lunes, 14 de junio de 2010

Sueño #1


3:13:55 am

Cierro los ojos.

Corro, como si me persiguiera la muerte. Huyendo de las garras de un destino injusto y premeditado por una persona sin corazón.

Es el llamado desatinado de las circunstancias que me acechan. La cordura ya olvidada por los santos en los montes. Es la paciencia desbordada en un vaso de cristal. Es la mezcla sin sabor de tristeza y recuerdos.

Comienzo a sentir bajo mis pies el dolor de un camino de piedras triangulares, que poco a poco se incrustan en mi piel. Arde. Lastima. Pero aunque el camino parezca no tener fin, tengo que seguir.

Es la valentía del guerrero que prefiere morir en pie. El coraje bendito de un amor verdadero. La fuente de sonrisas, como naciente de un río. Es la carcajada que se arrepiente en el pasar de los días.

Mientras corro, abro mis manos. Toco los árboles que voy pasando, pretendiendo tomar de ellos energía natural que me permita seguir; fuerza especial que me impulse a vivir.

A lo lejos, el canto de un animal sin nombre. Volador. Parece águila, pero no lo es. Y ese chillido se incrusta en mi mente; es bulla incesante que se cuela en mis sentidos, me interrumpen pensamientos y olvidos.

Se viene la noche. Un trueno ilumina el bosque. La furia de los cielos por el malestar de los dioses que me escuchan. Es el grito, un rastro, que me sirve de ruta para correr con rumbo, o al menos eso creo.

Atrás queda todo. O atrás queda nada. Lo importante es que ahí queda. Atrás. Y aunque parezca dureza, es la ternura de un adiós; adiós que abre la puerta hacia un futuro mejor.

La lluvia. Me refresca y me limpia el sudor. Hace música con las hojas; pero complica mi camino. Me resbalo, y cuando caigo, despierto.

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