miércoles, 4 de agosto de 2010

Caramelizado!


Era todo como de caramelo. Dulce y pegajoso. Pero tan delicioso, que no tenía ganas de salir de ahí. Simple, sencillo...y caramelizado. Como todos los sueños que tuve esa semana.

Me acuerdo perfecto: dulce de leche un día, chocolate el otro. Helados, queques, postres de todo tipo. Incluso hubo unos de Asia. Esos países asiáticos sí que saben hacer dulces.

Siempre me he preguntado porque lo dulce es tan rico. Y siempre que me voy a responder, me empalago. Recuerdo como un timbre en mi cabeza aquella frase de una niña en mi infancia que decía "el dulce es rico...pero mucho empacha"

En fin. Todo en aquél lugar era dulce. Incluso los besos. Mejor dicho: principalmente los besos. Eran besos con sabor a miel, y no eran de nadie más, solo tuyos.

Sí, tuyos. No sé por qué siempre te ha costado tanto creerme cuando te digo este tipo de cosas. Y preguntas y repites. Pero sí, son tus besos el dulce más rico que he probado.

Hay, sinceramente, algo diferente con el dulce de tus besos.

Y en secreto te lo quiero decir. Vamos, acércate; voy a susurrártelo al oído. Tus besos...solo tus besos han logrado no empacharme. Y creo que tiene que ver con la forma de tus labios.

No sé si solo yo lo he notado, pero calzan a la perfección con los míos. Eso algo tiene que significar, ¿no? En todo caso, creo que tus labios son hechos para los míos.

Y mis besos son solo para tí.

Creo que mis ojos son solo para verte.

Y mi corazón solo para amarte.

Al final, mi sueño es llegar a tenerte.

Y desde ahora, para siempre quererte!

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