mente que escribe se refleja en la simple intención de querer ser un medio, un puente de ayuda para todos los que vivimos situaciones especiales, situaciones similares. Alcanzar una empatía importante se convierte, y ha sido una de las principales intenciones de todo esto; porque de nada vale escribir palabras mudas para el corazón de una persona, mi intención se resume en ser parte de una ayuda, una forma diferente de descubrir un lugar apartado donde todos somos iguales, y sufrimos los mismos dolores, disfrutamos las mismas alegrías.

Quiero seguir compartiendo ideas, escribir con tinta permanente en la consciencia de mucha gente; tal vez, llegar a lugares más allá del corazón, y tocar con alguna frase a cualquier persona que lo necesite, que le sirva. Tantas páginas aquí abiertas, se han convertido para mí en una esponja, donde he ido absorbiendo cada detalle de mi vida, una pintura del presente, un cuadro de mi circunstancia; lo pinto diariamente con todas estas palabras.

Mientras leo en este cielo estrellado, cada centímetro de mis sentimientos, y entiendo lentamente el significado de todo esto; mientras en la luna siga el reflejo del sol, y me sirva como impulso para no despertar a mis sueños; mientras por las mañanas la brisa fresca me robe una sonrisa; mientras tenga un solo motivo para vivir, voy a dedicarle tiempo a mis emociones, y las voy a calcar en un papel y con un lápiz, voy a decorar mi vida con la delicada estructura de un poema, un cuento o un ensayo; para de alguna forma colaborar con un mundo que pierde valores; donde los sueños son robados por la rutina de una vida desperdiciada por la codicia.

Aunque no compartamos ideas y a pesar de que no siempre me entiendas; detrás de este teatro de verbos y adjetivos; de sorpresas y acertijos, existe un mundo aparte al cual puedes ir, en donde todos juntos podemos intentar entender el secreto de un silencio, del vacío, de la amargura y el dolor; pero ante todo, podemos valorar de una mejor manera el valor de una sonrisa, de un simple gesto de cariño y una palabra de aliento.

**300**

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