Cierro los ojos.
Voy sobre aquella carretera que parece acabarse en el fin del mundo. La música es mi única compañera. Las canciones son sonidos que me atan a instantes y a momentos de mi vida.
Aquél día, soleado. Caliente el aire que entraba por las ventanas. Espejísmos a lo lejos que jugaban con mis ojos. Presencias inciertas y falsas de cuestiones que a leguas se escapan de realidades tergiversadas por lo empañado de la mirada.
Kilómetros de carretera que quedan atrás mío. Caminos alejados que se esconden entre las curvas del retrovisor. Carretera que me aleja cada vez más del ayer; me conducen a la no certeza y la improvisación por placer.
Ciudades de nuevos edificios, comidas diferentes. Responsabilidades sin oficios que se cocinan sin saber. Casas abandondas por dueños sin un norte. Familias separadas por la ambición de unos hombres.
Mundos diferentes que comparten un destino. Líneas en paralelo que jamás se cruzan. Pero se tocan y vacilan. Hacen bromas de la física. Juegan con la lógica de un mundo con paradigmas; sentimientos infundados que alejan las emociones.
Las ilusiones de unos pocos que se compran con rebajas, en supermercados de inocentes que permiten ser parte del juego. El fraude de la historia, la broma más vendida; más comprada por las personas que son parte de la rutina.
Justo al entrar al pueblo, el niño en su bicicleta se cruza; las llantas quedan pintadas y mi carro como de mentiras. Despierto.
Voy sobre aquella carretera que parece acabarse en el fin del mundo. La música es mi única compañera. Las canciones son sonidos que me atan a instantes y a momentos de mi vida.
Aquél día, soleado. Caliente el aire que entraba por las ventanas. Espejísmos a lo lejos que jugaban con mis ojos. Presencias inciertas y falsas de cuestiones que a leguas se escapan de realidades tergiversadas por lo empañado de la mirada.
Kilómetros de carretera que quedan atrás mío. Caminos alejados que se esconden entre las curvas del retrovisor. Carretera que me aleja cada vez más del ayer; me conducen a la no certeza y la improvisación por placer.
Ciudades de nuevos edificios, comidas diferentes. Responsabilidades sin oficios que se cocinan sin saber. Casas abandondas por dueños sin un norte. Familias separadas por la ambición de unos hombres.
Mundos diferentes que comparten un destino. Líneas en paralelo que jamás se cruzan. Pero se tocan y vacilan. Hacen bromas de la física. Juegan con la lógica de un mundo con paradigmas; sentimientos infundados que alejan las emociones.
Las ilusiones de unos pocos que se compran con rebajas, en supermercados de inocentes que permiten ser parte del juego. El fraude de la historia, la broma más vendida; más comprada por las personas que son parte de la rutina.
Justo al entrar al pueblo, el niño en su bicicleta se cruza; las llantas quedan pintadas y mi carro como de mentiras. Despierto.
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