miércoles, 23 de junio de 2010

Quiero decirte adiós


Puedo escribir fielmente que cada uno de estas arrugas que hoy se reflejan en el espejo han tenido una razón real de ser; precisamente por eso me siento orgulloso de ellas. He visto muchas veces las flores pintarse de colores preciosos cada año. He visto la nieve, lluvias torrenciales, días donde el calor sofoca; incluso he visto días muy largo y otros muy cortos.

Si mis ojos pudieras escribir libros de todo lo que han presenciado, enciclopedias enteras tendrían que hacerse para poder capturar imágenes traducidas en palabras. Serían cuentos extensos de una vida entera en la que he sido actor principal de este teatro precioso que he aprendido a llamar vida.

He visto a mi familia morir, a mis nietos enfermar, a mis hijos llorar. He visto gente reír, he visto personas discutir por cuestiones sin sentido; he visto a parejas desperdiciar tiempo que, luego a mi edad, desearán jamás haber perdido. Tiempo para un beso; tiempo para una caricia; tiempo para sencillamente sentir la presencia de la persona que amamos, y llenarnos de esa sensación inmensa como cobijo de calor que nos da el amor. Ese sentimiento único e irrepetible.

Sin embargo hoy, la vida me ha jugado una mala pasada. Siempre supe que este día iba a llegar. Aunque no lo niego: pensé que iba a ser el primero. Lastimosamente para mí no lo fue. Y nunca me dio tiempo de asimilar un hecho que sabía que iba a pasar. No bastaron libros enteros de autoayuda, ni una vida entera de experiencia.

Tal vez porque el lazo que se rompió no fue uno cualquiera. Es tal vez el lazo más importante que mantiene unidos a sus extremos dos corazones formando uno mucho más grande y completo. Uniones de emociones que se convierten en el motor de los pulmones que se inflan para dar vida al amor. Uniones como labios que se rozan con pasión; expresión más real y perfecta del amor.

Siento catarsis mental en estos momentos. Justo acabo de llegar a la casa, luego de irla a dejar a su nuevo hogar. Y se siente todo tan solo, tan frío. Los colores de la casa se han apagado, y aquella flor en el patio que siempre mantuvimos con vida, se marchitó; como si fuera consciente de lo que había pasado.

Nuestro cuarto. El mismo que durante tantos años fue cómplice de nuestros sueños; de nuestras noches de películas, de nuestras conversaciones sobre temas importantes, de nuestras discusiones. Mismo cuarto donde planeamos nuestra vida aquella primer noche luego de casarnos. Y justo cuando entré, te respiré por todos lados. Te sentí tan viva, tan real. Ese olor que siempre me mantuvo enamorado y atontado por tí.

Son tantas cosas que hoy tengo que dejar atrás. Son tantas emociones que se callarán; y tantos los poemas que no conocerás.

A pesar de todo, doy gracias a Dios que no fui el primero; jamás hubiese querido verte pasar por lo que estoy pasando en este momento.

Quiero que sepas, que nuestros recuerdos serán mi aire en cada respiro; y tu rostro serán besos en mi memoria.

Nunca te dejaré de amar. Esperame, pronto nos veremos!

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