jueves, 10 de junio de 2010

Un pirata enamorado..


El brillo de plata, reflejo del sol en las olas fue lo primero que ví al nacer. Un ritmo tambaleante me recibió en este mundo. Desde aquellos tiempos esta cubierta presenció mis primeros pasos; el sol ha ido quemando mi piel poco a poco hasta darle ese tinte oscuro, cicatriz elocuente de mi estilo de vida; de mi labor en las aguas.

Siete mares, la rosa de los vientos; el horizonte. Atardeceres bañados de nostalgias por amores no cumplidos y desgarrones heroicos de batallas sin sentido. Surcando las aguas de los oceanos, buscando tesoros bienvenidos. Playas, islas; animales nunca antes vistos. Tormentas, truenos, noches; sonidos que jamás había oido.

Pata coja y parche en el ojo. Bah. La verdad no es como la pintan los cuentos. Muy distante es el destino hacia al que me dirige la fuerza del viento. Soltando amarras que me anclan a pasados infructuosos, pasados dolorosos. Mucho sol, mucho calor; poco olvido. Y mientras más me alejo de aquella costa, más la veo en la popa; siempre mirandome a los ojos; atrás suyo el recorrido de la espuma del mar, que deja el trecho a los cielos; como quien espera que una estrella vaya en su ayuda.

Y en las noches, con la Luna y las olas, arrecostado en la hamaca; la misma hamaca en la que tantas veces dormí con ella. Mirando directamente el cielo, las constelaciones parecen dibujar su rostro, y una estrella fugaz dibujó su sonrisa; y desapareció de inmediato; como cuando la tuve en mis manos aquella última vez, la besé con pasión, como si no existiera un futuro que me la devolviera, y sonrió; rápidamente, pero sonrió.

Y en las mañanas, con el sol quemando mi tez recibo el castigo del mar por haberla dejado ir. Cantando en coro la típica canción, ondeando la bandera por la fuerza del viento, de repente entre el horizonte se asoma una costa desconocida. "Tierra firme" gritaban al aire. Poco a poco nuestra embarcación se acercaba a la isla.

Y ahí, en medio de la arena y del sol, que me provocaba cerrar los ojos por la encandilación; y como espejismo de locura, sentí que había dejado ahogar mi cordura, pero la ví. Y corrí, quizás corrí como nunca antes en mi vida había corrido. Justo cuando la tuve frente mío la besé; quizás como nunca antes en mi vida la había besado. Fue entonces cuando entendí, que luego de toda una vida de buscar cofres con oro, había encontrado un tesoro mucho más valioso; tesoro con rostro de mujer; tesoro que juré proteger.

1 comentarios:

emongev dijo...

mae muy bueno, no se de donde saca la inspiración y el tiempo para escribir, a mi tmb me cuadra pero siempre me falta una o las dos T_T