Es completamente cierto y sabido por todas las personas, que los momentos malos son una constante en la vida. Por supuesto, también es sabido que son esos los momentos justos donde nosotros, como seres humanos, más aprendemos. Y como ya había dicho antes en alguna otra entrada de este blog sobre los momentos en la vida: "Porque en los buenos sencillamente vivimos. En los malos aprendemos."
En estos momentos difíciles existen muchos factores que van a poner su granito de arena en uno u otro lado de la balanza. Hay pros y contras, como en todas las cosas. Y por supuesto es importante hacer un análisis completo para determinar cuál sería el mejor camino a tomar en esos momentos específicos.
Hay, obvio, caminos sencillos. Y por ende hay caminos difíciles. Uno esperaría tener el coraje para escoger siempre los caminos complicados; porque son retos en la vida. Creo que la vida es una mezcla interesante de retos en todos los ámbitos. Retos que al final se convierten en nuestra mejor manera de evaluarnos y de retroalimentar nuestra mente; para saber errores que se cometen, y de esa forma comenzar a corregir. Todo con la misma intención que hemos tenido siempre: ser mejores personas cada día.
Porque ser mejores personas no debería de ser una misión, sino un estilo de vida. Como personas, nos vamos a equivocar hasta más de dos veces en la misma piedra; el punto importante es ser conscientes del error y hacer hasta lo imposible por corregirlo. De esa forma se persevera y, pues "tanto va el cántaro al agua que se rompe". De alguna forma se llega al cambio.
Pero bueno, el punto aquí son esos momentos donde la tristeza y la impotencia presionan nuestro corazón y nuestra mente hasta hacernos sentir asfixiados. De esa forma, nuestra mente se encierra en un círculo peligroso que podría llegar a convertirse en una espiral, donde las malas decisiones que se van tomando, van complicando mucho más nuestra situación, digamos depresiva, en el entendido de que es una situación negativa.
Como muchas veces he escuchado "cada uno tiene su forma de matar hormigas" es decir, cada persona tiene una filosofía (aunque no sea oficialmente consciente de esto) que le permite llevar los malos ratos de la mejor forma posible; o al menos así esperamos y creemos. En lo personal, vengo desde hace buen rato aplicando uno forma de enfrentarme a los momentos difíciles. Por supuesto, por más que uno trate de ordenarse en la vida y ser constantes y fuertes la debilidad es un rasgo de los sentimientos; y los malos momentos son aquellos donde nuestros sentimientos son los que están en juego.
Por todo eso, he pensado en tres palabras súper importantes que me han permitido ser un poco más fuerte; pero ante todo tener lo que se conoce como "inteligencia emocional". Las tres palabras que me ayudan en esos momentos son: Fuerza, inteligencia y ánimo. También conocidas para mí como FIA. Creo que son las tres cosas más necesarias en esos momentos.
La fuerza me permite tener una armadura tanto en mi mente y corazón, para tener la energía necesaria y soportar golpes sin caer. Incluso la furza me permite caer, pero lograr levantarme solo.
La inteligencia me permite ser consciente de que el momento es exactamente eso: un momento, y que irá a pasar. La inteligencia me permite decidir mejor, y tomar los mejores caminos durante y después del mal momento. Además, no hay arma más peligroso que la inteligencia cuando se trata de una lucha.
El ánimo es todo aquello que me impulsa a seguir, es un complemento de la inteligencia. Cuando la información es procesada por la inteligencia, el ánimo se pone a tope, porque somos más capaces de entender la situación y seguramente ya habremos resuelto qué camino tomar a partir de determinado punto.
Filosofías hay tantas como personas en el mundo. Quise compartir la mía, a lo mejor le sirva a alguien más.
FIA!
En estos momentos difíciles existen muchos factores que van a poner su granito de arena en uno u otro lado de la balanza. Hay pros y contras, como en todas las cosas. Y por supuesto es importante hacer un análisis completo para determinar cuál sería el mejor camino a tomar en esos momentos específicos.
Hay, obvio, caminos sencillos. Y por ende hay caminos difíciles. Uno esperaría tener el coraje para escoger siempre los caminos complicados; porque son retos en la vida. Creo que la vida es una mezcla interesante de retos en todos los ámbitos. Retos que al final se convierten en nuestra mejor manera de evaluarnos y de retroalimentar nuestra mente; para saber errores que se cometen, y de esa forma comenzar a corregir. Todo con la misma intención que hemos tenido siempre: ser mejores personas cada día.
Porque ser mejores personas no debería de ser una misión, sino un estilo de vida. Como personas, nos vamos a equivocar hasta más de dos veces en la misma piedra; el punto importante es ser conscientes del error y hacer hasta lo imposible por corregirlo. De esa forma se persevera y, pues "tanto va el cántaro al agua que se rompe". De alguna forma se llega al cambio.
Pero bueno, el punto aquí son esos momentos donde la tristeza y la impotencia presionan nuestro corazón y nuestra mente hasta hacernos sentir asfixiados. De esa forma, nuestra mente se encierra en un círculo peligroso que podría llegar a convertirse en una espiral, donde las malas decisiones que se van tomando, van complicando mucho más nuestra situación, digamos depresiva, en el entendido de que es una situación negativa.
Como muchas veces he escuchado "cada uno tiene su forma de matar hormigas" es decir, cada persona tiene una filosofía (aunque no sea oficialmente consciente de esto) que le permite llevar los malos ratos de la mejor forma posible; o al menos así esperamos y creemos. En lo personal, vengo desde hace buen rato aplicando uno forma de enfrentarme a los momentos difíciles. Por supuesto, por más que uno trate de ordenarse en la vida y ser constantes y fuertes la debilidad es un rasgo de los sentimientos; y los malos momentos son aquellos donde nuestros sentimientos son los que están en juego.
Por todo eso, he pensado en tres palabras súper importantes que me han permitido ser un poco más fuerte; pero ante todo tener lo que se conoce como "inteligencia emocional". Las tres palabras que me ayudan en esos momentos son: Fuerza, inteligencia y ánimo. También conocidas para mí como FIA. Creo que son las tres cosas más necesarias en esos momentos.
La fuerza me permite tener una armadura tanto en mi mente y corazón, para tener la energía necesaria y soportar golpes sin caer. Incluso la furza me permite caer, pero lograr levantarme solo.
La inteligencia me permite ser consciente de que el momento es exactamente eso: un momento, y que irá a pasar. La inteligencia me permite decidir mejor, y tomar los mejores caminos durante y después del mal momento. Además, no hay arma más peligroso que la inteligencia cuando se trata de una lucha.
El ánimo es todo aquello que me impulsa a seguir, es un complemento de la inteligencia. Cuando la información es procesada por la inteligencia, el ánimo se pone a tope, porque somos más capaces de entender la situación y seguramente ya habremos resuelto qué camino tomar a partir de determinado punto.
Filosofías hay tantas como personas en el mundo. Quise compartir la mía, a lo mejor le sirva a alguien más.
FIA!
Learning to Fly!
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