martes, 17 de agosto de 2010

Bajo este sol incesante.


Años en esta sosobra. Debajo de estas piedras, bajo este sol incesante dejo que se queme mi piel cada día un poco más. Como una forma de que la sequedad de mi boca sea completamente descifrada por las rendijas del cielo.

He caminado cientos de kilómetros, por dunas y espacios gigantes de nada. En años no me he topado con nadie. Ninguna persona ha sido parte de este sueño sin final que poco a poco ha ido evaporando mis ganas de vivir.

Y por más que intento acabar con esta tortura angustiante de dolor y calor; la vida no me permite morir, me amarra con cadenas de injusticia a unos hechos que con la pesa que se midan se sabría que no es posible aguantar.

Por las noches, el frío carcome mi piel. Y no existe cobijo que me caliente en esos momentos donde siento punzadas de dolor por todo mi cuerpo.

Tantas veces he sufrido de alucinaciones. Siempre he creído ver agua, y me topo con arena. Siempre he creído verte, y me topo con que no existes. Y poco a poco he ido haciéndome de la idea de que sencillamente este será mi tormento para siempre.

Y ahora, estas palabras que escribo sobre la arena, me sirven de consuelo. Pues al parecer el sol no tendrá compasión de mí; el frío no se irá en ninguna noche. Y el agua jamás llegará.

Pero ante todo, creo que el hecho de que no existas, es lo que no me permite salir de aquí. Si tan solo tuviera una prueba casi creíble de que existes tal y como te veo en mi cabeza. Pero no es así.

Y mientras no existas...no podré salir de este desierto y su soledad.

0 comentarios: