jueves, 3 de junio de 2010

Mismo lugar; distinta persona



Fue ya hace varios meses cuando estuve ahi. No ha sido mucho tiempo, sin embargo en mis circunstancias tampoco ha sido poco. Recuerdo como se veían las cosas en ese momento. Era todo más denso, incluso más amargo el sabor del aire. Incluso, llegué a pensar que así iba a ser todo de ahora en adelante; creo que es el mismo sentimiento que todos tenemos cuando estamos ahí.

Ha sido un tiempo de reingeniería personal. De hecho, gracias al tiempo hoy puedo estar seguro de conocerme mucho más; aprender un poco más sobre los límites de las cosas; aprender que las emociones son como estrellas fugaces que aparecen y desaparecen cuando les viene en gana; sin embargo creo haber entendido algo aún más relevante: es esa la propiedad de las emociones que las hace más únicas, preciadas y esperadas por cada uno de nosotros. Tal vez si las emociones y los momentos preciosos fueran permanentes, llegaría un momento donde dejáramos de valorarlos de la forma que realmente deberíamos.

El problema obvio de esto, es que la mayoría no valora las cosas como debería de valorarlas, muchas veces por creer que tienen la propiedad de ser perpetuas. Aún sabiendo que no es de esa forma, actúan una y otra vez como si así fuera. Una vez más: se necesitan resultados definitivos para lograr cambiar los paradigmas infundados que muchas veces tenemos en la vida.

Hoy, por motivos de la vida, me tocó la oportunidad de volver al lugar exacto donde había estado meses atrás. Era un lugar específico, atado a un pasado reciente que me había estado carcomiendo mis ganas de respirar; pero que por dicha el tiempo y la razón se han juntado para hacerme tomar las decisiones más justas y razonables posibles; al menos hasta ahora; al menos así lo creo.

El camino hasta aquí fue largo, incluso peligroso. La calle no es de las mejores del mundo, cosa que ha quedado bastante clara. La lluvia fue compañera del camino, dificultando mis posibilidades de observar hacia adelante, observar mi camino. Muchos rayos, neblina, lluvia que arremetía contra la tierra como balas de la naturaleza repletas de hidratación.

Una vez más cerca del destino, y ya habiendo dejado atrás la lluvia, el horizonte de la carretera parecía llegar al final del cielo, y este se partía en dos. Increible y a la vez maravilloso; de un lado completamente gris, del otro el sol se asomaba con lo celeste del cielo despejado; era como la sonrisa de Dios que se colaba entre lo oscuro de las nubes.

Una vez aquí solo faltaba caminar. Y eso hice. La mañana amaneció soleada, caliente. Ese aire cálido que parece surgir de entre la arena. Sin embargo esperé. Horas más tarde, y por la ventana de mi habitación, ví a lo largo aquél manto blanco y gigante que poco a poco se venía devorando el mar. Cada vez más rápido el hoizonte era completamente tapado por la neblina que traía consigo aquella lluvia torrencial.

Decidí que ese era el momento. Entonces comencé a caminar. Tenía muy claro el destino exacto al que tenía que llegar; mismo al que había ido unos meses atrás; donde las dejé enterradas, bajo la arena. La playa estaba completamente sola, como si Dios mismo me estuviera regalando aquél momento y aquél lugar para mí, y solo para mí. La lluvia cada vez más fuerte sobre mí, cerrando los ojos podía imaginar que eran pequeños besos, caricias que la naturaleza me recetaba para seguir. El único sonido era el de las olas; tercas e incesantes. La lluvía hacía ese sonido especial y único de cuando golpea el mar y los árboles. Era silencio, silencio natural; era como estar escuchando la propia voz de Dios susurrandome al oído.

A lo lejos vi aquél lugar. El mismo tronco caído, la misma piedra de hace unos meses atrás; mas yo no era la misma persona. Y fue ese preciso momento donde todo tuvo sentido, el momento donde un ciclo dio la vuelta total. Era la representación exacta de un momento en el pasado, pero con emociones, pensamientos y sentimientos mucho más claros y certeros.

Solo me senté de rodillas en la arena; escribí en ella lo que desde un principio tenía que haber escrito con mis dedos:

¡Dios!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

HIJO HAS CRECIDO INCREIBLEMENTE, LE DOY GRACIAS A DIOS ,QUE ÉL HA SIDO TÚ FIEL COMPAÑERO ESTOS MESES PASADOS Y QUE GRACIAS A TÚ GRAN SABIDURÍA Y AMOR A DIOS A LA VIDA Y TÚ GRAN SENTIDO DE SEGUIR ADELANTE ANTE LA ADVERSIDAD, TÚ FORTALEZA PARA ENFRENTAR LAS PIEDRAS QUE APARECEN EN TÚ CAMINO HOY ERES UNA PERSONA ESPECIAL Y ÚNICA, TE ADMIRO HIJO Y ME SIENTO MUY BENDECIDA DE QUE ERES MI HIJO, SIGUE ADELANTE, QUE LO QUE LAS OLAS SE LLEVARÓN HACE UNOS MESES, YA ESTA EN EL FONDO DEL MAR, DESVANECIDO POR LA ESPUMA Y EL AGUA, EN CAMBIO HOY ERES UN GRAN HOMBRE DISPUESTO A IR CON LA CABEZA DE FRENTE, PORQUE APRENDISTE A SER TÚ Y DIOS Y NADA MÁS... HASTA QUE LLEGUE LO QUE ESTÁ HECHO EN EL CIELO PARA TÍ...MAMÁ