Hoy, bajo la oscuridad que hay en mi mente, trato de sencillamente rebuscar en los bolsillos cualquier cosa que me sirva, y me permita reconocer los caminos que he perdido.
He tratado de mantener cuerdos mis sentidos, para no caer en la sin razón, donde se desbordan los sueños a un vacío agotante; un vacío despreciable.
No se si consigo o no, encontrar lo que busco en la vida. A veces sencillamente pierdo el rastro del conejo. A veces sencillamente, me dejo caer en un cuento sin vuelta atrás. Cuento como cualquier otro.
Confundo caminos con desvíos, y en el instante noto la gravedad del asunto. Por eso agradezco a mi sentido de ubicación, que me permite discernir los colores por las noches.
Muchas veces he escuchado que es amarrillo el que tengo que seguir. Pero sinceramente, he pensado, varias lunas ya, que puede ser no más que un engaño y no menos que un mito.
Por las tardes, bajo la lluvia, pegando brincos en los charcos, me reencuentro con aquél yo que fuí hace un tiempo; pero que murió ahogado en algún instante ya perdido.
No sé si sabré reconocerla; no sé si ya la conozco. Solo sé que es de rostro alegre y sonrisa preciosa. Sé que va a ser una mamá increíble y una esposa leal.
Sólo sé que llegará una tarde de Agosto, con su talento al hablar y su veneno al besar. Sé que cautivará mis sentidos; los mismos que me mantienen en el camino.
También sé, que sea cuál sea el camino todos me llevan hacia ella, porque así lo quiere Dios. Porque así lo prefiere el amor. Por eso no me preocupo.
Pero hoy, quiero que sepa, donde quiera que esté; que no he dejado de pensar en ella. Que me muero por conocerla. Y que sepa, que desde ya es el amor de mi vida; desde ya sueño con dormir a su lado; desde ya moriría por su amor.
Desde ya dedicaría mi vida por su corazón; y en cada tarde le escribiría una linda canción.
He tratado de mantener cuerdos mis sentidos, para no caer en la sin razón, donde se desbordan los sueños a un vacío agotante; un vacío despreciable.
No se si consigo o no, encontrar lo que busco en la vida. A veces sencillamente pierdo el rastro del conejo. A veces sencillamente, me dejo caer en un cuento sin vuelta atrás. Cuento como cualquier otro.
Confundo caminos con desvíos, y en el instante noto la gravedad del asunto. Por eso agradezco a mi sentido de ubicación, que me permite discernir los colores por las noches.
Muchas veces he escuchado que es amarrillo el que tengo que seguir. Pero sinceramente, he pensado, varias lunas ya, que puede ser no más que un engaño y no menos que un mito.
Por las tardes, bajo la lluvia, pegando brincos en los charcos, me reencuentro con aquél yo que fuí hace un tiempo; pero que murió ahogado en algún instante ya perdido.
No sé si sabré reconocerla; no sé si ya la conozco. Solo sé que es de rostro alegre y sonrisa preciosa. Sé que va a ser una mamá increíble y una esposa leal.
Sólo sé que llegará una tarde de Agosto, con su talento al hablar y su veneno al besar. Sé que cautivará mis sentidos; los mismos que me mantienen en el camino.
También sé, que sea cuál sea el camino todos me llevan hacia ella, porque así lo quiere Dios. Porque así lo prefiere el amor. Por eso no me preocupo.
Pero hoy, quiero que sepa, donde quiera que esté; que no he dejado de pensar en ella. Que me muero por conocerla. Y que sepa, que desde ya es el amor de mi vida; desde ya sueño con dormir a su lado; desde ya moriría por su amor.
Desde ya dedicaría mi vida por su corazón; y en cada tarde le escribiría una linda canción.
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