miércoles, 18 de agosto de 2010

Perdón


De casualidad me parece que puedo inventar ciertas ideas que son poco cuerdas. En la terraza de esta ciudad y sentado en esta mecedora, pienso las cosas que yo escribo ahora.

Son tantas las cosas que parecen ilógicas, que tienen tantos ingredientes de ser algo increíble, y otros tantos de ser algo obscenamente absurdo en estos días y por estos lugares.

Pero aquí, y con la vista que tengo, le tomo fotos a los instantes que repercuten los futuros inmediatos como los no tanto.

Y me pregunto severamente si existe tal ceguera en la gente que no les permite ver más allá de sus pies. Es realmente cuestionable la capacidad de juicio y los niveles de tolerancia insostenibles.

En un mundo controlado por el dinero, el corazón se hinca en una esquina mientras se desangra en el olvido del planeta entero.

Triste de aquellos que ven en la codicia el mayor placer humano y no ven el irrespeto social hacia aquellos que la vida no les dió las facilidades de lucrar.

Y parecen muertos los que caminan en sus lujos; los que se regocijan en la tenencia de lo escueto y sin sentimientos. Porque veo que vale más un regalo que una conversación.

Vale más un lujo que una carta; un reloj que un poema; la ropa que la bendición de caminar de la mano por un parque.

A eso hemos llegado. Alejados completamente de las congruencias humanas y de los pensamientos racionales que supuestamente nos caracterizaron en algún momento.

Hoy todas esas cosas quedan atrás en los bolsillos del olvido, y una nueva era de máquinas e indiferencia se adueña poco a poco de nuestra naturaleza humana.

Si en algún momento de la historia valoramos más un beso y una caricia que el dinero y la codicia; era ese el momento dónde jugamos por última vez del lado del planeta.

Sin ganas de levantamre cierro los ojos y pido perdón; perdón por todo en lo que nos hemos convertido pero jamás tuvimos que llegar a ser.

Perdón por matarnos, perdón por dejar gente muriendo de hambre, perdón por cortar los árboles, por ensuciar los ríos, por contaminar los mares, por extinguir especies.

Pero ante todo por olvidar que el amor es la fuerza más grande que nos puede alimentar y hacernos vivir en perfecta armonía cuerpo, mente y corazón.

Perdón!

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