viernes, 23 de julio de 2010

Recuerdo


Recuerdo que estabas perdida. Envuelta en un mar de cosas diferentes. Confusiones algo esperadas, momentos prevenidos; dolores y crueldades.


Recuerdo que muchas veces lo dije; recuerdo que muchas veces lo hablamos. Jamás pensé que todo aquello iba a terminar de esa forma. Era díficl de esperar. Era un golpe que jamás ví llegar.


Por muchas noches, unas treinta quizás, fueron seguidas las pesadillas que las noches me iba regalando. No se si te acuerdas, pero una en especial se hizo realidad. Una en especial fue como estrella fugaz que me guió hacia la verdad.


Recuerdo también que te hablé sobre aquella noche donde la oscuridad me hizo abrir los ojos a un evento que ni tan siquiera había pasado. Actuaste tan tranquila; austera. Serena, calmada.


Recuerdo que desde ese momento mis días no tenían fin. Cada sol, cada luna: una nueva tormenta. Cada brisa, cada palabra, cada caricia, cada espera se convirtieron en un dolor, una tristeza, una preocupación; al fin una advertencia de lo que venía.


Recuerdo aquellos días exactos. Tres fueron, tal vez cuatro; ya no recuerdo. Pero a la vez recuerdo, y es el recuerdo el más duro tormento. Recuerdo de un momento, donde llegó al final aquél cuento. Cuento de amor; cuento al fin.


Recuerdo los días siguientes. Duros. Largos. Agotantes. Preocupantes. O tal vez ocupantes. Actuabas normal: tranquila, austera, serena y calmada. Como si nada hubiese pasado.


Me he preguntado muchas noches cómo habrás dormido. Cómo habrás descansado. Ante todo me pregunté, y tal vez nunca entenderé: ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué?


Recuerdo aquello que en algún momento se iba a convertir en mi fantasma de vísperas de navidad; hoy ya lo es. Y una marca de dolor y tristeza quedará impregnada para siempre en mi vida.


Recuerdo aquellos días cuando la verdad tocó la puerta de mi casa. Cuando supe todo lo que había pasado. Recuerdo aquella decepción tan grande como ninguna otra en mi vida.


Creo que todavía recuerdo cómo se sentían tus labios con los míos. Aunque en realidad creo que no. Creo que no lo recuerdo. Y tal vez nunca lo vaya a recordar.


Tristemente sí recuerdo todas cada una de las lágrimas que me hiciste derramar. Esa marca, esa tinta que nunca se pdrá borrar.


Y luego de tanto recordar. Espero algún día poder olvidar.

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